Hacienda pública - 11 edición. Juan Camilo Restrepo
efectos económicos de inmensa importancia: por ejemplo, impulsó y estabilizó la navegación a vapor por el río Magdalena, puesto que era necesario sacar los tabacos principalmente del distrito de Ambalema.
Es el momento en que Barranquilla comienza a tomar gran vigor y a constituirse como la tercera ciudad colombiana.
Aumentaron por entonces los jornales y se elevó la calidad de vida de los cosecheros tabacaleros, y todo esto fue acompañado de un auge notable de la ganadería a gran escala en las tierras calientes colombianas aledañas a las zonas consumidoras productoras de tabaco.
El auge de las exportaciones colombianas de tabaco dura aproximadamente hasta 1873-1875; a partir de allí el valor de tales exportaciones comienza a declinar sensiblemente. Llegan a tener un valor de tres millones de pesos en 1868, mientras que a finales del siglo ya no alcanzan a una sexta parte de aquel valor.
Las causas del declive deben ubicarse en tres razones principales: el desmejoramiento y descuido en las calidades de los tabacos producidos en Ambalema, lo cual desacreditó el tabaco colombiano en la bolsa de Amberes: recordemos que la calidad del tabaco fue muy apreciada en las primeras épocas de la exportación, cuando todavía estaban vigentes las normas férreas de control de calidad del estanco español; por aquella época comienzan también a aparecer en los mercados internacionales los tabacos de Java de alta calidad, que además se ven abaratados sensiblemente por la apertura del canal de Suez en 1865; y por último, Brasil empieza también a ser un protagonista importante en el mercado internacional del tabaco.
La eliminación del estanco del tabaco en 1849-1850 y el cuarto de siglo que lo sucede van a tener una importancia inmensa desde el punto de vista institucional en el país, puesto que el tabaco fue el primer producto de las exportaciones que enseñó a nuestros empresarios cómo hacerlas, cómo estar presentes en los mercados internacionales, cómo tratar y abrir comercio con las casas ubicadas en los mercados externos de importancia, principalmente el de Bremen.
El tabaco como monopolio cubre un arco vital que va desde cuando se le implanta en la Nueva Granada, en 1776, en los tiempos del virrey Guirior, hasta su abolición por la República en 1849, al inicio de la administración de José Hilario López. Son aproximadamente 83 años de monopolio.
En ese período, estrecho finalmente en el tiempo, pues estamos hablando de solo 83 años, el tabaco llegó a ser sin lugar a duda la renta fiscal preponderante durante la Colonia tardía y durante primera época republicana cuando el tabaco siguió funcionando bajo monopolio.
Al comenzar la República las rentas propiamente fiscales que generaba el estanco del tabaco representaban entre un 20% y un 25% de los ingresos fiscales de la Nación, lo cual, ante la imposibilidad de sustituir esos ingresos, llevó a la naciente república a conservarlas hasta mediados del siglo XIX.
Fue tan importante al comienzo de la República la renta del tabaco que el mismo Libertador decretó la pena de muerte para quien con prácticas de contrabando o delictuales vulnerara las reglas del estanco del tabaco.
La eliminación del monopolio tuvo lugar, fundamentalmente, en consideración de las posibilidades del tabaco como producto de exportación. Se renunció a rentas fiscales para apostar a rentas provenientes de impuestos al comercio exterior del tabaco; esto funcionó satisfactoriamente hasta finales de los años setenta del siglo XIX, cuando por las razones que hemos mencionado las exportaciones del tabaco se derrumban.
Podemos decir en síntesis que el tabaco como renta fiscal tuvo una vigencia de unos 123 años: 83 de ellos bajo monopolio y 30 de ellos bajo régimen de libertad de exportación, generando ingresos del comercio exterior.
Pero los efectos del tabaco, tanto bajo la regla del monopolio como bajo el régimen de libertad, marcaron cambios sustanciales en la estructura agraria del país. Durante la época del monopolio el tabaco constituye el único producto de comercialización cierto y confiable para los productores.
Si bien es cierto que el monopolio implicaba restricción de las áreas, lo cual generó el malestar que se tradujo en el movimiento comunero, no es menos cierto que en líneas generales fue bien recibido por los agricultores por la garantía de precio y la estabilidad que les generaba en sus ingresos. Algunas provincias, como la de Antioquia, que debían obligatoriamente surtirse de tabacos provenientes de Ambalema y del Alto Magdalena, manifestaron también su inconformidad por no poderlo hacer de las provincias de la Costa o de Cuba.
En la primera época de la República el estanco del tabaco siguió siendo una renta fiscal de inmensa importancia para las famélicas finanzas de la naciente república.
Durante la segunda época republicana, vale decir, la del comercio exterior, el tabaco tuvo una época brillante que va desde la eliminación del monopolio, a mediados del siglo, hasta finalizar la década de 1870, cuando decayó su importancia para el comercio exterior colombiano.
El tabaco marcó una impronta en nuestra nacionalidad. Abrió por primera vez los ojos y las prácticas de Colombia a las mecánicas del comercio exterior, y generó efectos colaterales de gran importancia para el desarrollo económico del país, como en el caso de la navegación a vapor en el río Magdalena, el crecimiento de la ganadería o el auge de ciudades como Barranquilla, todo lo cual habría que sentar las bases del notable crecimiento del país en el siglo XX, una vez superadas las heridas de la Guerra de los Mil Días.
Estos son, pues, algunos brochazos de la historia fiscal de ese gran producto democratizador de nuestra agricultura y promotor del desarrollo económico del país.
El tabaco, en tanto que producto de pequeños cosecheros, se torna conformador de una cultura y de una época, sobre la cual el gran antropólogo cubano Fernando Ortiz, en su célebre libro Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, escribe lo siguiente:
La guerra civil del tabaco habano es otro aspecto del contrapunteo social del tabaco y el azúcar. Al tabaco se le combate y grava desde la vega; al azúcar se le favorece y privilegia desde el ingenio. Industria de pobres fue aquella; de ricos lo fue esta. Por la vega se fue alguna vez de la miseria a la pequeña burguesía; por el ingenio, de la burguesía acomodada se subió al gran capitalismo61.
5. LA RENTA DEL AGUARDIENTE: DEL ESTANCO COLONIAL AL MONOPOLIO REPUBLICANO 62
En el informe de la Real Audiencia de Santafé de 1771 se califica a la renta del aguardiente como “el más copioso manantial que fecunda a la Real Hacienda en las cajas de este virreinato”63.
¿Cuál ha sido la historia de este “copioso manantial” de que hablaba la Real Audiencia en 1771? ¿Cómo se explica la sobrevivencia más que bicentenaria del arbitrio fiscal de los aguardientes? ¿Cómo se dio el paso de la renta estancada colonial al monopolio que la actual Constitución contempla en su artículo 336?
Vamos a analizar a continuación tres períodos de las rentas fiscales asociadas a la producción y distribución del aguardiente. La primera parte cubre la evolución de esta renta durante el período colonial. La segunda el período republicano durante los siglos XIX y XX. Y la tercera analiza el monopolio de los licores y su situación actual.
El estanco de la producción y comercialización de los aguardientes hizo parte de las reformas borbónicas del siglo XVIII, cuando la figura de las rentas estancadas tomó preeminencia en las postrimerías del período colonial sobre los impuestos indirectos, que habían sido la espina dorsal de la tributación indiana durante los primeros dos siglos coloniales.
El estanco del aguardiente junto con el del tabaco se transformó en la principal renta del último medio siglo de la Colonia.
Fue tal la importancia que llegaron a tener las rentas asociadas al tabaco y a los aguardientes que –en la segunda mitad del siglo XVIII– estas dos rentas llegaron a generar el 40% de los ingresos totales de la Real Hacienda neogranadina64.