En torno al animal racional. Leopoldo José Prieto López

En torno al animal racional - Leopoldo José Prieto López


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rara entre los monos, resolvía de golpe tres problemas en el caso de nuestro mono lampiño: primero, las hembras quedarían cada una ligada a su macho y les permanecerían fieles mientras estos andaban de caza; de este modo, en segundo lugar, se obtendría una reducción considerable en las graves rivalidades sexuales entre los machos, lo que contribuía a desarrollar su espíritu de colaboración; finalmente, la creación de una unidad familiar a base de un macho y una hembra redundaba en beneficio de la prole. Como se ve, todo esto comienza a sonar un poco extraño para un animal que solo es un simio desnudo. La onerosa tarea de criar y adiestrar a una prole que se desarrolla lentamente exigía una coherente unidad familiar.13 Para sobrellevar esta carga, se creó un vigoroso lazo entre el macho y la hembra durante todo el período de crianza de la prole. Es decir, que el mono desnudo adquiere una familia en regla.

      Se han presentado muchas hipótesis ingeniosas, inverosímiles algunas, casi todas inconsistentes, intentando explicar este hecho biológico. Según algunos, la denudación formaría parte del proceso de la neotenia. Se aduce que el aspecto del chimpancé en el momento del nacimiento (con pelo en la cabeza y lampiño el resto del cuerpo) podría confirmar esta teoría. Si el chimpancé prolongara esta condición de desnudez de pelaje durante su vida adulta, su aspecto de adulto sería más parecido al nuestro, sugiere Morris. Pero, en cualquier caso, la explicación neoténica de la desnudez humana explicaría solo cómo pudo adquirirse este nuevo estado, pero no dice nada del porqué ni del valor biológico de este estado para la vida y la supervivencia del ser humano en un medio hostil.

      La explicación más extendida es la que considera la desnudez como medio de refrigeración de un animal expuesto a las altas temperaturas que le acarrearían las fatigas de la caza.

      Son demasiadas las rarezas, desde un punto de vista zoológico, de esta criatura como para no preguntarse qué causa actúa tras de ellas y les da una explicación. Además de lampiño, es, según el propio Morris, un simio educado, monógamo, organizado, conquistador. La cuestión de su congénita desnudez, en lugar de aclararse, se entrelaza con otras y se complica, tanto que, al parecer, los zoólogos no aciertan a resolverla. Algunos, en su ansia de encontrar una respuesta, se echan en manos de mitos, como el del mono acuático y pescador. Pero, si no es un animal de vida subterránea ni acuática, ¿por qué se expone desguarnecido al influjo inclemente del ambiente? Por otro lado, la evolución habría emprendido en esta criatura una estrategia neoténica, con la que parece hacer lo contrario de lo que hace en los demás animales, es decir, detener la marcha evolutiva. Añádase a esto la fidelidad conyugal que ha permitido la colaboración de machos, la educación materna de la prole y la larga infancia necesaria para el aprendizaje de las crías. Como en un iceberg, bajo el rasgo de la desnudez de esta criatura se esconde un conjunto tal de dificultades que se tiene la impresión de que sobre la inicial interpretación naturalista del hombre pende una amenazadora espada de Damocles. Si todos los argumentos aportados para explicar la desnudez del hombre son del tenor de los indicados, lo razonable y procedente es, sin lugar a dudas, rechazar la reducción simiesca del hombre.

      Desde luego, ante una criatura tan extraordinariamente compleja como el hombre, no es posible plantearse preguntas limitadas exclusivamente al plano experimental. La razón alcanza muchos conocimientos valiosos sobre el ser humano, a los que la ciencia experimental (en este caso la biología)


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