Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá. Darell L. Bock

Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá - Darell L. Bock


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las naciones la asigna a sus seguidores en la gran comisión:

      «Id y haced discípulos de todas las naciones» (Mateo 28:19 a; ver abajo). Él reinará sobre ellos con su vara y desmenuzará a los que rehúsan someterse a Él (Salmo 2:9). Esto lo hace por medio de su Palabra poderosa y bajo su providencia soberana (Hebreos 1:3, 8-13; cf. Mateo 21:43-44). Por esta grandiosa esperanza, las naciones llenas de ira reciben una advertencia (Salmo 2:10-12):

      Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.

      Este Salmo continúa desarrollando el tema histórico y redentor de lucha y victoria que comenzó con el proto-evangelio. Palpita con optimismo histórico y sirve como un tratado posmilenial. Permíteme ahora considerar un ejemplo de los profetas.

      Isaías 2:2-4

      En Isaías 2:2-4 (y Miqueas 4:1-3) aprendemos que en los «últimos días» se observará la influencia universal y atractiva de la adoración a Dios, que requiere la dispersión internacional de la influencia del cristianismo. Esto resultará en un estilo de vida justo a un nivel personal y social, y paz a un nivel cultural y político. Isaías indica que durante los «últimos días» se observarán estas cosas —no en alguna época después de los «últimos días»: «en lo postrero de los tiempos» (versículo 2) quiere decir «durante». Según el Nuevo Testamento los «últimos días» comienzan con la venida de Cristo en el siglo primero.53 Cubren los días que restan de historia temporal hasta la segunda venida de Cristo, que será «el fin» (1 Corintios 15:24; cf. Mateo 13:39-40, 49). Son por tanto, los últimos días, después no hay más.

      «Judá y Jerusalén» (Isaías 2:1) representan a todo el pueblo de Dios, igual que «Israel y Judá» en Jeremías 31:31, donde el nuevo pacto específicamente se aplica a la iglesia internacional en el Nuevo Testamento (ver la discusión previa). Las referencias al «monte», a «la casa del Dios de Jacob», y «Sion» se refieren a la Iglesia. Según la revelación del Nuevo Testamento, la Iglesia es el punto principal (aunque no la totalidad) del Reino de Dios (Mateo 16:18-19); ella es el templo y la casa de Dios.54 Ella es la manifestación terrenal de la ciudad de Dios (Gálatas 4:25-26; Hebreos 12:22; 1 Pedro 2:6; Apocalipsis 21:2) y está sentada sobre un monte para influenciar al mundo (Mateo 5:14; Hebreos 12:22; Apocalipsis 14:1; 21-10). Cristo efectuó la redención (Hechos 10:39; Romanos 9:33; 1 Pedro 2:6) y el cristianismo comenzó (Lucas 24:47, 52; Hechos 1:8; 2:1ff.) en la Jerusalén histórica. La «ciudad de paz» histórica simboliza la ciudad de Dios, multinacional, y suprahistórica, desde donde, en ultima instancia, fluye la paz de Dios.55

      Isaías dice que la Iglesia de Cristo será confirmada (hebreo kûn) como «cabeza de los montes», indicando que ella estará «puesta permanente y visiblemente».56 Después de la frase introductoria «últimos tiempos», Isaías ha puesto la palabra «confirmado» para darle énfasis. En las representaciones del Antiguo Testamento, esta casa es gigantesca (Ezequiel 40:2); Jerusalén aumenta sus límites (Isaías 54:1-5) y es enaltecida (Zacarías 14:10). De igual manera, la Iglesia está confirmada para ser enaltecida sobre todo el mundo. Ella es un ente permanente y vivificante en la tierra; las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (Mateo 16:18), ni será removida (Hebreos 12:28).57 Tanto en Isaías 2:2 y Miqueas 4:1, el participio hebreo nifal se refiere a una condición que perdura, y lo mismo se implica en la representación de los versículos 3, 4 de la función de Jehová de enseñar, de juzgar entre naciones, y del estado de paz y seguridad que prevalece, cada hombre sentado debajo de su vid y debajo de su higuera y ninguno que tenga temor (esto último se menciona solo en Miqueas).58

      «Correrán a él todas las naciones» (Isaías 2:2) esto es, hacia la Iglesia para adorar al Señor, quien las salva. La fuerza política no les obliga; al contrario, la gracia de Dios les impulsa. Allí, ellos serán discipulados en sus caminos y en su Ley (versículo 3). El cristianismo se convertirá en un agente de influencia redentora y de gracia sobre el mundo. El río creciente de personas persuadiendo a otros «venid y subamos» a la casa de Dios (versículo 3) describe al evangelismo exitoso que conduce a una prosperidad evangélica.

      Con muchos convirtiéndose a Cristo en cantidades abrumadoras y recibiendo un discipulado en la Ley de Dios, sucede naturalmente una gran transformación socio-política (Isaías 2:4).

      Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra. (Isaías 2:4)59

      La paz para con Dios (versículos 2-3) es ocasión de la paz entre los seres humanos (versículo 4), la adopción derrota a la alienación. Esta profecía debería ser la meta de nuestras oraciones, «Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra» (Mateo 6:10).

      Mateo 13

      Al entrar al Nuevo Testamento, encontramos el profetizado reino escatológico entrando dentro de la historia. Las narraciones del nacimiento de Cristo reflexionan ampliamente y con gran expectativa en las promesas pactuales y llenas de esperanza del Antiguo Testamento (Lucas 1-2). El reino se acerca (griego engys) en el ministerio temprano de Cristo, porque el tiempo se había cumplido (Marcos 1:14-15; cf. Gálatas 4:4). El poder de Cristo sobre los demonios y sobre el reino de Satanás muestra que el reino viene ya durante su ministerio terrenal (Mateo 12:28). El reino no espera una venida futura, visible, catastrófica (Lucas 17:20-21). Por eso, aunque Cristo resistía al intento de hacerle un rey político (Juan 6:15), acepta adoración como un rey redentor (Lucas 18:38-40) y afirma ser un rey mientras está en la tierra (Juan 18:36-37). Es formalmente entronado como Rey después de su resurrección y ascensión (Hechos 2:30-36). Desde entonces, oímos que su posición es «a la diestra de Dios» como un Rey.60

      Por todo esto, los cristianos del primer siglo le proclamaron Rey (Hechos 5:31; 17:7; Apocalipsis 1:5) con dignidad, autoridad y poder reales (Efesios 1:22; Filipenses 2:9). Desde ese tiempo, Cristo nos traslada a su reino cuando nos convertimos (Colosenses 1:12-13; 4:11; 1Tesalonicenses 2:12), nos organiza como un reino (1 Pedro 2:9; Apocalipsis 1:6, 9), y nos hace sentar místicamente con Él en su señorío (1 Corintios 3:21-22; Efesios 1:3; 2:6; Colosenses 3:1).

      En sus parábolas del reino en Mateo 13, el Señor bosqueja algunos de los aspectos básicos de su reino espiritual, dos de las cuales son especialmente útiles para el optimismo gradual del posmilenialismo, y ellas merecen nuestra atención. Pero primero, comentaré rápidamente las demás, puesto que las parábolas del reino forman una unidad.

      En la parábola del sembrador (Mateo 13:3-13), Cristo identifica los ciudadanos justos de su Reino: los que reciben correctamente la Palabra de Dios. De acuerdo con las expectativas posmileniales —y con los pactos de Génesis 1:26-31; 3:15; 12:2-3 y las profecías del Salmo 2:8 y Isaías 2:3— su cantidad aumentará grandemente: treinta, sesenta y cien veces (Mateo 13:8; cf. La bendición de Dios sobre Isaac en Génesis 26:12).

      La parábola de la cizaña (Mateo 13:24-30, 36-43) y la red (13:47-50) advierten que a pesar de un crecimiento increíble de sus ciudadanos, la manifestación historica del reino siempre incluirá una mezcla de los justos y los injustos. No habrá una separación entre ellos hasta la resurrección que ocurrirá durante la segunda venida para finalizar la historia. El reino nunca será perfecto mientras esté en la tierra.

      Las parábolas del tesoro escondido (Mateo 13:44) y la perla de gran precio (Mateo 13:45-56) hablan del valor incalculable y las bendiciones del reino. Las parábolas de la semilla de mostaza (13:31-32) y la levadura (13:33) nos instruyen acerca del desarrollo gradual y el resultado final del reino en la historia. Explicaré en mayor detalle el desarrollo gradual del reino, tal como se revela en estas dos últimas parábolas.

      La parábola de la semilla de mostaza nos dice: «Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas,


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