Comunicación en sesión. Eduardo Issaharoff

Comunicación en sesión - Eduardo Issaharoff


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      • Su interés en aportes de otras disciplinas para nuevos recursos en la tarea clínica.

      • El contacto con epistemólogos como Gregorio Klimovsky y lingüistas como Prieto, con los cuales discutía aportes posibles al psicoanálisis como disciplina científica.

      • Una intuición metodológica vinculable con su sensibilidad como músico lo que le hacía intentar exámenes de la producción discursiva e interesarse en variados matices de la comunicación intersubjetiva.

      En este contexto podemos esquemáticamente mencionar algunas peculiaridades del método terapéutico y sus articulaciones posibles con los niveles teóricos explicativos del psicoanálisis, que Liberman reconoció y les prestó particular atención. Él sostenía que había dos niveles o planos de la disciplina “psicoanálisis” pues mientras que sus niveles explicativos, teóricos o metapsicológicos, se centraban en el funcionamiento del aparato psíquico –aunque siempre incluyera las relaciones o vínculos intersubjetivos del mismo– la experiencia clínica se basaba en un constante intercambio entre dos sujetos. Aunque algunos sistemas conceptuales estaban más centrados en la relación –teoría de la transferencia, por ejemplo– se necesitaba agregar, para una mayor congruencia y posibilidad, modelos que –como la teoría de la comunicación– examinaran específicamente el intercambio.

      Una segunda cuestión se refería a la distancia entre los modelos explicativos y las vicisitudes de intercambio clínico en el método terapéutico.

      Un tercer campo de cuestiones problemáticas lo constituía la cantidad de léxicos y modelos conceptuales en los aportes posfreudianos, lo cual dificultaba el armado de un corpus integrado, no necesariamente homogéneo, de la disciplina.

      Finalmente, otra preocupación dentro de sus anhelos de respaldar el estatus del psicoanálisis como disciplina científica se refería a lo poco claro que resultaba el concepto de “base empírica” en el campo psicoanalítico y el interés de hallar alternativas al respecto.

      Si volvemos a examinar las implicancias epistemológicas, podemos rastrear en la obra de Liberman una serie de preocupaciones al respecto.

      La primera consiste en testear las teorías, problema complicado en que las respuestas no han sido históricamente sobresalientes, aunque existen intentos, como pueden serlo el grupo de Ulm con Thomä y Kächele a la cabeza. Este campo de problemas está en la base de las dudas que despierta un método, que para nosotros es tan valioso para el conocimiento del psiquismo humano, en la comunidad de los epistemólogos. Citemos a Adolf Grünbaum cuando afirma que las horas que dedicó al estudio del psicoanálisis lo convencieron de sus aspectos interesantes, pero critica marcadamente el déficit de los modos de testear las teorías.

      Nosotros creemos que David Liberman fue uno de los pocos psicoanalistas que, al tomar conciencia del problema, propuso un camino diferenciador, incluyendo dudas e interrogantes. Se trata de conjeturar acerca de la posibilidad de testear el proceso psicoanalítico a través del estudio de los enunciados lingüísticos, considerando la estructura sintáctica profunda de los mismos.

      En este sentido, en nuestra opinión, dichas propuestas deben diferenciarse de las de Ulm en cuanto al estudio de los problemas clínicos. La de Ulm nos parece útil para medir tasas de rendimiento en psicoterapia, pero en el caso del psicoanálisis la cantidad de variables del campo es tal que nos parece exigir otro tipo de análisis y,

      al parecer, igual que en otros campos –neurociencias– necesitamos abandonar ciertos sistemas conceptuales para enfocar el problema de la mente o del aparato psíquico.

      La propuesta de testeo que introduce Liberman consiste en evaluar el “proceso” a través de muestras cuantitativas y cualitativas, mediante el recurso de analizar la estructura lingüística, semiótica y sus variaciones.

      Aceptando el presupuesto de que el proceso constituye este tipo de estructura testeable, surgirían alternativas para inferir (testear) adecuación explicativa, indicadores de cambio y otros de no cambio. Desde ya que dicha propuesta no permite una solución definitiva a la cuestión del testeo –basta recordar que la respuesta de Wallerstein a la crítica de Grünbaum a través de los cambios de la clínica psicoanalítica contemporánea, no ha sido satisfactoria, según Grünbaum– que es de gran complejidad y tal vez con un margen de imposibilidad, pero se trata de una propuesta que permitiría armar registros de procesos clínicos, lo cual también debe reconocerse en otros desarrollos que analizan protocolos. Es una herramienta para producir nuevos conocimientos. Supone una búsqueda, si se acepta que necesitamos diagnosticar las dificultades epistemológicas del psicoanálisis; sin avalar la idea de que el psicoanálisis inventó una nueva epistemología, coincidimos en la complejidad y el desborde de variables de nuestro campo.

      Subrayamos la opinión de que “apertura” no es equivalente a “solución” y lo ejemplificamos con el estudio que hizo Liberman de los estilos, con nociones surgidas fuera del campo del psicoanálisis, implicando también una apertura para el nuevo desarrollo de los estudios clínicos del mismo.

      Una segunda preocupación epistemológica central en Liberman, en su intento de ubicar al psicoanálisis como disciplina científica, fue señalar su carácter de disciplina empírica. Recordemos que uno de los capítulos de su obra principal Lingüística, interacción comunicativa y proceso psicoanalítico[5] se titula “El psicoanálisis como ciencia empírica”. Si bien el término “empírico” tiene una singular historia, desde los aportes griegos al empirismo inglés y el vienés, queremos rescatar lo que podría constituir una posición eje, a saber, que todo conocimiento científico pretende referirse al mundo. En esta perspectiva, “empírico” para Liberman, implica que las teorías no pueden despegarse de la clínica, sino que necesitan dar cuenta de ella.

      Si definimos entonces “empírico” por aquello de lo que las teorías dan cuenta, en el caso del psicoanálisis se trata del funcionamiento de la mente humana en su plano de salud y perturbación; en este sentido, Liberman respetó el modelo freudiano, en cuanto a definir un modelo normal del funcionamiento del aparato psíquico para estudiar y ordenar sus desviaciones patológicas que se evidencian también dinámicamente a través de la noción de “proceso”.

      Pero ¿cómo conceptualizó Liberman lo “empírico”? Debemos distinguir varias propuestas:

      • Definir en qué consiste la observación clínica.

      • Organizar la observación mediante entidades que sirvan de nexo con los términos de las teorías, lo que Liberman define como “reglas de correspondencia”.

      Para aislar con fines expositivos algunos de los ingredientes de la observación clínica en Liberman, destaca la intervención de los órganos de los sentidos en lo que podríamos llamar “estrategias perceptuales” y que implicarían distintos modos de exploración del mundo, de lo cual emergen redes de observaciones incorporadas a la clínica.

      En este primer paso de la observación se puede sostener que cada sentido tiene diferentes propiedades témporo-espaciales en su funcionamiento. En el mundo visual los elementos se perciben en forma instantánea, mientras que en el auditivo se perciben en forma secuencial.

      Nos resulta importante esta conceptualización de las estrategias perceptuales porque contribuye a construir las nociones de estilos –junto a los estudios comunicativos de Ruesch– y a ubicarlos en perspectivas psicopatológicas.

      Liberman las articuló a su conceptualización de función yoica, que comprende la noción del “yo idealmente plástico” como estructura que integra las distintas informaciones, incluyendo las perceptivas que recibe del mundo exterior “no yo”. También pueden concebirse los estilos, como modalidades que incluyen estrategias perceptivas diferentes, con lo cual se establecen nexos conceptuales entre los conceptos de “función del yo” –en perspectiva salud/perturbación– y los estilos –en las mismas perspectivas– y en cuya composición las estrategias perceptuales diferentes implican un fuerte vínculo con lo empírico observacional del funcionamiento psíquico.

      Con respecto a la problemática de la clínica, en cuanto al interés de conceptualizar


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