La niñez desviada. Claudia Freidenraij

La niñez desviada - Claudia Freidenraij


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correccional específica para menores varones del país.

      El capítulo 6, “La vida en el reformatorio”, se ocupa de historizar los vaivenes que marcaron los primeros años de funcionamiento del correccional de menores y las discusiones que suscitó este primer establecimiento dedicado exclusivamente a ellos. Con este fin, nos detenemos en el escándalo desatado en 1900 en torno a los castigos corporales y el maltrato de que eran objeto los niños por parte de los curas y el personal subalterno que administraba el reformatorio, episodio que, a su turno, dio pie a la salida de los religiosos de la dirección del establecimiento e inició la “era laica” de este. La modernización del reformatorio a partir de 1902 se remonta a partir de dos ejes: por una parte, el lugar del trabajo como clave del tratamiento correccional; por otra, la puesta en pie de un pretensioso dispositivo de producción de conocimiento sobre los presos, la Oficina de Estudios Médico-Legales. El objetivo aquí es reconstruir, hasta donde es posible, la vida y las experiencias de los menores en el reformatorio.

      Finalmente, el epílogo titulado “La constitución de un archipiélago penal-asistencial”, ofrece una serie de reflexiones finales, una suerte de balance y una propuesta de lectura del problema de la delincuencia infantil y juvenil en el período 1890-1919 como formando parte de una trama múltiple. Como dijimos, la noción de archipiélago resulta útil para pensar las relaciones de poder que atravesaron a la infancia de las clases trabajadoras, para indicar el carácter nómade de un sector de niños y jóvenes que transitaron por una serie de instituciones, agencias, reclusorios, oficinas y mazmorras muy vinculados entre sí. Policía, defensorías, asilos, reformatorios y leoneras fueron agencias estatales que, no sin conflicto, formaron parte de una trama más amplia, a través de la cual el Estado ejerció la tutela sobre un sector de la población infantil.

      * * *

      En la reelaboración de la tesis doctoral que condujo a este libro pasaron prácticamente cinco años en los que seguí trabajando una serie de problemas que habían quedado a la vera del argumento central que se desarrolló en la tesis. Esos “cabos sueltos” constituyen derivas de esa investigación madre, que fueron discutidos en reuniones científicas y publicados en libros y revistas del país y del exterior. Algunas de esas conclusiones se han incorporado parcialmente en la redacción de este libro, aunque se ha cuidado mantener los argumentos iniciales tal como fueron concebidos originalmente: si bien ninguna de esas derivas vino a contradecir seriamente las hipótesis de trabajo y la idea matriz, considero que sí han complejizado mi mirada sobre los problemas del campo de estudios de la infancia y de la historia social del delito y la justicia. Por otra parte, me parece oportuno señalar que por cuestiones de espacio se ha eliminado el estado de la cuestión que formaba parte de esta introducción, ahorrándole a quien lea muchas páginas de diálogos historiográficos con los campos de los que hace años vengo aprendiendo. Asimismo, en función de privilegiar la fluidez de la lectura, he omitido una extensa reflexión metodológica que interesa apenas a unos pocos trasnochados que, como yo, alucinamos con los problemas de las fuentes. A quien le plazca, los puede consultar en línea en mi tesis “La niñez desviada: la tutela estatal de niños pobres, huérfanos y delincuentes en Buenos Aires, 1890-1919” (Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 2015).

      1. Las leoneras policiales o cuadros del departamento eran denominaciones corrientes de la época que referían a los espacios de detención con que contaba la institución policial para mantener privados de libertad a los individuos encausados hasta tanto se ordenase judicialmente el pase a un establecimiento penitenciario. Bajo esa denominación entraban tanto los calabozos de las comisarías y del Departamento Central como los galpones que oficiaban de depósitos de detenidos.

      2. José Luis Duffy, nota de la dirección de la Cárcel de Encausados, 25 de enero de 1906, en Memoria del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, 1905, Buenos Aires, Penitenciaría Nacional, 1906, pp. 429-430, mi subrayado.

      3. Roberto Gache, La delincuencia precoz: niñez y adolescencia, Buenos Aires, Lajouane y Cía., 1916, p. 14.

      4. En cambio, los defensores de menores parecen haber manejado una población ciertamente más amplia en términos etarios, ya que ellos eran los responsables de la vida de todo menor huérfano, abandonado o que no estuviese sujeto a la patria potestad de otros adultos.

      5. José B. Zubiaur, La protección al niño: estudio de las principales disposiciones del Código Penal argentino sobre los menores de edad y de los medios de protección y corrección para los mismos (tesis de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, UBA), Buenos Aires, Luis Maunier, 1884, pp. 30-31.

      6. Los editorialistas del diario La Nación consideraban que tener “cierta tolerancia con los excesos y extravíos juveniles” era lógico y esperable, pero advertía sobre las consecuencias de esa tolerancia cuando lo que se buscaba era “no herir hogares respetables” a los que pertenecían los “caballeritos de malas costumbres”, con sus “hábitos consuetudinarios de pendencia, embriaguez, estafa y homicidio más o menos alevosos” (“Un grave peligro social”, La Nación, 2 de febrero de 1898).

      7. Roberto Gache, La delincuencia precoz, p. 48.

      CAPÍTULO 1

       Infancias urbanas

      Conocemos perfectamente la forma en que vive la mitad de nuestros niños, esto es, los que constituyen la población escolar […] Pero respecto de los medios de vida y forma en que la otra mitad de nuestros niños se desarrolla se ha escrito poco. Sin embargo, ellos constituyen la otra mitad, compuesta por los niños obreros de la ciudad de Buenos Aires.

      Alejando Unsain, “De la escuela a la fábrica”, 1910

      En este capítulo mi intención es insertar a la niñez de la clase trabajadora en la dinámica de las transformaciones urbanas que experimentó la ciudad de Buenos Aires desde fines del siglo XIX y, desde allí, procurar una reconstrucción de los principales rasgos de su vida cotidiana, sus prácticas, sus rutinas, sus juegos y sus sociabilidades.

      Me interesa hacer pie en los modos de habitar la ciudad de esta infancia y juventud plebeyas, así como “revisar” las marcas de la infancia y la juventud en ella. ¿Qué sabemos sobre la vida de los niños y jóvenes pertenecientes a las clases trabajadoras que habitaban la ciudad de Buenos Aires hacia fines del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX? ¿Qué espacio ocupaban y qué papeles jugaban? ¿Cómo inscribían su vida en el espacio urbano?

      Si bien hay una coincidencia general en otorgar a la calle un lugar central en los diagnósticos y las clasificaciones que las elites morales realizaban de la población infantil, lo cierto es que poco se ha explorado el problema de la inscripción real y efectiva de los niños en el espacio urbano; más bien se ha atendido el lugar que la calle ocupaba en el imaginario y las representaciones que de los menores elaboraba la elite (Talak y Ríos, 1999; Zapiola, 2007a, 2010a).

      El capítulo se organiza, en primer lugar, sintetizando los rasgos más generales de las transformaciones de Buenos Aires de fines del siglo XIX. En segundo término, atiende a las peculiaridades de los modos de habitar de la niñez de la clase trabajadora en vinculación con la fuerte presencia infantil callejera. Luego, se detiene a sopesar sus vinculaciones con


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