Lunes por la tarde… Tomo 2. José Kentenich

Lunes por la tarde… Tomo 2 - José Kentenich


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de varón! ¿Qué queréis ver en Juan? ¿A un hombre arrastrado de un lado a otro por el viento? ¡Qué va! ¡No es un hombre que esté siempre mirando lo que hacen los demás! Es un hombre que tiene el coraje de nadar contra la corriente. Es una vigorosa figura de varón26.

      Y si contemplamos hoy ante nosotros al Señor y a la Santísima Virgen tal como bendicen la casa, la familia de san Zacarías, y si vemos cómo bendijeron la casa a través de esa figura vigorosa de varón y figura virginal de lirio, se despertará también en nosotros el anhelo de que nuestra familia pueda engendrar asimismo hijos como él.

      Si contemplamos el altar, hoy no vemos solamente rosas sino también azucenas. Eso debe señalarnos qué fuerte es también nuestro anhelo de que, de nuestras familias, broten azucenas.

      ¿Qué entendemos por azucenas? Son hombres virginales que se entregan de forma total e indivisa a Dios. Por supuesto, es una gracia el ser llamado a un carisma tal, a una tal condición de azucena. Pero donde la Santísima Virgen posa su pie, allí crecen azucenas, no sólo rosas.

      ¿Habremos visto ya lo suficiente en la segunda familia y en la segunda visita de la Santísima Virgen? ¿Entendemos qué significado tiene una consagración de familia como ésta?

      ¿Y qué obra esta visita? Basta con que escuchemos dos frases que aquí se pronuncian, que pronuncia la Santísima Virgen. Es casi como si ella repitiera el Acta de Fundación: «Señor, no tienen más vino».

      Como ven, la Santísima Virgen está preocupada por las pequeñas cosas de esta familia. No tienen más vino. Sí, ya han bebido suficiente vino, pero están en un aprieto: se les ha acabado.

      O, más adelante, vienen las preocupaciones por la educación de los hijos. La Santísima Virgen asume la responsabilidad también por el hijo que la madre lleva en su seno. También el niño debe ser regalado y consagrado hoy con los padres. No tienen más vino: es una y otra vez la preocupación de la Santísima Virgen en virtud de la alianza de amor que hoy sella con la familia.

      Mi querida Familia de Schoenstatt, así es la alianza de amor que la Santísima Virgen sella hoy con una familia.

      Y puedo imaginarme muy bien que todos los padres que el 2 de febrero sellaron la alianza de amor dicen ahora: ¡Oh, si mis hijos estuvieran ya preparados! ¡Si también yo pudiese decir: mi casa y yo nos hemos consagrado por entero a la Santísima Virgen, y ella nos utiliza como su instrumento!

      La Santísima Virgen va hoy desvalida por el mundo. Tiene la gran misión de depositar el mundo a los pies de Cristo. Por eso anda en busca de familias y, entre las familias, especialmente las de la generación joven.

      Nuestra familia Horning sellará así hoy en su conjunto su alianza de amor con la Santísima Virgen. Y nosotros nos alegramos de corazón con ella.

      Y nosotros, los padres de otras familias, queremos pedir a la Santísima Virgen una gracia semejante para nuestra familia.

      Por eso, todos queremos depositarnos a nosotros mismos, depositar todos nuestros deseos y a todos nuestros hijos en la patena, y ofrecérselo todo de nuevo al Dios trino por las manos de la Santísima Virgen. Esperamos, entonces, que de esta pequeña fiesta del día de hoy brote una inmensa bendición para nosotros, para nuestros hijos y nuestros nietos.


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