The Empire. Nathan Burckhard

The Empire - Nathan Burckhard


Скачать книгу
púrpura adornando sus ojos era un claro indicio de cansancio.

      Creed dibujó una sonrisa apacible, suavizando incluso los músculos de su rostro que carecía ya de color, la muerte de su padrino y su joven hija habían hecho estragos en la seguridad y el corazón Creed pasándole una factura para nada singular en sí mismo —Al igual que tú, ya no disfruto de estas fiestas —le alcanzó a Salvatore una de las copas, quien aceptó gustoso el pequeño gesto.

      —Sé que es duro, es duro para todos, después de años no tengo ni la menor idea de cómo conseguí todo esto, de cómo encajar, aparte de odiar tu corte de cabello, que por cierto es un asco ¿Qué rayos te hiciste? —masculló entre dientes intentando darle un poco de sabor a la conversación y no dudaba que al final de la noche tendría a una de tantas jovencillas en su cama, disfrutando de la velada y del buen sexo ocasional.

      —Nada, solo estoy agotado.

      —Solo un consejo de amigo Creed, aparte de que en serio, en serio te vez muy mal —hizo un rictus con la boca en un intento de no ser grotesco con su visitante y muchos menos ahuyentarlo por lo dicho —Primero que nada, espero no te molestes pero ante todo esto supongo que no habrás regresado ha —volvió el rostro viendo a Creed quien enarcó las cejas ante tantas vueltas que daba en aquel comentario.

      —Puedes decirlo Sal, no es tabú y muchos menos una palabra que te saque ronchas. Drogas, no, sé que mi semblante es de mierda, ya que no puedo conciliar el sueño de tan solo pensar que los abandone de alguna manera, a Nicolay por no haberlo obligado a ir con una escolta y a ella por no haberme quedado a su maldito lado día y noche, de alguna manera no me lo perdono, pero créeme, no regresaré a ese mundo oscuro y de ignorancia, a ese mundo sucio y tétrico, ya que si me hundo en él jamás saldré.

      —En verdad lo siento, solo que me preocupa tu estado de salud, sé que nos ha afectado a todos, separando nuestros caminos de una manera tan inusual pero debía decirlo, estar seguro de que estás en un 100 % limpio.

      Soltando un suspiro, Creed negó con la cabeza, sabía que Salvatore intentaba animarlo, hasta sabía que en el trascurso de la noche le presentaría bellezas y mujeres dispuestas a tener una noche con él, pero ambos estaban de igual manera molestos con todo lo sucedido, levantó su copa intentado cortar esa conversación que de seguir sería más un tipo de intervención, en un brindis silencioso junto a su anfitrión ambos sonrieron —Un brindis por el hombre que intentó hacer la diferencia —mencionó en un tono discreto —Por la mujer más decidida y terca —no pudo evitar sonreír al recordarla, no pudo evitar mostrar el escozor de las lágrimas por salir, Creed estaba seriamente afectado.

      —“Nashim krestnym ottsom” (Por nuestro padrino) —dijo Salvatore en perfecto ruso.

      —“Dlya moyey russkoy printsessy” (Por mi princesa rusa) —sin darle tiempo a más, Creed empujó su copa hacia sus labios, bebiendo el contenido de un solo sorbo sin poder sentir siquiera el ardor habitual de la bebida al pasar por su garganta, estaba entumecido, estaba en automático, estaba ya sin corazón, maldición, la extrañaba a no poder más.

      Salvatore al verle de esa manera, intentó cambiar de tema de manera rápida —Creo que quejarme ya no viene al caso.

      —¿Te quejas? Si tendrás más acción de la que yo he tenido en dos años. Vamos hombre te lo estás tomando apecho, mírame a mí… Y mi corte, significa madurez —se señaló a si mismo con mucho orgullo —Todo un bombón y hazme un favor, disfruta de la velada… Tú velada, tu éxito…

      —Creed… En serio si no fueras mi amigo no sé qué habría hecho contigo hace tiempo —hizo una pausa, intentando buscar las palabras adecuadas —Podemos buscar nuestro entreteniendo para esta noche ¿No crees? Vamos debes divertirte un poco, disfruta tú de la velada también.

      —Ya lo creo, pero puedes lucirte esta noche en vez de estar allí enojado y llorando por el pasado…

      —Y en serio ¿Dos años? —preguntó con una sonrisa dibujada en su rostro.

      Creed negó con la cabeza y lanzó una carcajada ronca y menos estridente —De toda la conversación, lo único que pudiste retener fue que no tuve sexo por dos años, bueno a comparación tuya yo puedo abstenerme y estar en celibato de alguna manera.

      —Va… Dos años es mucho, yo tengo sexo todos los días y si me mantuviera célibe creo que moriría ante la abstinencia.

      —Antes sí, mi vida sexual era divertida, pero luego cuando volví a verla, a vigilarla entre la distancia, quise pertenecerle solo a ella, tenerla a ella única y exclusivamente, y desde que se fue no puedo…

      Salvatore sabía perfectamente como era esa sensación, las viejas heridas quería cerrar pero aún parecían estar frescas y no pudo reírse, ya que él también había perdido a la mujer que amaba, no pudo evitar también recordarla, sus pensamientos lo llevaron lejos de esa fiesta, recordando su sonrisa, el sonido de su risa, su cabello, la textura suave de esa piel nacarada hasta que una risa parecida lo empujó a la realidad, esa cruda y no tan amarga realidad, quedando hipnotizado ante la melodiosa risa.

      —Amigo… Regresa a la tierra —le dijo Creed, obligándole a levantar la mirada, habían perdido el hilo de la conversación —Mira tienes a tantas bellezas esta noche —mencionó, a diferencia suya, sabía a la perfección que Salvatore tenía la tendencia de tratar de compensar ese dolor pasado con la compañía de mujeres hermosas y jóvenes colgando de su brazo y desfilando por su cama, pero podía ver que ello no llenaba ese vacío interno, no era feliz intentando catapultar su dolor fuera, Creed había notado que estaba descontento con todo y que el éxito obtenido en sus proyectos de arquitectura, tiendas y hoteles se debía a la mano e intervención santa de su padrino, pero el inicio de su fortuna y éxito se debía a esa irrefrenable sed de venganza y despecho. Pero quien era él para juzgar cuando él hizo lo mismo, pero cuando la conoció la perspectiva de su vida cambió drásticamente, dándole un sentido más ameno y dulce a su vida, solo para verla morir y destruirse a sí mismo con el dolor y la pena, con el vacío que tuvo años atrás de vuelta en su pecho.

      —Ninguna en esta noche logre sacarme de mi ensimismo —inspeccionó la habitación de manera rápida, pero su vista se detuvo en una escultural morena al otro lado del gran salón, su vestido azul oscuro mostraba su espalda y su piel tersa, estaba conversando con uno de sus inversores potenciales.

      Salvatore se llevó la copa a los labios, intentando saborear su bebida y viéndola desde el borde de su copa, pudo sentir un escozor interno, una chispa especial, había encontrado a una mujer candente con la cual podía compartir unas horas de placer, pero el inexplicable cosquilleo le hizo sentir nervioso, ya que por muchos años, por quince años jamás sintió nada por una sola mujer, más que solo placer.

      Creed se dio cuenta de aquella mirada, un brillo, una intensidad que podía distinguirse hasta la distancia, volvió el rostro para poder ver a la mujer y supo de inmediato que debía advertirle antes de que cometiese estupideces únicas de ese testarudo siciliano, en sus años de conocerlo, sabía que él era tan terco y obstinado, que no pensaba en las consecuencias más solo actuaba y luego trataba de ver que las consecuencias de sus actos podían ser minimizadas con dinero o preciosos regalos, cómo olvidar que ese defecto en sí, fue lo que destaco en su elección, su padrino supo desde el momento en que lo vio en esa plaza decidido a seguir a ese auto al pie de la iglesia que ese muchacho tenía mucho carácter y determinación, algo que carecía en algunos hombres que tenía a su mando.

      —Es casada —anunció en voz severa, advertirle sería solo el comienzo de más que severo dolor de cabeza y ni que hablar de ser la comidilla del día.

      —¿Qué importancia tiene eso? —hubo un acorde de intensidad en su voz —Antes eso no te detenía.

      —No cambies la conversación ni el tema. Cesare Gennaro es un hombre poderoso —respondió sin vacilar.

      —Cómo es que Gennaro pudo llamar la atención de una mujer como ella, tan joven, casi le dobla la edad… Le conozco, un rival poderoso pero carente de ideas innovadoras en este mundo que ya es tecnológico y virtual.

      —Sabes


Скачать книгу