Gilles Deleuze y la ciencia. Esther Díaz

Gilles Deleuze y la ciencia - Esther Díaz


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sustanciales sino viboreando sobre las rispideces del cambio y, por sobre todas las cosas, no olvidando que en la investigación no solamente invertimos en aquello a lo que llamamos conceptos, functores o perceptos, sino también en vida.

      Es asimismo del orden de la vida todo lo que se investiga o, dicho de otra manera, el investigador se enfrenta a fuerzas vitales que –mediante continuos movimientos moleculares– habilitan el sostenimiento de la cualidad explicativa de la ciencia, la cualidad pensante de la filosofía y la cualidad sensible del arte. La investigación, en el interior y en los bordes de su métier, está habitada por devenires que imponen como condición tender a lo imperceptible, de modo tal que los estados de cosas se transformen en functores, los acontecimientos en conceptos y la obra de arte en perceptos.

      El investigador creativo se difumina como ente empírico detrás de unos resultados que ya no lo contienen, pero que lo necesitaron para lograrse y alcanzar la innovación. Finalmente el investigador mismo deviene función, su pensamiento se desliza por los límites de las determinaciones evitando que ciertas moléculas se disparen sin meta ni destino y sabiendo que se trata sólo de una tregua en el caos, de un inestable equilibrio.

      Investigar así es como dar saltos sin saltar, como ser nómada desde una aparente inmovilidad. Esto es un secreto a voces entre los investigadores cuánticos, los físicos teóricos, los microbiólogos, los meteorólogos, los filósofos del movimiento y el cambio, los humanistas y científicos no sustancialistas y los artistas liberados de códigos domesticantes. Los nómadas, esos que dan saltos incluso sin moverse del lugar, pues existen muchas maneras de saltar.

      Acerca de la afinidad entre la epistemología deleuzeana y las ciencias sociales y humanas

      Fernando Martín Gallego[26]

      La pregunta por la afinidad entre la epistemología deleuzeana y las ciencias sociales y humanas

      La crítica de las ciencias humanas y sociales constituye un motivo presente en la obra deleuzeana ya desde sus primeros escritos monográficos: por una parte, en Empirismo y subjetividad, a partir del doble cuestionamiento de la incidencia psicológica del atomismo y del predominio asignado a la figura del contrato en el momento de intentar dar cuenta de la constitución de lo social;[27] por otra, en Nietzsche y la filosofía, a través de la denuncia del gusto científico por la pasividad, la reacción y la negación y, subsecuentemente, de aquella tendencia propiamente científica que se complace con ensalzar al hombre superior y festeja la constitución de rebaños.[28] En forma complementaria, el conjunto de El anti-Edipo puede ser considerado una suerte de ensayo de crítica epistemológica de las ciencias sociales y humanas[29] (reformulación de la noción clínica de deseo, de la pragmática del signo, de la concepción económica de la producción, de la teoría política del Estado, entre otras) que, aun cuando abre camino hacia la constitución de un renovado pensamiento de lo social, lo político y lo económico al cual resultaría injusto considerar posestructuralista[30] sin resaltar simultáneamente sus matices posfenomenológicos,[31] da cuenta de una propuesta filosófica que resulta difícil compatibilizar con el ejercicio de una ciencia que, en el orden de lo social y lo humano, se limite a defender un conjunto de prerrogativas derivadas del compromiso del conocimiento con lo verdadero.

      Para decirlo brevemente, en materia de problematización de lo social y lo humano, la actitud doblemente crítica del pensamiento deleuzeano pareciera implicar no sólo una marcada preferencia por lo filosófico que se desentiende de cualquier aproximación científica a ambos órdenes del fenómeno sino, más profundamente, una acusada tendencia hacia la recusación de cualquier tipo de intento de cognición científica de la sociedad y el hombre. Más aún, las dos primeras actitudes anteriormente mencionadas (i.e., la crítica las principales nociones de las ciencias sociales y humanas y el desborde, en un sentido filosófico, de sus presuntas limitaciones epistemológicas), actitudes que permiten resumir la inicial toma de posición deleuzeana frente a la cuestión del sentido y el valor de los saberes científicos sobre lo social y lo humano, no parecieran encontrar en el ulterior programa epistemológico expuesto a lo largo del capítulo quinto de ¿Qué es la filosofía? sino la justa realización de una propuesta que no sólo se desentiende por principio de las particularidades propias de cualquier intento de cognición científica del hombre y la sociedad sino que, además, se complace con elaborar una imagen de la ciencia y una concepción de su producto que, de resultar adecuada, no lo sería más que para el caso de las denominadas ciencias formales y de la naturaleza.

      Llegados a este punto, la misma posibilidad de existencia de una propuesta positiva capaz de integrar y, mejor aún, de constituir algo tal como una perspectiva propiamente deleuzeana en materia de epistemología de las ciencias sociales y humanas pareciera entonces tender a jugarse en torno a una cuestión precisa, a saber: aquella que pregunta por el grado de adecuación que resulta posible establecer entre su caracterización del producto de la ciencia –i.e., la noción de “functor”–, su concepción de lo científico –i.e., la ciencia como pensamiento creador– y la posibilidad de desarrollar investigaciones científicas que tomen por objeto de sus elaboraciones las cuestiones de lo social y lo humano y, más profundamente, por la efectiva existencia de desarrollos científicos que, en el marco general delimitado por estas cuestiones, resulten afines al propio programa epistemológico deleuzeano o, cuanto menos, al conjunto de problemas que dicho programa supone. Formulada de esta manera, la pregunta por el grado de adecuación que cabe asignar al programa epistemológico deleuzeano respecto de aquel conjunto de líneas de investigación que nos hemos permitido resumir bajo el nombre de ciencias sociales y humanas puede deparar más de una sorpresa: no sólo que existan líneas científicas de investigación efectivamente afines a la concepción deleuzeana de la ciencia sino que la posibilidad de visibilizar esa afinidad dependa, en una parte no menor, de nuestra capacidad para poner en cuestión, simultáneamente, las hipótesis que nos hemos permitido sostener no sólo en lo referente al estado de estructuración y segmentación del campo epistemológico del siglo XX sino también en lo relativo a la ponderación de la diversidad de criterios que han tendido a conducir los intentos de clasificación de las ciencias. Considerados desde esta perspectiva, el abordaje y el tratamiento de la afinidad que resulta posible asignar a la relación del pensamiento deleuzeano con las ciencias sociales y humanas supone no sólo una cierta comprensión del conjunto de condicionantes –tanto sincrónicos como diacrónicos– que la dinámica de las elaboraciones y los debates del campo intelectual francés del siglo XX ha tendido a inducir en la formulación de la propuesta epistemológica deleuzeana, sino también la exploración y determinación de la singular modalidad que el problema de la cognición científica de lo social y lo humano ha venido a asumir al interior de su pensamiento. Por lo demás, concentrar la atención sobre las tres dimensiones que permiten caracterizar la cuestión de la aproximación deleuzeana al fenómeno de las ciencias sociales y humanas permite precisar los principales objetivos de este escrito: en primer término, determinar el lugar que cabe asignar a la propuesta epistemológica de Deleuze al interior de la particular estructuración que el campo del debate filosófico sobre la ciencia ha tendido a asumir a lo largo del siglo pasado y, lo que es aun más importante, exponer la manera en que la afiliación de la propuesta deleuzeana a una cierta modalidad filosófica de problematización de lo científico –que, en principio, podríamos denominar “epistemología francesa”– ha tendido a condicionar su aproximación a las cuestiones propias de las ciencias sociales y humanas. Una vez precisado el emplazamiento que cabe asignar al programa epistemológico deleuzeano, resultará necesario presentar, aunque sólo fuere en esquema, aquello que puede ser entendido como el problema que guía, genera y condiciona su propuesta epistemológica y, en función de tal presentación, avanzar en la tarea de esbozar una somera reconstrucción de la concepción deleuzeana del producto de lo científico –i.e., el “functor”– que permita precisar la existencia de investigaciones en el campo de las ciencias sociales y humanas relativamente afines a su conceptualización de lo científico. Explorada ya la existencia de esa afinidad y para finalizar, será necesario realizar un breve repaso de la modalidad en función de la cual el propio pensamiento de Deleuze ha tendido a abordar la conceptualización de lo social y de la individuación humana, a fin de intentar explicitar un segundo problema epistemológico que su obra pareciera formular a las ciencias sociales y humanas.

      La epistemología francesa


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