Manual profesional del masaje. Jesús Vázquez Gallego
bajamos toda la columna y volvemos a subir hasta el trapecio.
En cualquier zona donde encontremos sensación de barrera, de nudo, es decir, donde encontremos crepitación debido a tensión muscular efectuaremos varios pases de cepillo mucho más cortos hasta que aparezca una buena reacción de hiperemia. La primera pasada es con la mano superficial; la segunda más profunda, y una tercera entrando dedos.
Llegando por tercera vez al trapecio, cepillaremos desde el borde paravertebral hacia arriba con nuestro dedo índice apoyado en la zona vertebral de forma lateral, no presionando, y sólo en dirección ascendente, tres o cuatro veces, y a continuación pasaremos por el cabezal de la camilla, al otro lado del paciente, para cambiar el brazo flexionado y girar la cabeza al lado contrario, e iniciaremos un nuevo cepillado ahora en la otra mitad de la espalda (fig. 10.6).
El cambio de posición del masajista debe efectuarse sin perder el contacto con la espalda, ya que esto siempre da mayor sensación de seguridad al paciente.
Figura 10.6a-b. Cepillo
Una vez terminado el cepillado en ambas mitades de la espalda, trabajaremos la región cervical, primero de un lado y después del otro. Para ello colocamos un pulgar apoyado en la región lateral del cuello y con los dedos índice y medio cepillamos desde el borde vertebral hacia el lado contrario primero y después desde la otra posición. La cabeza del paciente estará con la frente apoyada en las manos o bien si la camilla tiene agujero facial, colocará la nariz dentro de él.
El cepillado cervical será mucho más corto que en la espalda, ya que la musculatura tiene también mucha menos longitud.
Como final podemos cepillar la región de los cordones de forma simultánea con las dos manos al estilo Sambucy; es decir, situado el masajista a un lado de la camilla, aplica una mano en la región del trapecio, de un lado en dirección descendente y la otra mano en el cordón paravertebral lumbar en dirección ascendente, y cepilla con las dos manos a la vez. Llegadas al final de la columna, las manos intercambian su posición para repetir el movimiento dos o tres veces (fig. 10.7).
Figura 10.7. Cepillado de la región de los cordones de forma simultánea con las dos manos al estilo Sambuay
Podemos aplicarlo también y para terminar en los costados en forma de vaciaje, desde la mitad de la zona costal, yendo una mano en dirección contraria a la otra hasta la cadera y omóplato colocando las manos juntas o cruzadas.
Asimismo puede aplicarse en espaldas bien musculadas con nuestro antebrazo, según muestran las fotografías (fig. 10.8).
El mejor momento dentro de un masaje para aplicar el masaje de cepillo será a continuación de los amasamientos, ya que así tenemos el tono muscular más bajo y el músculo más relajado.
Figura 10.8. Presión con deslizamiento del antebrazo
El cepillado será:
• digital
• digitopalmar
• nudillar
En caso de contracturas agudas y dolorosas en las que se hace imposible aplicar amasamientos, el cepillo será la maniobra de elección para realizar antes de ellos, y siempre con la profundidad máxima, sin que produzca más dolor.
C A P Í T U L O
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MASAJE TRANSVERSO PROFUNDO DE CYRIAX
Lourdes Argote
El masaje transverso profundo (MTP) o “fricción transversa profunda” (en inglés Deep transverse massage) es una técnica muy específica de masaje puesta a punto por J. R. Cyriax. El fundamento de esta técnica es la movilización de la piel y el tejido celular subcutáneo sobre el músculo u otras estructuras profundas, como veremos más adelante.
Tal vez más que una técnica de masaje clásico, en el sentido literal de la palabra masaje, se la puede considerar como una movilización o “manipulación de los tejidos blandos”.
En Francia ha sido ampliamente difundida por Troisier, Meziere y Devos, entre los más entusiastas del método. En nuestro país, merced a las conferencias y seminarios de la Sta. Lourdes Argote.
El MTP se inició aplicado preferentemente en las secuelas de lesiones de partes blandas del aparato locomotor, en especial los síndromes álgicos postraumáticos en los que hay afectación de músculos, fascias, tendones, cápsulas, ligamentos y vainas sinoviales. Actualmente ha adquirido una gran relevancia y tiene un amplio campo de aplicación especialmente en secuelas de lesiones del aparato locomotor del deportista.
En líneas generales, con su aplicación se van a obtener dos efectos:
Figura 11.1. El Dr. James Cyriax
• El primero es que se genera una hiperemia local (hiperemia traumática) por medio de la fricción suave, más o menos dolorosa, pero enérgica (friccionar y no presionar). Esta fricción ocasiona una hiperemia generadora de analgesia.
• El segundo consiste en que se provoca una movilización de las fibras musculares, ligamentosas o tendinosas, con lo que se favorece la progresiva liberación y rotura de adherencias. El dolor disminuye paulatinamente a la vez que la función del músculo o ligamento tiende a restablecerse, mejorando la movilidad articular.
Cyriax recalcaba que la fricción profunda debe realizarse de forma muy exacta en el lugar de la lesión (y del dolor), ni por arriba ni por debajo (L. Argote), con un movimiento transverso y profundo que abarque toda la lesión (nunca será circular) y que la fricción es imprescindible realizarla por medio del dedo del terapeuta sobre los tejidos subyacentes lesionados. Dedo del terapeuta y piel localizada en el mismo punto de la lesión deben formar “un todo”, una unidad, que se desliza sobre la lesión. Para ello recomendaba “buscar la sensibilidad a lo largo de esa estructura lesionada seleccionando el lugar exacto de la lesión, cuyos límites se tendrán entonces perfectamente delimitados”.
Figura 11.2. Cyriax en el ligamento lateral externo (inserción distal)
Para garantizar la eficacia de la técnica se insiste siempre en que la maniobra consiste en friccionar transversalmente los ligamentos, músculos o tendones, no presionar. Es decir, la fricción será perpendicular a las fibras de la estructura lesionada que se trata, alcanzando la profundidad suficiente para obtener beneficios, y realizando un “barrido”. Si es longitudinal, desplaza únicamente fluidos (pero no es eficaz). Si es transversal, genera un movimiento de fricción de los tejidos sobre sí mismos, lo que constituye el objetivo de la técnica:
Figura 11.3. Cyriax en la epitróclea