La voz del corazón. Javier Revuelta Blanco

La voz del corazón - Javier Revuelta Blanco


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la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha dado la voz de alarma.

      Si deseamos liberarnos del estrés y la ansiedad crónica en los que vivimos, necesitamos dejar de hacer y comenzar a ser. La Tierra nos ayuda a ello. Solo tienes que acercarte a la naturaleza, respirar en la quietud del silencio y abandonarte a sentir. No hay que hacer nada. Solo escuchar. La Tierra te habla todo el rato. Es un ser dotado de una fuerza extraordinaria, pero también está lleno de sensibilidad y ternura. Arráigate en tu cuerpo y hunde tus raíces en su memoria. Trabaja con ella. Hónrala y hazle saber tu intención de colaborar en su propósito. Siente el latido de su corazón y, por favor, muéstrate compasivo hacia todos los seres que la pueblan. Las plantas, los animales e incluso los minerales elevan su nivel de conciencia y mejoran sus condiciones de evolución cuando decides amarlos. Sé humilde, aprovecha la oportunidad que te brinda la naturaleza y agradece su enorme generosidad. Establece con ella un compromiso basado en la lealtad y tenla en cuenta en todo lo que hagas. Ella es tu madre, tu Pacha Mama. Sin ella no existirías. Como afirma una tradición andina: «Sin amor a la Tierra, no tenemos lugar en el cielo».

      Este cambio energético a nivel global ha sido anunciado por las tradiciones de los antiguos pueblos de la Tierra. Las predicciones que hicieron los mayas, sobre todo, asombran por su precisión. Eran grandes astrónomos. Cartografiaron el cielo y lograron predecir acontecimientos pasados y futuros con una precisión admirable. Su calendario solar es más exacto que el nuestro y su tabla de eclipses lunares sigue vigente en nuestros días. Cuatro mil años después, los astrónomos siguen fascinados por la complejidad de sus cálculos numéricos. Muchos se preguntan si la sabiduría de este pueblo no estará escondiendo enigmas que la ciencia moderna aún no es capaz de desentrañar con ayuda de la tecnología80.

      Esta cultura tenía integrados el saber astronómico con el astrológico, es decir, usaban los mapas estelares para orientar la vida de las personas y decidir el destino de su pueblo. También fueron los más avanzados a la hora de hacer predicciones a largo plazo. Entre otras muchas cosas se dieron cuenta de que el Sistema Solar se mueve por la galaxia de forma cíclica. Observaron que cada dos mil años la Tierra modifica su ángulo de inclinación en relación a la bóveda celeste (el cielo visto desde la tierra), se alinea con un grupo concreto de estrellas (las constelaciones del Zodiaco) y entra en una nueva era. Al pasar de una constelación a otra, las influencias que recibimos del universo varían por lo que esta circunstancia habría contribuido al ocaso y al florecimiento de las civilizaciones humanas que han transitado por la Tierra. También calcularon que el planeta tarda veinticinco mil setecientos años en recorrer toda la bóveda celeste (en Astronomía se conoce como un ciclo precesional) y dividieron este periodo en dos intervalos: el día y la noche galácticos.

      Los mayas vislumbraron algo que la ciencia moderna admite ya sin reparos: el modelo heliocéntrico propuesto por el astrónomo prusiano Nicolas Copérnico en el siglo xvi (que imagina a los planetas girando en torno al Sol en órbitas circulares) junto a las correcciones hechas por el astrónomo y matemático alemán Johannes Kepler en el xvii (que dijo que las órbitas, en lugar de circulares, eran elípticas) ha quedado obsoleto. Este modelo sería correcto si el Sol estuviera inmóvil pero si asumimos que este se está moviendo alrededor de la Vía Láctea (a una velocidad de ochocientos veinte mil kilómetros a la hora) las órbitas de los planetas, en lugar de planas, deben ser helicoidales. El Sistema Solar tarda doscientos veintiséis millones de años en dar una vuelta completa a la Galaxia y lo hace de la misma forma en la que se expresa la vida, es decir, formando espirales.

      Ciclo Precesional

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      Modelo astronómico Helicoidal

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      Movimiento del Sistema Solar alrededor de la Vía Láctea

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      Los mayas anunciaron con acierto que el 21 de diciembre del año 2012 la Tierra culminaría un ciclo precesional. De acuerdo con sus profecías, estamos cambiando de era (dejamos Piscis y entramos en Acuario) y, en consecuencia, la humanidad vivirá un nuevo renacimiento y una etapa dorada. ¿Es posible que este cambio se deba a que nos estamos aproximando al centro de la galaxia? ¿La espiral que traza el Sistema Solar en su itinerario alrededor de la Vía Láctea ha girado hacia dentro y por eso la energía que recibimos es más intensa? Los mayas anunciaron que la Tierra aumentaría su vibración energética y con ella que se producirían grandes cambios en la humanidad. De acuerdo con su calendario estelar, estamos saliendo de la noche y entrando en el amanecer de un nuevo día galáctico que tendrá una duración de doce mil ochocientos cincuenta años, la mitad de un ciclo precesional.

      Sin embargo, afirmaron que, antes de que esta época dorada se haga realidad, viviremos un periodo de oscuridad. Un tiempo en el que la locura colectiva creará mucha destrucción y en el que se dará un cambio climático provocado en parte por el hombre. En el libro sagrado del Chilam Balam se dice81:

      Al final del último katum [periodo comprendido entre 1999 y 2012], el itzá [el pueblo] será arrollado […] Habrá un tiempo en el que estará sumido en la oscuridad y luego vendrán trayendo la señal futura los hombres del Sol: despertará la Tierra por el Norte y por el poniente. El itzá despertará.

      El Amanecer Galáctico

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      Los mayas vaticinaron que, después de esta noche oscura, los seres humanos encontraremos la paz en nuestro interior y nos volveremos más tolerantes y comprensivos. Estaremos dotados de una sensibilidad muy elevada y seremos capaces de integrar en nuestra vida las dulces e infinitas sensaciones del amor universal. Entre otras cosas presintieron que nuestra esencia será la gran fuerza que moverá al hombre del porvenir y que la utilizaremos para sanar de cualquier enfermedad. También anunciaron que la desintegración de la materia y su restitución en cualquier punto del espacio serán una práctica común en la sociedad (algo que la ciencia ha confirmado ya a nivel teórico). En cualquier caso, esta luz interior nos guiará para que desarrollemos nuestros designios sobre la Tierra a una fabulosa altura y nos regirá a través del amor, la perseverancia, la virtud, la sabiduría y la comprensión. En su visión: «el renacimiento de la humanidad va a depender de la rapidez con la que nos integremos al concierto universal».

      De acuerdo con los mayas, estamos saliendo de una noche oscura y entrando en el amanecer de un día galáctico que traerá grandes cambios y una nueva civilización a la Tierra.

      Desde una perspectiva espiritual, la Tierra está preparando las condiciones energéticas que sostendrán a la nueva civilización que hemos decidido concebir a nivel colectivo. En este sentido, el planeta está abriendo centros energéticos y memorias lejanas que permanecían dormidas desde hace miles de años. Digamos que la Tierra tiene su propia red neuronal. Ahora, lo que está haciendo es activarla y crear nuevas conexiones sinápticas.

      Dentro de esta red hay una serie de nodos que operan como centros neurálgicos. Son los espacios naturales sagrados (montañas, ríos, océanos, lagos, desiertos…) y las construcciones emblemáticas que simbolizan la identidad cultural de la humanidad (catedrales, templos, iglesias, monumentos, pirámides…). Estas últimas fueron creadas con el propósito de preservar la luz sobre la Tierra en un tiempo en el que reinaba la oscuridad. En su construcción se empleó una geometría muy precisa, capaz de resonar con energías de muy alta frecuencia. En algunos casos, su arquitectura es tan compleja y los cálculos numéricos que la sostienen son tan sofisticados y precisos que nadie acierta a comprender cómo fueron construidas.

      Tanto los espacios naturales como las obras humanas que se encuentran diseminadas por el planeta forman parte


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