Guerras A-D. Jesús A. Ávila García

Guerras A-D - Jesús A. Ávila García


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ángeles tomaron a Jessav y Agztran de la cintura y se elevaron en el aire. El hombre de ojos azul marino y la mujer de ojos celeste subieron a sus vehículos con sus respectivos cristales. Los ángeles se colocaron al frente del grupo. Al salir de la ciudad, Homian se adelantó hasta quedar junto a Ricgar y le preguntó:

      —¿En dónde está Lormin?

      —Decidió quedarse en el palacio. Nos reuniremos con ella cuando estén todos fuera de los cristales.

      Homian dirigió su vehículo a la posición que ocupaba anteriormente junto a Chash. A lo lejos podía ver un rayo de luz casi idéntico al que salía de la torre de Ciudad Zul, pero este tenía un color azul celeste, como los ojos de la mujer que llevaba a Adifer.

      8

      —¿Cómo se llama la ciudad a la que vamos? —preguntó Agztran a Gammar.

      —Ciudad Ropav. Le llaman la ciudad del vapor o la neblina.

      —¿La ciudad del vapor?

      —Cada ciudad tiene algo que la caracteriza. Ciudad Zul tiene la luz. Ciudad Ropav tiene vapor que cubre la ciudad como una neblina. Ciudad Erif es subterránea y tiene fuego y Ciudad Talcris tiene cristales y está bajo el agua. Además, cada una tiene un tipo distinto de ángeles, según la esfera de luz, pero eso lo explicaremos más tarde.

      —Solo una pregunta más. Ustedes nos dijeron a Jessav y a mí que seríamos parte del ejército de ángeles. ¿Vamos a poder convertirnos como ustedes?

      —Así es. Una vez que todos los priis sean sacados de los cristales comenzaremos su entrenamiento.

      A Ricgar, Gammar y Chash les era cada vez más difícil no responder las preguntas que les hacían. Afortunadamente tendrían tiempo suficiente. Los demonios no iban a atacar por un tiempo, ya que transportar personas a Primon acababa con su energía y necesitaban recuperarse.

      Ciudad Ropav se divisaba en el horizonte. Era también muy bella, aunque no se podía apreciar totalmente debido a la neblina. Al igual que en Ciudad Zul los edificios y el palacio estaban construidos sobre nubes. Los edificios tenían un estilo diferente a Ciudad Zul. Tenían una forma más redondeada. Las ventanas tenían forma de círculos. Algunos edificios tenían torres con techos en forma de cúpulas. Muchos tenían pequeñas alas a los costados como adorno. Los colores que predominaban eran el blanco y el azul celeste.

      El palacio parecía ser igual de grande que el de Ciudad Zul, pero era muy distinto. La puerta de entrada tenía forma redonda y era muy grande. A diferencia del resplandor amarillo protegiendo la entrada del palacio de Ciudad Zul, el de aquí era azul celeste. El edificio principal, que contenía la puerta de entrada, tenía dos alas enormes en la parte de arriba. Las alas se mecían ligeramente con el viento, dando la impresión de que estaban vivas. El edificio con las alas tenía un balcón, rodeado por una estrella de ocho picos. El palacio también contaba con una gran torre, de la cual salía el rayo de luz celeste que se podía ver desde lejos. La torre tenía a su alrededor anillos hechos de nubes. En Ciudad Zul caían chispas de luz alrededor del palacio; en esta ciudad caían lentamente nubes pequeñas de forma redonda.

      Llegaron a la entrada del palacio y Ricgar dijo:

      —Ahora tenemos que sacar a Adifer. Esperen aquí.

      Los dos ángeles y la mujer que llevaba el cristal de Adifer caminaron hacia la puerta.

      —¿Por qué no podemos entrar? —preguntó Homian.

      —Lo lamento. Para que ustedes puedan entrar al palacio Adifer debe invitarlos y en este momento no puede hacerlo. Deberán esperar aquí. Podrán entrar al palacio cuando Adifer esté libre —dijo Ricgar.

      —Quería ver cómo sacaban a Adifer del cristal —dijo Homian decepcionado.

      —Yo estaba cuando sacaron a Lormin y a Agztran de sus cristales —le dijo Jessav acercándose—. Te puedo contar lo que sucedió.

      El joven le contó con el mayor detalle que pudo sobre el interior del palacio y la manera en la que liberaron a sus amigos. Incluyó lo que había sucedido con Lormin y la piedra de poder. Al terminar el relato Agztran preguntó:

      —¿Ustedes no estaban dentro de un cristal?

      —No. Nos trajeron de otra forma.

      Jessav y Homian contaron la historia de cómo fue que Ricgar y Gammar trajeron las esferas de luz y las usaron para crear un portal. También habló de cómo llegaron hasta Ciudad Zul usando los vehículos voladores.

      —Chash, ¿sabes qué es la piedra de poder? —preguntó mirando a su consejero.

      —Sí, prii Homian. Es la piedra que los priis tienen en su frente. Es por medio de ella que pueden ejercer sus poderes.

      —¿Qué clase de poderes?

      —Llamar su vehículo, curar, un rayo de ataque y algunos otros.

      —¿Puedo hacerlos ahora?

      —No, prii Homian. Necesita recibir su piedra de poder en el palacio de su ciudad.

      —¿Cómo es la piedra de poder?

      —Así —dijo Chash alzando las manos sobre las cuales apareció la piedra roja en forma de cruz de cuatro picos.

      —Vaya, ¿también nuestros consejeros las usan?

      —Solo los priis tienen piedras de poder. Lo que yo tengo es una copia. Puedo usar el poder de la esfera de luz de Ciudad Erif, pero no es tan poderosa.

      Los tres jóvenes miraban la réplica de la piedra de poder que Homian usaría. Tenían más preguntas, pero decidieron esperar hasta que estuvieran reunidos con el resto de sus amigos. Homian dijo de pronto que quería dar un paseo para ver la ciudad y sin esperar respuesta subió a su esfera en llamas y se alejó volando. Chash le dijo mientras se alejaba:

      —Tenga cuidado, prii Homian. Sus ojos no pueden ver claramente a través de la niebla.

      Agztran se acercó a la entrada del enorme palacio admirando los detalles. Jessav miraba la estela de fuego que había dejado Homian y dijo:

      —A veces es como si Homian odiara a todo el mundo. Con excepción de Adifer.

      —Tal vez dice lo que piensa en el momento y por eso suena agresivo —comentó Agztran.

      Caminaron sobre la nube que sostenía el palacio. Tocaron el resplandor sobre la puerta y se sentía sólido, como una pared. Al regresar con el consejero de Homian notaron a dos personas que los miraban de lejos con los brazos cruzados.

      —¿Quiénes serán ellos? —dijo Jessav señalándolos discretamente. Eran dos jóvenes de estatura media, fornidos, de cabello rojizo y piel blanca. Eran gemelos idénticos.

      —Debe ser gente de la ciudad —respondió Agztran.

      —Pero tienen otras ropas. Además mira sus ojos, no son de color celeste.

      —¿Y por qué tendrían que ser de ese color?

      Jessav recordó que su amigo no estaba presente cuando explicaron que cada ciudad tenía colores y detalles distintivos. Explicó lo mejor que pudo.

      —Si sus ojos no tienen los colores de las ciudades, ¿crees que vayan a ser como nosotros? —preguntó Agztran.

      —¿Del ejército de ángeles? Podría ser. No sé cuántos ángeles tiene el ejército.

      —Cada vez tengo más dudas. No sé si las vaya a recordar todas.

      9

      —¿En dónde estoy? —preguntó Adifer aturdida.

      —Estás en Ciudad Ropav, en nuestro mundo —dijo Ricgar. La mujer de ojos rasgados y celestes se acercó a Adifer y la ayudó a ponerse de pie.

      —Ella es Narla, te llevará a tu habitación —le dijo Gammar señalando con la mirada la mujer rubia de ojos rasgados.

      —¿En dónde


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