Guerras A-D. Jesús A. Ávila García
que alcanzó cierta altura se detuvo y la estela desapareció.
La mujer detrás de Adifer era rubia, de estatura media y de ojos rasgados color azul celeste. Repitió la misma operación que la acompañante de Lormin. Solo que la pequeña esfera de luz era celeste y la piedra que apareció de ella tenía la forma de un rectángulo vertical con las esquinas redondeadas. También tenía un marco con un color más obscuro. De la piedra salió un rayo de luz y una figura se formó frente a la mujer. Apareció una nube rectangular de color azul celeste. La nube tenía alas blancas a los lados. El cristal con Adifer flotó y se colocó sobre la nube alada. Cuando la mujer subió junto al cristal, las alas se movieron rápidamente y la nube se elevó. Al llegar a la misma altura que su compañera, las alas aletearon lentamente y la nube con la mujer y el cristal de Adifer permaneció suspendida a la misma altura.
Llegó el turno a la persona detrás de Omjand. Era un hombre de estatura media, con cabello negro y lacio, de piel bronceada. Tenía ojos rasgados azul marino. Levantó las manos y apareció una esfera del mismo color que sus ojos. La piedra que se formó tenía la forma de un reloj de arena. De esta salió un rayo de luz azul marino y apareció un objeto flotando en el aire. Parecía una tabla de surf con pequeñas aletas en los costados. El cristal con Omjand flotó hasta colocarse encima de la tabla. En cuanto el hombre subió a la tabla, una esfera de cristal los cubrió por completo. Después se elevó dejando un rastro de pequeñas burbujas que se reventaban después de unos segundos. El vehículo se detuvo al alcanzar la misma altura que los demás.
Jessav y Homian observaron casi sin parpadear lo que estaba ocurriendo. Parecía sacado de un libro o de una película. Dedujeron que ahora sería Gammar quien haría lo mismo que las otras tres personas, pero no fue así. Se alejó un poco del cristal que contenía a Agztran. Tenía las manos en los costados y la mirada hacia el frente. Cerró los ojos y respiró hondo. Cerró los puños con fuerza. Un rayo de luz blanca cayó del cielo y lo rodeó iluminándolo por completo. La silueta se deformó y le salieron alas. El resplandor se desvaneció. Cuando terminó el proceso los ojos de Gammar resplandecían con luz blanca. La ropa que llevaba había cambiado a un color blanco brillante. En su espalda tenía el par de alas con el que los jóvenes lo habían visto siempre. El ángel tomó el cristal con Agztran. Sus alas se movieron rápidamente y se elevó junto con los demás vehículos.
—Ahora es su turno —dijo Ricgar mirando a Homian y a Jessav.
La persona con los ojos rojos repitió la operación de sus compañeros. Alzó las manos y apareció una pequeña esfera de luz roja. La esfera se convirtió en una piedra que tenía la forma de una estrella de cuatro picos. Al igual que las demás tenía un marco de un color más obscuro. De la piedra salió un rayo de luz y formó una gran esfera roja transparente. La esfera se dividió en dos idénticas. El hombre entró en una de las esferas y flotó hasta colocarse en el centro. La superficie de la esfera se cubrió de un fuego rojo llameante. El hombre hizo una seña a Homian para que entrara en el otro vehículo. La esfera en llamas se elevó hasta colocarse junto a los demás. Al subir, las llamas no se apagaban a pesar de que se agitaban con el viento, y al desplazarse formaba una estela de fuego.
Homian entró sin miedo a la esfera y sintió cómo flotaba en el interior. Automáticamente su cuerpo se acomodó en el centro. La esfera no se encendía y permanecía inmóvil. El joven no sabía qué hacer, pero sintió algo. Un instinto que despertó en su interior. Pensó en la esfera y la imaginó envuelta en llamas. La esfera se incendió al instante. Homian miró hacia donde se encontraban los demás flotando en el aire y voló hasta ellos. Estuvo a punto de estrellarse con una de las paredes, pero corrigió el rumbo en el último momento.
—Supongo que ahora sigo yo —dijo Jessav.
Ricgar asintió y colocó sus manos a los costados. Cerró los ojos y un destello de luz cayó del cielo y lo iluminó. Pasó lo mismo que con Gammar. Tras unos segundos estaba convertido en el ángel que Jessav vio en el sueño repetido. Ricgar se acercó, lo tomó de la cintura y los dos se elevaron para reunirse con los demás.
Las doce personas iban volando hacia la misma dirección. Al frente del grupo iban Ricgar con Jessav y Gammar llevando el cristal con Agztran. Atrás se encontraba Homian flotando en la esfera en llamas. Miró a Jessav y sonrió. El joven le devolvió la sonrisa. Por debajo de ellos había un campo con árboles y arbustos de color verde. El paisaje era hermoso. Luego de admirar un rato aquella vegetación, Jessav miró al frente. Se veía un gran rayo de luz amarilla que subía hasta perderse de vista en el cielo.
2
Viajaron por varios minutos. Jessav seguía admirando la vegetación que pasaba por debajo. Sintió un resplandor al frente y alzó la vista. Vio algo que le pareció imposible y sin embargo ahí se encontraba. Una ciudad donde todos los edificios estaban construidos sobre enormes nubes a diferentes alturas. Las estructuras variaban en tamaño y presentaban el mismo tipo de arquitectura. Ventanas con forma de óvalo y puertas con forma de estrella. La mayoría de los techos terminaban con una torre en forma de cono o en puntas más delgadas. Las paredes también tenían puntas que salían en diagonal. Predominaban el color blanco y amarillo en diferentes tonalidades.
Mientras se acercaban al centro de la cuidad, se veía gente salir por las puertas o asomarse por las ventanas. Todas las personas usaban el mismo estilo de ropa que llevaban Ricgar, Gammar y sus acompañantes. Pantalones y camisas de una tela que parecía seda. Otros usaban túnicas. La mayoría de las prendas tenía adornos con forma de símbolos que Jessav no podía leer. Los colores de las vestimentas encajaban perfectamente con los tonos de los edificios. El joven supuso que cada ciudad tendría sus tonos característicos, ya que los miembros del grupo usaban túnicas con diferentes colores.
Algo que llamó su atención de inmediato fue que la gente podía caminar sobre las nubes. Siempre que miraba al cielo se imaginaba cómo se sentiría andar sobre ellas. Sabía que era imposible pues estaban hechas de vapor de agua. Sin embargo, en este lugar la gente lo hacía como si fuera lo más normal. Homian y Jessav no podían dejar de mirar a la gente y a los edificios. Ricgar dijo:
—Esta es Ciudad Zul, donde se encuentra la esfera de luz amarilla, es por eso que todos los edificios de esta ciudad tienen ese color. Vamos hacia el palacio.
Jessav no tuvo tiempo de preguntar a qué palacio se refería. Quedó sin habla al observarlo. Era el mayor de los edificios de Ciudad Zul y se encontraba justo al centro sobre una nube gigantesca. Tenía el mismo estilo arquitectónico que las demás construcciones, aunque tenía ciertos detalles artísticos que lo diferenciaba. Estaba compuesto de varios edificios que armonizaban para formar uno solo. La construcción más grande se encontraba al centro, con una forma rectangular. El techo tenía forma de un cono enorme y con otros más pequeños a un costado. Se podía observar un balcón de forma redonda que daba al frente. Unas escaleras hechas por nubes llegaban hasta la puerta de entrada que era de gran tamaño. Los edificios anexos eran similares, aunque con diferentes dimensiones. Lo más espectacular era la torre principal. Era muy grande y estaba en el centro del palacio. Tenía un espiral luminoso que ascendía rodeando la torre. En la punta había una abertura de la que salía un grueso rayo de luz amarilla que subía y se perdía de vista en el cielo. Del rayo salían pequeñas chispas que caían sobre el palacio y sus alrededores, como si nevaran copos de luz.
El grupo se dirigió hacia la entrada del palacio que se encontraba completamente abierta y con un ligero resplandor amarillo.
—¿Qué es esa luz amarilla en la puerta? —preguntó Jessav mientras descendían.
—Es una barrera para proteger el palacio. Cualquier habitante de Primon puede entrar haciendo una cita. Para la gente que no cuenta con el permiso de entrar es como una pared. La barrera no puede lastimar a la gente. Funciona como una protección contra los demonios en caso de que hayan logrado penetrar hasta el centro de la ciudad.
Jessav observó a Homian y a su acompañante salir de la bola de fuego. Su amigo miraba el palacio con detenimiento. El cristal con Adifer, Omjand y sus escoltas permanecieron junto a Homian. La mujer que llevaba el cristal con Lormin y Gammar con el de Agztran caminaron hacia el palacio.
Al llegar a la entrada,