Tercera edad. Pilar Pont Geis
y conversar. La actividad física que aquí proponemos no se limita a la realización de una serie de ejercicios y de su mecanización, sino que proponemos toda una filosofía de la vida pensada para las personas mayores basada en una práctica de actividades físicas muy amplia.
Uno de los problemas principales de la sociedad actual y especial-mente de las personas mayores es la soledad. La soledad mal llevada puede ser la causa de multitud de situaciones problemáticas y de enfermedades, entre ellas, el infarto de miocardio.
La soledad es uno de los mayores enemigos del hombre, y puede ser la causa de multitud de enfermedades y trastornos psíquicos. Sentirse solo debilita, deprime y entristece; hay, pues, que evitar que las personas mayores se sientan solas. El principal problema no es tanto el hecho de vivir solo, de estar solo, sino de sentirse solo. Una persona que realice actividad física en grupo y se sienta integrada al mismo, difícilmente se sentirá solo.
“El hombre es indudablemente un ser social. Está hecho para la relación con otros hombres. Dos antropólogos tan distintos como M. Mead y Lévi-Strauss coinciden en ciertas grandes constantes humanas en la vida de relación de unos con otros, la necesidad de compañía, de conmiseración, la capacidad de comprender, la utilidad de con-llevar, la necesidad y el deseo de comunicar, la constitución de la vida comunitaria.”
“Si bien por un lado están las ‘macro-relaciones humanas’ que son las establecidas entre las grandes comunidades (naciones, países). En otra vertiente, está el mundo inmensamente más variado e inmesurable de las ‘micro-relaciones humanas’, las de grupo a grupo, de familia a familia, de hombre a hombre, de yo a prójimo y también de hombre a grupo humano, de familia a sociedad, de generación a sociedad establecida.” J. M. Cagigal, -Oh deporte/, Valladolid, ed. Miñón, págs. 140-141.
Son, pues, este tipo de relaciones las que a nosotros —como técnicos— nos interesan, y en las que podemos incidir, proponiendo a nivel de todos los grupos sociales de personas mayores las actividades que consideremos oportunas y más idóneas para conseguir que la relación de la persona mayor con el resto de la sociedad sea favorable, consiguiendo así mejorar su calidad de vida.
El ser humano debe estar en constante relación, pues vive en una sociedad, y debe sentirse vinculado a ella, sea por los medios que sea, por las vías que sean necesarias. Cada edad, cada grupo social, forma parte de la sociedad, y está unido a ella por diferentes vínculos y razones. En el momento en que una persona envejece y entra a formar parte del grupo de personas mayores, de jubilados, se le desvincula del nexo de unión social que tenía hasta el momento. Por lo tanto, será necesario buscar y crear otros vínculos, otras situaciones que le ayuden a integrarse a un grupo social.
La actividad física nos da la posibilidad de crear este vínculo. El hecho de acudir a un centro a realizar una actividad, en este caso gimnasia, yoga, natación, tai-chi, etc., no sólo va a suponer unos beneficios de tipo físico, sino también psíquico. No sólo se acude al centro para realizar una actividad, sino también para relacionarse, hablar, comunicarse, compartir, identificarse con un grupo, hacer amistades con personas del barrio con las que se tienen vivencias parecidas o similares.
Desde muy temprana edad, el ser humano se siente integrado, se identifica con el grupo social al que pertenece, al que acude (fuera del núcleo familiar) para realizar actividades y aprender. En principio es la escuela; más adelante, la universidad, luego, el centro, la empresa de trabajo y llegada la tercera edad, el grupo de personas que ocupan su tiempo libre con objetivos similares, y con las que se crea un vínculo, no sólo a nivel físico, sino también afectivo.
La actividad física es un hecho representativo de nuestra época que llega a todas las esferas sociales; para las personas mayores, es un “medio” del que disponen para relacionarse e identificarse con otras personas de sus mismas características. Y hacer un grupo de amigos.
La actividad física que planteamos tendrá siempre un cierto componente lúdico-recreativo, y no tan sólo utilitario, o sea, con el fin de prevenir o mantener la condición física. Proponemos también una actividad basada en el movimiento, en un movimiento sentido y vivido, a través del cual se interioricen las sensaciones y se llegue a conocer cada parte del organismo, cómo se mueve y cómo responde a los diferentes estímulos, cómo se desplaza y cómo se relaciona con el exterior. Hay que sentir la respiración, aprender a relajarse. Habrá que sensibilizar a las personas mayores de los beneficios que la práctica de la actividad física les va a aportar.
La actividad física implica movimiento y toda forma de movimiento implica relación y comunicación. Nos comunicamos no sólo mediante las palabras sino también con el cuerpo, a través del cuerpo en silencio y en movimiento. Las miradas, los gestos, los movimientos de las manos, de los dedos, de los brazos, de todo el cuerpo; la forma de moverse, de desplazarse, los gestos que adoptamos, las expresiones de la cara, la forma de reaccionar corporalmente frente a situaciones diversas, todo ello es comunicación. Está claro que no sólo nos comunicamos median-te la palabra, sino que la comunicación llega mucho más lejos y es mucho más compleja. Nos comunicamos también por medio de las sensaciones. Sensaciones agradables o desagradables que percibimos y sentimos de todo lo que nos rodea, ya sean cosas o personas.
Considero que una actividad física bien planteada puede ayudar a mejorar la comunicación con los demás, la aceptación de uno mismo y del prójimo. Para conocer, sentir y aceptar a los demás, es necesario que previamente nos conozcamos, sintamos y aceptemos a nosotros mismos. La actividad física puede ayudar a enriquecer nuestra relación con el mundo que nos rodea; puede colaborar a aceptarnos a nosotros mismos y a los demás. Nos referimos siempre a una actividad física pensada y preparada para las personas mayores, teniendo en cuenta en todo momento sus necesidades, motivaciones e intereses, sus capacidades físicas y psíquicas, sus vivencias y su forma de concebir el mundo que les rodea.
Proponemos una actividad física que no sólo implique movimiento, sino que, a la vez, implique expresión.
“La expresión a través del cuerpo es el lenguaje del gesto y cada gesto es un mensaje para uno mismo y para los demás.” Carme y Maria Aymerich, L’ Expressió; Mitjà de desenvolupament. Barcelona, col.lecció Nadal, La llar del llibre. 1980. pág. 53.
El tiempo libre
Otro de los aspectos que vamos a comentar en este capítulo es el del tiempo libre, ya que, para las personas mayores, la mayor parte del tiempo de que disponen durante el día es tiempo libre.
La sociedad nos ha educado para estudiar, trabajar, realizar actividades en casa, pero poco se ha dedicado a aprender a llenar y a utilizar el tiempo libre del que se dispone con actividades gratificantes.
“No disponemos en español de una palabra para designar este fenómeno social, cualitativa y cuantitativamente nuevo, que en francés lo expresan con el vocablo “loisir”, en inglés con “leisure” y en alemán con “musse”. La “schole” griega y el “otium” latino no significaban un período de tiempo o un intervalo de tiempo disponible a cualquier efecto; más bien era una particular disposición en la que se encontraba el individuo cuando quería dedicarse a tareas intelectuales o de estudio. El trabajo utilitario determinado por el interés o necesidades de la vida se definía como “negotium”, no-ocio y en griego como “ascholia”.
Los términos de los idiomas modernos que referimos no significan exactamente tiempo libre, pues éste puede no emplearse en nada. En el Larousse se dice que “loisir” son ocupaciones o distracciones a las cuales se abandona uno espontáneamente durante el tiempo que no es absorbido por el trabajo corriente. Para Dumazedier es un conjunto dinámico y complejo de ocupaciones voluntariamente empleadas en relajarse y divertirse, o para desarrollar la participación social, los gustos, los conocimientos o aptitudes después de haberse liberado de las obligaciones profesionales, familiares, sociales y culturales; no es sólo lo que resta del trabajo, es hacer algo. En cambio, el tiempo libre puede ser el “far niente”. El ocio clásico implicaba emplearse en algo, en un deter-minado tipo de ocupaciones que aportaba un efectivo enriquecimiento de la personalidad humana.
Las actividades del tiempo libre son una compensación al trabajo que aburre,