Tercera edad. Pilar Pont Geis
“Las actividades del tiempo libre están muy condicionadas por la capacidad económica, la clase social a la que se pertenece, la cultura y educación que se posee, los hábitos y la salud.”
J. Cavo y P. Sánchez Malo, Tipo de vida y envejecimiento. Empleo del tiempo libre en los ancianos, V Congreso Nacional de Gerontología, Valladolid, 1971, pág. 221.
En este gráfico, se puede observar cómo los diferentes grupos sociales o grupos de edad reparten su tiempo a lo largo del día.
El tiempo de trabajo. Es todo el espacio de tiempo que ocupan las obligaciones. Tiene un gran valor social, ya que se le considera como el más importante y, de hecho, es el que ocupa la mayor parte del día y al que se dedican todos los esfuerzos. En la infancia, los niños se pasan la mayor parte del día en el colegio, donde reciben unos aprendizajes y adquieren unos hábitos de conducta. Lo mismo sucede con los adolescentes y jóvenes que acuden al instituto y a la universidad. Su tiempo de trabajo lo dedican al estudio, a su formación y a prepararse para lo que posteriormente será su tiempo de trabajo real y a lo que se tendrán que dedicar durante toda su vida. La sociedad nos educa principalmente para llenar este tiempo de trabajo, y no tiene en cuenta los hábitos, actividades y la formación personal que se adquiere durante el tiempo de no-trabajo o tiempo libre. La forma de llenar el tiempo libre será el complemento al tiempo de trabajo. Pues son tan importantes y formativas las actividades que se realicen durante este tiempo libre, como las que se efectúan durante el tiempo de trabajo.
Este tiempo de trabajo existe durante toda la vida hasta la jubilación. ¿Qué pasa entonces con este tiempo? Cuando todo se convierte en tiempo de no-trabajo y tiempo libre, ello puede provocar múltiples consecuencias:
Se termina la fuente de relación con un grupo social muy importante, el grupo de referencia.
Se reduce el salario, y con ello, disminuye el poder económico.
Se produce una gran contradicción, ya que hay más tiempo libre para dedicar a otras actividades, pero sin embargo disminuye el poder adquisitivo. Hay que aprender a administrar la economía de nuevo.
Se crean situaciones y sensaciones de soledad.
Es fácil caer en situaciones depresivas.
Normalmente hay un rechazo de esta nueva situación.
Es importante, pues, que el tiempo de ocio esté distribuido de tal manera que llene este espacio que queda vacío con actividades gratificantes.
Hay que aprender a valorar el tiempo libre y aprovecharlo. Se requiere, para ello, una preparación previa a la jubilación. Es bueno, ya desde la infancia, crear unos hábitos de práctica de actividades gratificantes y compensatorias que llenen el tiempo libre, para, de esta manera, llegado el momento en que se dispone de todo el tiempo libre del día, ser capaces de disfrutar de él y aceptar la jubilación de forma positiva.
Una de las actividades de que se dispone para llenar este tiempo de ocio es la actividad física, ya sea realizando actividades gimnásticas de forma periódica, ya sea realizando actividades puntuales, salidas al aire libre, a la naturaleza, ya sea aprendiendo nuevos deportes, nuevas formas de movimiento.
No basta con tener horas libres para recrearse, hay que saber utilizarlas. Muchas y muy variadas son las formas de recreación y de llenar el tiempo libre de que se dispone, entre ellas: conciertos, teatro, cine, visita a museos, talleres de dibujo o pintura, actividad física, deporte, actividades al aire libre, excursiones, viajes, etc.
Considero que es una labor social y, por lo tanto, de las entidades públicas promover todas estas actividades y presentarlas a los grupos de personas mayores adaptadas a sus necesidades, intereses, posibilidades económicas, culturales y sociales, y educar a la sociedad para que participe de estas actividades, ofreciendo la posibilidad de práctica en qentros de reunión cercanos y céntricos e intentando llegar a todas las esferas sociales.
CARACTERÍSTICAS PSÍQUICAS
La involución del cerebro en el proceso del envejecimiento
Podemos estudiar el comportamiento humano desde dos puntos de vista; si bien por un lado la biología investiga a partir de un estudio neuronal del cerebro, por otro lado, la psicología nos ofrece un razonamiento basado en el comportamiento humano.
Así pues, desde el punto de vista de la biología, el cerebro es un órgano complejo, formado por más de 15.000 millones de células nerviosas específicas —las neuronas— que se comunican entre ellas para asegurar toda una serie de funciones: memoria, pensamiento abstracto, creatividad, lenguaje, noción de tiempo y espacio, coordinación de los músculos, etc.
El cuerpo percibe señales (calor, tacto, gusto, audición, etc.) que son transmitidas al cerebro en forma de estímulos específicos. Estos estímulos se transmiten de una neurona a otra para ser descifrados, integrados y tratados en zonas especiales del cerebro. A partir de estos centros, se dan órdenes que, transmitidas también por las cadenas de neuronas, permiten al hombre responder apropiadamente al entorno y a las señales que ha recibido.
El hombre está dotado, desde el momento de su nacimiento, de un número limitado de neuronas que no tienen la facultad de dividirse. Cuando una neurona muere no puede ser reemplazada por otra y cuando un grupo de neuronas va desapareciendo, la función que cumplían ya no se puede realizar.
Las neuronas se comunican entre sí por medio de mensajeros químicos llamados neurotransmisores. Esta comunicación depende del buen funcionamiento neuronal y de la síntesis y disponibilidad de los neurotransmisores.
Es el cerebro el que permite aprender. Desde que nace, y a medida que crece, el niño aprende a sujetar la cabeza, andar, coger los objetos, utilizar y comprender las palabras, almacenar información en su memo-ria, conocer el tiempo y el espacio, adquirir los comportamientos sociales y comprender el significado de los símbolos. Ya adulto, utilizará estas fuentes de información para desarrollar su vida cotidiana y profesional.
Para que el cerebro funcione bien, no sólo hacen falta las células nerviosas y un buen estado de los neurotransmisores. También es necesario que esté bien irrigado por la sangre, que utilice bien el oxígeno y la glucosa aportados por la sangre y que disponga de las enzimas (que son proteínas) necesarias para las reacciones bioquímicas que van a permitir la transmisión de la información de una neurona a otra.
¿Qué pasa con la edad? Se presentan simultáneamente una serie de alteraciones, que se desarrollan de manera progresiva.
-La cantidad de sangre que irriga el cerebro disminuye.
-El consumo de glucosa y de oxígeno por las neuronas se reduce en un 10 %.
-En las neuronas aparecen corpúsculos de lipofusina, o bien “pigmentos de la senilidad”.
-El número de neuronas disminuye : de un 25 a un 45 % a nivel de la corteza cerebral.
-Aparecen modificaciones estructurales a nivel de las neuronas y sus conexiones.
-Los neurotransmisores disminuyen.
Sin embargo, conocemos personas de edad avanzada alertas e inteligentes que conservan todas las facultades mentales, mientras que otras personas de edades mas jóvenes sufren procesos degenerativos.
De hecho, el envejecimiento no ha desvelado todos sus secretos. Es difícil distinguir lo que es normal (envejecimiento fisiológico) de lo que es anormal (envejecimiento patológico), pues en los dos casos se encuentran las mismas anomalías. Cuanto más intensas y numerosas sean las anomalías el envejecimiento será más patológico, hecho que encontramos en las enfermedades de tipo neuronal.
Mientras que desde el punto de vista de la psicología, existe la cuestión de la localización de las funciones psicológicas en