Juan Bautista de La Salle. Bernard Hours
directivas y las creaciones de san Juan Bautista de La Salle sin conocer las influencias que las engendraron» (Poutet, 1970, t. I, p. 9, n.º 2 ).
Para Y. Poutet, la contextualización y la comprensión de las influencias debían servir a los dos objetivos fundamentales de su investigación. Por una parte, identificar el aporte de la experiencia lasallista a la historia de la pedagogía: él resitúa el método pedagógico en el corazón del trayecto de Juan Bautista cuando la mayoría de los autores, desde los primeros biógrafos, tenían la tendencia a considerarlo primero una herramienta de la conversión de las clases populares. Por otra parte, según una preocupación común a muchas órdenes y congregaciones religiosas en el periodo preconciliar, formalizada luego como una incitación en el Decreto «Perfectae caritatis» de 1965, redescubrir la inspiración primera y el carisma fundador del instituto. La citación de Yves de Montcheuil, situada en un epígrafe de la obra, dice mucho de los debates que animaban entonces al instituto y de la mirada que tenían los hermanos sobre su pasado y su evolución: «no son los obsesionados por el pasado, sino los seres profundos quienes prolongan la tradición». La escritura de Y. Poutet estaba muy animada por el espíritu del Concilio y el Decreto de 1965. Por esto, de cierta manera, se puede considerar su trabajo una apología crítica. Él no detuvo su trabajo con la publicación de su tesis sobre los Orígenes lasallistas en 1970: incansablemente, durante unos treinta años, no cesó de profundizar en los dosieres que había abierto23.
En paralelo, el instituto lanza la colección de los CL. En particular, ellos acogen los trabajos de una erudición minuciosa, realizados durante unos treinta años por Luis María Aroz, quien se dedicó a reunir todas las fuentes disponibles en los archivos de la Champaña respecto de la familia de Juan Bautista y de la tutela que tuvo que ejercer sobre sus hermanos después de la muerte de sus padres. En las entregas de los CL consagrados a ese monumento de erudición, Aroz precisa sus conocimientos y los mejora, establece una cronología cada vez más detallada, corrige los errores que pudo notar en tal o tal autor. Él prosiguió ese trabajo hasta comienzos de los años 1990; las biografías escritas antes no pudieron integrar todos sus aportes. Además de la obra de Alfredo Calcutt (1993), hay que mencionar la de Saturnino Gallego (1986), quien realizó la síntesis más segura escrita hasta hoy.
La colección de los CL, bajo los cuidados del hermano Mauricio Hermans, su primer director, publicó las tres primeras biografías, en edición crítica las de Bernardo y Maillefer, en facsímile la de Blain. Se realizaron también las ediciones de varios de los tratados escritos por Juan Bautista y diversos estudios sobre las fuentes de sus escritos, los votos de los hermanos antes de la bula de 1725 (M. Hermans), la Guía de las Escuelas (Léon Lauraire), las Reglas de cortesía y urbanidad cristiana (Jean Pungier) y los trabajos de Leo Burkhard y Michel Sauvage sobre Parmenia, y los de Joseph Cornet y Émile Rousset acerca de la iconografía lasallista. De 1950 al 2014, los CL reunieron un material considerable. Esta empresa colectiva se enriqueció con el trabajo discreto de varios miembros del instituto. A su muerte, el hermano Cornet dejó una impresionante colección de clasificadores con los cuales él organizó, según una doble clasificación cronológica y temática, los extractos de las principales biografías y de las diversas publicaciones lasallistas. Hay que mencionar el monumental Vocabulaire lasallien (Vocabulario lasallista), elaborado entre 1960 y 1978 por unos 150 colaboradores bajo la batuta de M. Hermans (1984), el cual facilita considerablemente las investigaciones en los escritos del fundador.
En los últimos años, los hermanos Alain Houry y Juan Luis Schneider (s. f.) realizaron para el sitio web de los Archivos Lasallistas una edición crítica de Blain que los condujo a multiplicar las investigaciones paralelas: adquirieron así no solo un conocimiento excepcional de su fundador, sino también una valiosa mirada crítica sobre las biografías de las cuales él ha sido objeto hasta hoy. Por esto, como nunca antes, la escritura de esta vida fue un trabajo en colectivo, no solitario. Quien la emprendió tuvo la fuerte conciencia de que entró en una cantera colectiva, orientado por la memoria y nutrido por la ciencia de generaciones sucesivas de hermanos. Que aquí sean, entonces, calurosamente reconocidos los hermanos Alain Houry y Juan Luis Schneider, y también la señora Magali Devif, directora de los Archivos Lasallistas en Lyon, quienes me acompañaron en este trabajo de largo aliento y me evitaron perder tiempo, quienes me releyeron con atención y paciencia. Su disponibilidad simple y calurosa, sus conversaciones, su liberalidad y su hospitalidad fueron de lo más preciosas, y más preciosa aún fue la total libertad de la cual me beneficié en la realización de la «biografía crítica», deseada desde hace más de sesenta años. Por esta razón, me corresponde asumir los límites inevitables de esta obra.
1 El registro de los votos indica que él «salió», lo que significa que abandonó el instituto, pero no da la fecha ni la razón. Véase Hermans (1965a, CL 4, p. 13, n.º 1-2).
2 El texto está publicado en Bernardo (1965, CL 4, pp. 102-103).
3 Es decir, cerca del año 1694.
4 Juan Francisco es el hijo de
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6 El presente de indicativo prueba que esas Observaciones son anteriores a la publicación del libro de Blain y muy probablemente contemporáneas de la época en que Maillefer acabó la redacción del suyo, es decir, 1723 o 1724.
7 Solo subsiste la copia del «primer proyecto» de 1721, enviada a Juan Luis de La Salle, anotada por él y conservada en los ACG, bajo la forma de un cuaderno in-4.° de 86 páginas.
8 Las notas las realizó M. Hermans.
9 ¿Quién debía pagar la impresión? Ese año murieron