Juan Bautista de La Salle. Bernard Hours
sin reconocimiento canónico, bajo la guía de un eclesiástico bien inserto en la institución, pero que actúa ahí como un director espiritual en un marco privado. Es el carisma de Juan Bautista que está en acción y no se sabe casi nada de la reacción de los maestros. Se puede al menos suponer que ella no es unánime, porque solo algunos (sobre seis o siete, solo dos o tres) tomaron la iniciativa de pedirle que fuera su confesor.
El segundo cambio determinante de este periodo se produce al final de la primavera de 1682, en parte, bajo coacción. El 24 de junio, con los maestros, Juan Bautista deja la casa paterna de la calle Santa Margarita y se instala en la entrada de la calle Nueva en dos casas alquiladas frente al convento de los cordeliers (Aroz, 1975, CL 40.1, n.° 92, pp. 80-81; 1982, CL 42, p. 73).
Ahora bien, en el periodo de la Navidad de 1679 Juan Bautista se empezó a preguntar si no debía irse a su casa con los maestros. Esta coincidencia lleva a interrogarse sobre otras motivaciones de Juan Bautista: ¿piensa él poder así guardar la casa de La Salle? O más bien, ¿no es justamente lo que temen Juan y María, quienes viven muy cerca y ven a esos maestros de lamentable figura, a los cuales se les lleva la comida en la calle Santa Margarita? La sucesión incluye otra casa en la calle de los Dos Ángeles, una granja en Beine —a unas leguas al este de Reims— y viñas situadas en Chigny y Daméry sobre los costados norte y sur de la montaña de Reims, respectivamente. Las casas se visitan varias veces, mientras que Juan Bautista inicia los procedimientos para recuperar los alquileres no pagados. Así, pues, cuando él instala a los maestros en la calle Santa Margarita, el 24 de junio de 1681, no se ha hecho aún la sucesión y no parece que Juan Bautista haya solicitado la opinión de la pareja. Esta instalación parece un hecho ilegal; pero cuando los expertos establecen que los bienes no pueden ser «fácil y útilmente divididos», el alguacil del arzobispado dicta sentencia a finales del mes de agosto: ordena poner en pública subasta las propiedades de
Juan Bautista llegó hasta 9700 libras para comprar la casa de La Salle, ofrecida por 6000. Luego él cedió y fue un burgués de Reims,
Por otra parte, se da la renovación completa del grupo de maestros. Los que siguen a Juan Bautista en la calle Nueva, a finales de junio de 1682, no son los que se instalaron en la casa de La Salle a comienzos del verano de 1681:
la mayor parte de los maestros que habían permanecido con el señor Nyel en la casa que había sido alquilada para ellos, y que eran los menos regulados, y habiendo llevado una vida libre y que no sentían en absoluto necesidad de la comunidad, no pudieron acomodarse por mucho tiempo a una vida tan moderada y retirada, tal como aquella a la que los comprometía nuestro ferviente canónigo en su casa. Esa fue la causa por la que se retiraron poco tiempo después, deseando llevar una vida más libre y más independiente. Él mismo se vio obligado a despedir a algunos que no tenían bastante talento ni vocación para las escuelas, aunque tuvieran mucha piedad y que habían sido recibidos solo por necesidad. De suerte que en poco tiempo, es decir, en menos de dos meses, él se hizo a una casa nueva, no teniendo allí, salvo uno o dos, sino nuevos sujetos. (Bernardo, 1965, CL 4, pp. 46-47)
Dicho de otro modo, desde el comienzo de la primavera de 1682, el grupo de maestros se renovó casi en su totalidad. Esta transformación es significativa. Los primeros seguramente se sintieron atraídos ante todo por la perspectiva de un empleo y por las facilidades de vida que representaba el servicio de la comida y la dormida. Ellos no fueron a formar una comunidad regulada con una finalidad religiosa y se marcharon cuando comprendieron la dirección hacia la cual quería llevarlos Juan Bautista. Una comunidad no se forma sobre la base de la coacción, sino del voluntariado o, en otros términos, de la vocación. Por el contrario, una vez el grupo se instala en la casa de La Salle y sigue una vida regulada, se sabe a qué se compromete uniéndose a él. Se entra porque se quiere y porque se aceptan las condiciones, lo que no significa que el proyecto esté coronado por el éxito. Según Bernardo, los «nuevos sujetos» se comienzan a presentar entre el mes de diciembre de 1681 y «comienzos del año 1682». Quizá es en ese momento cuando entran Henri L’Heureux y
Los primeros días de la primavera de 1682 son decisivos. Representan a la vez el momento en que Juan Bautista comprende que él quizás no conservará la casa de La Salle, puesta en venta, y el momento en que toma conciencia de la verdadera dimensión de su acción: nuevas fundaciones de escuelas comienzan fuera de Reims. Él siente la necesidad de distanciarse. Blain es el único que reporta ese hecho. Juan Bautista alquila un jardín cercano al convento de los agustinos y a las murallas de la ciudad. El jardín tiene una construcción en la cual el canónigo alberga sus meditaciones y, según la memoria citada por Blain, sus penitencias:
¡ah!, si las murallas del pequeño despacho