Las clientelas del general Wilches. Nectalí Ariza

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escasos y quizás inexistentes para la Nueva Granada, los trabajos acerca de las familias “principales” y su decadencia o ascenso a finales de la Colonia y etapa post independentista. Acerca de esta temática y sobre las «familias insertadas en el aparato del poder político», véase BERTRAND Michel, “Poder peleado, poder compartido: familias y Estado en la América española colonial”, en PUCHE Sebastián e IRIGOYEN Antonio (eds.). Territorios distantes, comportamientos similares. Murcia: 2009, pp. 217-237. Bertrand menciona los estudios que desde los años setenta se basan en las familias y su inserción en el aparato estatal colonial y poscolonial. Lo que –señala- ha facilitado una línea de investigación que cruza las temáticas de la historia de las familias y la historia del Estado.

      74 Archivo Notarial de la Concepción, Archivo Histórico Regional, Rollo 1667790.

      75 Archivo Histórico Regional. Corona fúnebre del general Solón Wilches. Tipografía mercantil de Bucaramanga, 1894, p. 32. En los años posteriores a la muerte de personas consideradas ilustres, se solía editar una especie de revista a la que se le denominaba Corona fúnebre. En la de Solón incluyeron el parte médico que suministró su cuñado José María Ruiz, los actos de las efemérides que se realizaron al año de su muerte y las cartas de familiares, dolientes y amigos.

      76 Milcíades, por ejemplo, además de coronel de la Fuerza Permanente del Estado, fue nombrado en 1865 notario y jefe departamental en García Rovira, cargo que ocupó hasta 1867 (Gaceta de Santander, 6 de octubre de 1865, p. 558). Después, en 1871, fue recaudador de hacienda en la provincia (Gaceta de Santander, 11 de enero de 1872, p. 307). Marco Aurelio, por su parte, fue alcalde en La Concepción en 1878 (Gaceta de Santander, enero 9 de 1879, p. 485). También fue jefe departamental de Soto en 1879 (Gaceta de Santander, 23 de septiembre de 1879, p. 747) y diputado en varias oportunidades. Joaquín Wilches también fue diputado; Joaquín Calderón se desempeñó como agente fiscal en 1858, y luego fue notario en Fortul y San Andrés en 1879 (Gaceta de Santander, 13 de maro de 1879, p. 561). Además, participó al lado de Solón en la guerra de 1859-1862.

      77 CARNICELLI Américo. La masonería en la Independencia de América (1810-1830). Tomo 1. Bogotá: Talleres Nacionales de Artes Gráficas, 1970, p. 78.

      78 La masonería “Escocista”, o “el Escocismo”, otorga grados desde el 4.° al 33.°, alegóricos a mitos y leyendas. Algunos de ellos evocan títulos nobiliarios en desuso en la época en que se establecieron estos altos grados (siglos XVIII y XIX). Esta masonería parece tener un origen francés y no propiamente escocés como podría intuirse. De otra parte, está la masonería simbólica que se ciñe a los tres grados básicos: aprendiz, compañero y maestro, cuyas máximas autoridades está en las Grandes Logias. En Colombia durante el siglo XIX las logias fueron controladas por el escocismo, representado en los supremos consejos del grado 33.˚. Su independencia se produjo en las primeras décadas del siglo XX, cuando se unieron para conformar grandes logias y buscaron su reconocimiento por parte de la masonería simbólica internacional, cuya matriz siempre ha funcionado en Londres. Respecto al escocismo también llama a equívocos el hecho de que la masonería simbólica utilice un sistema ritual denominado Rito Escocés Antiguo y Aceptado (REAA).

      79 ARIZA Nectalí. La masonería en Bucaramanga, poder político y religiosidad, 1912-1970. Bucaramanga: Editorial SIC, 2000. En ese trabajo se analizaron las motivaciones de los candidatos, tanto de los aceptados como de los rechazados, para ingresar a las logias de la ciudad. Del seguimiento de sus respuestas, a lo largo de cincuenta años, se infiere que la mayoría buscaba establecer vínculos sociales, económicos y políticos, y otros, en un porcentaje menor, lo hacían por inclinaciones esotéricas.

      80 LOAIZA Gilberto. “La masonería y las facciones del liberalismo colombiano durante el siglo XIX. El caso de la masonería en la Costa Atlántica”. Universidad Nacional de Colombia: Historia y Sociedad, 2007, n.˚ 13, pp. 65-89. También Carnicelli hace énfasis en tal tesis.

      81 Antenor Montero a Solón. La Concepción, Socorro. 15 de noviembre de 1870, C. 7. En: Archivo Solón Wilches. Archivo Histórico Regional. La nota reza: «Hoy hace ocho días puse una cartica para todos los hh. haciendo la propuesta de estilo y le ruego tome todo el interés posible a fin de que de hoy en quince días venga la respuesta favorable, para dar tiempo […] a que Parra le construya el uniforme […] el 16 podemos partir con Milcíades y que juntos hagan el gasto del banquete y se reciban antes del 25, para que puedan tomar parte en la fiesta de nuestro padre San Juan». El uniforme era sin duda el collarín y el mandil. El banquete por tradición lo pagan los iniciados. Pero llama la atención que la fiesta de San Juan la celebraran en diciembre, y no en junio como se acostumbra actualmente en las logias.

      82 CAMACHO R. Salvador. Memorias. Bogotá: Editorial Bedout, 1923, pp. 190-191.

      83 Ibíd.

      84 CARNICELLI Américo. Historia de la masonería colombiana. Tomos I, II. Bogotá: Talleres Nacionales de Artes Gráficas. 1975, pp. 20, 21, 254. Esta obra constituye la principal fuente sobre la masonería colombiana en el siglo XIX. Se trata de un compendio documental recuperado por el autor durante varias décadas de los archivos de familiares de masones y de las logias de Colombia.

      85 OTERO BUITRAGO Nancy. Tomás Cipriano de Mosquera. Análisis de su correspondencia como fuente historiográfica y mecanismo de poder: 1845-1878. Cali: Univalle, 2015, 276 p.

      86 GONZÁLEZ Marina. Fotografía del gran Santander. Bucaramanga: Banco de la República, 1990, pp. 19, 22, 72.

      87 CARNICELLI. Ibíd., pp. 101-105. La fuente acerca de los miembros de la logia del Socorro corresponde a documentos recuperados por Carnicelli entre los descendientes de los masones, pues los archivos de la logia desaparecieron y tan solo se conservan la carta fundacional y algunas actas de ceremonias.

      88 José María Samper fue iniciado a mediados de siglo en Bogotá. Este pasó de ser liberal radical sobresaliente a ser aliado de los conservadores. Incluso el apodo de “gólgotas”, con que se conoció a los liberales radicales en sus inicios, se generalizó porque en sus discursos Samper aludía “al mártir del Gólgota”, así lo recuerda Camacho Roldán en sus Memorias. Cabe destacar que entonces había entre los liberales una tendencia discursiva con elementos del socialismo utópico francés y evocaciones cristianas.

      89 El golpe contra Mosquera fue encabezado por el general Santos Acosta, quien días antes había sido nombrado jefe del Ejército. Santos era de la logia Filantropía Bogotana, a la que ingresó por presentación de Mosquera. En el golpe participaron el general Rafael Mendoza y el coronel Daniel Delgado, también masones. Además del presidente fueron encarcelados sus ministros, todos con altos grados en la masonería: José M. Rojas Garrido (grado 33), ministro del Interior y Relaciones Exteriores; general Vicente G. de Piñeres (grado 33), ministro de Guerra y Marina; general Alejo Morales (grado 30), ministro de Hacienda y Fomento; general Peregrino Santacoloma (grado 30), intendente de Guerra y Marina; Agustín Núñez (grado 32), magistrado de la Corte Suprema de Justicia. Acerca de los masones involucrados en estos sucesos, véase CARNICELLI, Historia de la masonería colombiana, Tomo


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