Las clientelas del general Wilches. Nectalí Ariza
Archivo Histórico Regional. Informe del presidente Aquileo Parra. Socorro: Imprenta del Estado, 1875, pp. 70, 72. El informe incluye, entre otros, el del gobernador de Pamplona, Severo Olarte, quien informaba que en la ciudad se habían instalado veinticinco molinos para harinas, la mayoría gestionados por extranjeros. Estos molinos mensualmente producían unas cuatrocientas cargas. Y, a modo de ejemplo, describía el Molino Oriental de Pamplona, de impronta norteamericana. También detallaba el funcionamiento del molino de los ciudadanos franceses Alban Barthelemy y José Berbigüez: «Todo el tren es movido por medio de bandas, las cuales le imprimen un movimiento simultáneo al molino, al cernedor y al limpiador, haciendo dar el agua a la piedra principal ciento veinticinco vueltas por minuto, muele diariamente dieciséis cargas». Agregaba que «Berbigüez es un buen agricultor, tiene bastantes conocimientos y posee cantidad de semillas extranjeras, que tiene la intención de cultivar uvas, trigo, pimienta y otros cultivos, de los que tiene secretos para alcanzar buenas y abundantes cosechas». La descripción del informe muestra que los inmigrantes europeos aportaban a la sociedad santandereana conocimientos técnicos tanto industriales como agrícolas. El mismo Severo Olarte destacaba una de las ferias que dinamizaban el mercado interno: se realizaba anualmente, por el mes de febrero, en el pueblo de Labateca; allí se vendía ganado vacuno y caballar, así como diversas mercaderías; a Labateca concurrían comerciantes de Boyacá, Venezuela y diferentes pueblos del Estado. En los cinco días de la feria «circulaba el oro en abundancia y se expendían hasta ochenta cargas de aguardiente, las transacciones podían superar los sesenta mil pesos».
61 JOHNSON David. Santander siglo XIX…, op. cit., pp. 119-164. El profesor Johnson ofreció una exposición amplia y documentada de la producción artesanal en Santander y de su decadencia en las provincias del sur, circunstancia que puso en relación con el librecambio y la producción de café. El peso de los artesanos en la sociedad santandereana puede dimensionarse con los siguientes datos aportados por Johnson: a mediados de siglo, en el distrito de Bucaramanga –que tendría unos 11.000 habitantes– había más de 3.000 mujeres dedicadas a las artesanías y se producían unos 83.000 sombreros de nacuma (los denominados de jipijapa o iraka) al año. Durante ese tiempo los sombreros eran un producto principal, que representaba hasta un 24 % del total de las exportaciones colombianas, incluidos el tabaco y el café. Según Salvador Camacho Roldán, en 1868 había en Santander unas 40.000 personas dedicadas a la fabricación de sombreros, es decir, eran artesanos; y según el Anuario Estadístico de Colombia de Aníbal Galindo, el 85 % del artesanado estaba conformado por mujeres, de lo cual se deduce que se trataba sin duda de un oficio familiar que ocupaba en su mayoría a las mujeres. Ahora bien, consideremos que 40.000 personas representaban aproximadamente un 10 % del total de la población santandereana de entonces, y, según los censos de 1850 y 1870, solo un 6 % de ella estaba asentada en áreas urbanas; en consecuencia, gran parte de las artesanas, más precisamente, vivían como arrendatarias en ámbitos rurales, en las haciendas y en pequeñas parcelas.
62 PALACIOS Marco. La fragmentación…., op. cit., p. 112.
63 MUÑOZ Milina. “La industria del sombrero de paja de toquilla”. Revista Colombiana de Folclor, 1960, vol. 11, n.˚ 5, p. 163. Citado por JOHNSON David, Santander siglo XIX…, op. cit., p. 144.
64 En Santander hubo un mestizaje temprano, que unido al impacto de la colonización condujo a la desaparición de los nativos de la región. En el siglo XIX apenas sobrevivían algunas tribus de cazadores en las selvas del Magdalena Medio, que nunca fueron sometidas, pero sí exterminadas a lo largo del siglo. Respecto a la población Guane y a la actividad artesanal de mediados de siglo, véase ANCÍZAR Manuel. Op. cit., pp. 94, 95.
65 Gaceta de Santander, 7 de octubre de 1870. Esta tabla corresponde a informes de los jefes departamentales, y sin duda fue elaborada con datos aportados por alcaldes y particulares. En todo caso, se trata de datos aproximados, pues no existían controles ni estadísticas formales.
66 Una carga equivale a 10 arrobas, equivalentes a 1225 kilos. La carga representa el peso que, en la época, normalmente transportaban las mulas por los caminos hacia los puertos de los ríos.
67 Informe del presidente Aquileo Parra, 1875, pp. 24-32. El Informe del presidente recoge los informes de los gobernadores. El gobernador de Ocaña decía, en relación a los datos de producción presentados: «El siguiente cuadro, suministrado bondadosamente por la Sociedad Comercial del Departamento, manifiesta el movimiento de cargas entre esta ciudad y el Puerto Nacional en los meses de abril, mayo, junio […]». Luego enumeraba productos exportados e importados. Ramón Gómez, jefe departamental de Soto en el mismo año, señalaba: «La estadística industrial está enteramente por crear entre nosotros, i es, por tanto, apenas aproximado i mui deficiente lo que puedo decir a este respecto. El cultivo del café ha seguido ensanchándose, pudiéndose calcular en seis millones el número de árboles existentes». Agregaba que unas cuatro mil personas se dedicaban a la elaboración de sombreros, y que de las treinta a cuarenta mil cargas de tabaco, producidas en otro tiempo, solo se sacaban unas ocho o diez mil al año. La falta de estadísticas se mantenía en 1879, pues el presidente Wilches informaba a la Asamblea que se disponía a expedir un decreto especial reglamentario conforme a lo estatuido en el libro 5.º del Código de Fomento (Informe del presidente, p. 32). Nunca hubo tal, y el asunto de las estadísticas siguió siendo una asignatura pendiente
68 Informe del presidente Solón Wilches, 1879, p. 115. En: Archivo Histórico Regional. En el decenio de 1870 se estableció el telégrafo en la mayoría de los departamentos de Santander, con lo cual se mejoró la comunicación con otros estados. García Rovira fue el último departamento en instalarlo. Así lo señala el secretario de gobierno de Wilches, Torcuato Carreño, quien en 1879 solicitaba un telégrafo para Málaga, Concepción, y San Andrés –poblaciones de García Rovira–, y alegaba que dicho Departamento era el único que carecía de tal servicio.
69 Aquileo Parra, quien en su juventud estuvo dedicado al comercio, relató en sus Memorias detalles de operaciones comerciales cuando aún no existía la navegación a vapor. Cuenta que a las tradicionales ferias de Magangué y Mompós, ciudades de la Provincia de Magdalena (Costa Atlántica), acudían comerciantes santandereanos y de otras regiones del país a vender sombreros, mantas, prendas de batán, taguas, guaduas, bocadillos, cueros, tabaco y oro; a su vez, estos comerciantes compraban artículos que llegaban de contrabando desde las Antillas a Riohacha, y los llevaban a las provincias del interior, como Neiva, Tunja, Vélez.
70 HALPERÍN DONGHI Tulio. Historia contemporánea de América Latina. Madrid: Alianza Editorial, 2001, pp. 210-224. Con respecto a los ferrocarriles, Halperin señala que de 1878 la Nueva Granada tan solo tenía 100 kilómetros de vía ferroviaria, y unos 2.000 kilómetros de redes telegráficas, muy por debajo de la mayoría de países latinoamericanos (Argentina, México, Chile, Uruguay, Brasil), que para entonces contaban con estas innovaciones tecnológicas. También precisa que, tanto en el río Magdalena como en el de La Plata, la navegación a vapor fue ensayada desde los años veinte, aunque su autorización de modo definitiva solo se consiguió en los años cuarenta.
71 HOBSBAWN Eric. La era del capitalismo (1848-1875). Barcelona: Editorial Labor, 1989, pp. 35-40.
72 El impuesto a la riqueza establecido por los radicales desde 1858, y del que se preservan algunos años consecutivos, permite inferir que la Provincia de García Rovira figuraba entre las más pobres. Al respecto véase JOHNSON,