Las clientelas del general Wilches. Nectalí Ariza
la supresión del trabajo personal subsidiario, dada su inequidad; señaló que los ricos podían pagar los tres días correspondientes, mientras que los pobres no, pues, decía, se veían obligados a abandonar sus labores para pagar este singular impuesto. Así mismo, expuso que se debía mejorar el cobro del impuesto directo a la riqueza, el cual consideraba justo y moralizador, pero, como él mismo reconocía, se requería la organización de un catastro para cuantificar la riqueza predial del territorio del Estado. A su vez, llamaba a tomar medidas contra un inconveniente que había en las vías públicas: el de las puertas. Sucedía que los particulares, dueños de los predios por donde pasaban las carretas, o cualquier paso obligado, instalaban puertas y cobraban el derecho de paso. Por otra parte, presumía de la imparcialidad frente a la ley, pues ante una petición del clero, en un litigio por un cementerio, señalaba que «el poder civil es el único que establece los derechos individuales i sociales; el único que ejerce el derecho de dominio en el territorio que se gobierna». De esto informaba Wilches el 15 de septiembre de 1872 en el salón de la Asamblea dando la espalda a un enorme retrato del coronel Jacinto Hernández, caído en la guerra anterior, la acaecida entre 1859 y 1862. El mismo año de 1872 se aprobó la inscripción en el recinto, en caracteres de oro, del nombre del general José Hilario López, fallecido en noviembre de 1869104. Tales elementos simbólicos ofrecían cierto espíritu de consenso en torno al gobierno federal, y cierto apego a los ideales de los liberales radicales que gobernaban en solitario desde 1863. No obstante, en este escenario político comenzó a fraguarse la división de los liberales santandereanos en torno a Parra y a Wilches, ruptura que en la Unión igualmente enfrentó a Parra y a Núñez de manera definitiva desde 1875.
Wilches entregó la presidencia el 1 de octubre de 1872, y fue reemplazado por Narciso Cadena. Este formaba parte del círculo más afín a Aquileo Parra, quien desde entonces incrementó su poder en el Estado. Representativo de esto es que Felipe Zapata asumiera la presidencia de la Asamblea y Nicolás Esguerra la vicepresidencia. Los dos eran reconocidos liberales radicales con incidencia nacional105. También hubo cambios en la composición del Tribunal Supremo: salió Cupertino Rovira, cuota de Wilches, y entró Leonidas Olarte, un veleño de la línea de Parra.
El ascenso de los aliados de Parra no implicó que los Wilches perdieran todos sus cargos, pues mantuvieron los de su provincia y algunos del Estado, así como la representación provincial en la Asamblea: Otero siguió en el Tribunal Supremo; José María Ruiz, cuñado de Wilches, siguió en la jefatura departamental de García Rovira; Ramón Angarita siguió como jefe departamental en Guanentá, entre otros. Se trató de una redistribución de los cargos por parte de Murillo Toro, líder de los radicales, quien encumbró a los dos jefes santandereanos en cargos de la Unión: Wilches, nombrado jefe de la Guardia Colombiana, asumió el 12 de noviembre de 1872, mientras que Parra fue ubicado como secretario de Hacienda.
Las prácticas clientelistas
[…] el joven Julio Pompeyo, de García Rovira […] nuestro partidario y firme sostenedor de su candidatura, ha sido casi desterrado de Chinácota (como el que habla, por no haber sostenido la de Nuñez), ahora él se encuentra pobre y sin refugio […] solicita cualquier colocación […].
Domingo Ramírez a Solón, 2 de sep. de 1878, Pamplona a La Concepción
Las clientelas en el aparato político del Estado federal de Santander se explican por mutua necesidad e interés de los actores. Los patrones requerían votos y apoyo en la guerra, y los clientes necesitaban seguridad, empleo, dinero, etc. Lo más solicitado eran los puestos de trabajo, denominados como colocaciones o destinos; las peticiones solían evocar el apoyo electoral o la participación en alguna guerra, las dos contribuciones más valoradas por los jefes políticos. Ahora bien, había elecciones cada año, mientras que las guerras fueron menos frecuentes, pero en cada campaña aparecía el fantasma de una nueva confrontación, y mientras se realizaban las elecciones también se alistaban hombres en armas; la guerra o la amenaza definían amplios periodos de dominio o sumisión política.
Los clientes con mayor participación en las batallas tenían mayores posibilidades de destinos y prebendas, por esto sus solicitudes solían reforzarse con datos al respecto. En cada localidad y provincia, replicando la estructura de cargos, se pueden identificar entramados clientelistas ligados a las familias principales y los llamados “círculos de notables”, encargados de preparar las campañas electorales y, cuando era el caso, las guerras; ellos igualmente mantenían informados a sus jefes acerca de la opinión en sus espacios de poder, que no era otra cosa que lo expresado por los políticos dominantes. En García Rovira la familia Wilches y las aliadas conformaron un bloque que controlaba una amplia clientela y que mantenía frente al general cierto estatus, una actitud en el talante de las comunicaciones, de la que se puede inferir su influencia y autoridad, explicable toda vez que el general actuaba en la política en representación del “cacicazgo” de García Rovira106.
Las relaciones clientelares que mantuvo Wilches quedaron plasmadas en su correspondencia. Así, por ejemplo, un tal Francisco Mateus, que sostuvo con él una comunicación fluida y que lo trataba de «mi general», le decía en una misiva: «Ramírez consiguió el pago, igualmente Fonseca y Arsenio han logrado valores adeudados [y él esperaba que] se me tenga lástima, aunque sea cierto que el servicio de la Secretaría de Hacienda es más interesante»107. Después de las confrontaciones armadas, los clientes que prestaban servicio en las escalas medias “cobraban” su participación. Lo hacían directamente o con intermediarios. El mismo Mateus, en otra nota (s. m. d.), le decía que su paisano Gómez Tapias «entiende de construcción de caminos, […] fue auxiliar de César Gómez Plata en la ejecución del camino del Paturia, necesita ocuparse […] mire la posibilidad de ocuparlo en la Carretera del Norte. Como Ud. sabe quedó desguazado en la última guerra civil en servicio de la causa liberal y necesita algún apoyo para proporcionarse subsistencia». Ante una nota de estas, había una respuesta positiva de Wilches; también le era difícil negarse dada la intermediación de un patrón de escala media. Es claro que este tipo de solicitudes tenían más efectividad por tal vía que si se pedían directamente. En otra carta, Mateus como jefe de clientelas y en calidad de funcionario, recomendaba la distribución de cargos del conjunto de empleados de un juzgado, y con plena autoridad sugería los cambios que creía necesarios108.
El siguiente gráfico es una representación de los nombramientos en cargos del Estado durante el primer gobierno de Wilches. Los vínculos pueden inferirse de tipo bidireccional, pues se nombraba a quienes apoyaban las justas electorales, las acciones bélicas, o bien, a parientes y socios de negocios, que igualmente apoyaban a los candidatos. En su primer gobierno, Wilches actuaba como radical y formaba parte de la facción de Eustorgio Salgar, que ejercía entonces la presidencia de la Unión. En el Estado la segunda facción era liderada por Aquileo Parra. Obsérvese que los parientes de Wilches ocuparon cargos importantes; así, por ejemplo, Otero fue el presidente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Fortunato Bernal y Juan N. Prada fueron jefes departamentales (los números referencian actores que pueden ser consultados en el anexo de la página 359).
Clientelas y nombramientos (1870-1872)109
Fuente: elaboración del autor.
Las cartas de agradecimiento por los “destinos” son menos numerosas; quizá resultaban un exceso, pues el cliente pagaba con votos u otros servicios. Una carta de este tipo fue escrita por Zoilo Pérez: «Muy estimado Sr. Gral., su afectísimo amigo […] Es un hecho indudable que la continuación en mi empleo es debido a Ud. mi general, que con un corazón noble y generoso sabe disimular los defectos de sus subordinados, y procurándoles el bienestar de sus familias, añadir esta página más». La nota ratifica la condición de cliente de quien la remite y el acuerdo tácito existente. También quedaron en el archivo epistolar de Wilches cartas con respuesta a sus solicitudes y de afirmación de alguna relación clientelar. Por ejemplo, Alfonso Rueda le decía: «En atención a Ud. apoyaré la solicitud de su recomendado Rangel, aun cuando se desea privar a la Asamblea