Más patatas y menos prozac. Kathleen DesMaisons

Más patatas y menos prozac - Kathleen DesMaisons


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durante cuatro meses, y al final de mi programa de tratamiento ambulatorio, que combinaba la nutrición con el tratamiento tradicional, el 92 % de ellos habían alcanzado la sobriedad y se habían mantenido sobrios. Ya no bebían. Por primera vez en su vida, a la vez permanecían sobrios y se estaban recuperando. Los encuesté dieciocho meses después, y solo unos pocos habían vuelto a beber en serio. El resto se habían mantenido sobrios o habían reducido significativamente su ingesta de alcohol en comparación con sus hábitos anteriores. Se siguieron obteniendo estos mismos resultados cuando el programa se expandió para atender a cerca de doscientas personas.

      Mi éxito con la sensibilidad al azúcar fue mucho más allá de la ayuda a quienes querían dejar de beber. Al mismo tiempo que trabajaba con los conductores ebrios, mi consulta privada se llenó con varios perfiles de pacientes: mujeres y hombres con sobrepeso o que comían compulsivamente; hijos adultos de alcohólicos que se sentían cansados, perturbados y deprimidos, y exadictos y exalcohólicos que, aunque estaban curados y sobrios, todavía no se sentían bien.

      Me llegaron a conocer como «la dama del último recurso». Cuando la gente lo había intentado todo y seguía encontrándose muy mal, acudía a mí. Les enseñaba cómo funcionaban sus niveles de azúcar en sangre y su química cerebral, y cómo usar mi plan alimentario. Cuando probaban dicho plan, experimentaban el mismo cambio milagroso que los conductores ebrios y yo habíamos experimentado. No es sorprendente que se corriera la voz. Cada vez más personas de todo el país me pedían ayuda. Prometí que escribiría un libro sobre la sensibilidad al azúcar y el papel determinante de la química cerebral.

      Más patatas y menos Prozac es ese libro. Desde su primera publicación en 1998 se han vendido cientos de miles de ejemplares, y me han escrito personas de todo el mundo. Los mensajes son notablemente similares:

      «Este libro me cambió la vida».

      «Lloré cuando lo leí».

      «Me vi en cada página. Parecía como si usted estuviera en mi cabeza».

      La idea original que tenía mientras trabajaba con mi pequeño grupo de conductores ebrios ya la han puesto en práctica y aplaudido hombres, mujeres y niños de Australia a Londres, de Suecia a Chipre y de todos los estados de Estados Unidos.

      Más patatas y menos Prozac te ofrece un programa sencillo para contrarrestar los efectos de la sensibilidad al azúcar y te muestra cómo hacer que este cambio milagroso tenga lugar en tu propia vida. Podrás hacer esto sin seguir otra dieta basada en la privación. No tendrás que tirar los alimentos que adoras. No te verás obligado a efectuar cambios radicales que te vayan a volver loco.

      El programa de siete pasos que te enseñaré es un proceso suave y simple que respeta tu forma de ser y tus necesidades. Aprenderás a «leer» tu cuerpo y a diseñar un plan de alimentación que funcione para ti. Durante este proceso, te ayudaré a comprender la causa de sensaciones que nunca habías podido resolver. Llegarás a comprender lo que sabías intuitivamente pero no podías nombrar. Encontrarás la respuesta que has estado buscando. Y podrás aprovechar los treinta años de experiencia de nuestra comunidad para gozar de una recuperación alegre y efectiva.

      Escribí este libro para todos los hijos de alcohólicos y para todos los hombres y mujeres que están cansados de presentar un buen aspecto mientras se sienten mal por dentro. Los destinatarios de esta obra son todos aquellos que están atrapados en la adicción, la depresión, la baja autoestima y el comportamiento compulsivo. Este libro es mi historia y es tu historia. Es la historia de todos los que hemos esperado tanto tiempo y nos hemos esforzado tanto por liberarnos de esos sentimientos y sensaciones perturbadores y de nuestros comportamientos «doctor Jekyll y el señor Hyde».

      Capítulo 2

      ¿ERES SENSIBLE AL AZÚCAR?

      A estas alturas es probable que ya te estés preguntando si tú también eres sensible al azúcar, y hasta qué punto lo eres.

      Hay dos formas de determinar esto, y uso ambas con mis pacientes. Algunas personas prefieren el enfoque informal; a otras les gusta usar la lista de verificación que se incluye más adelante en este capítulo. Empecemos con el procedimiento informal. Cuando un paciente viene a verme víctima de la ingesta compulsiva, empiezo por hacerle una sencilla pregunta:

      Imagina que llegas a casa y vas a la cocina. En la encimera hay un plato de galletas calientes con chispas de chocolate, recién salidas del horno. Su olor te impacta cuando entras. No tienes hambre. No hay nadie cerca. ¿Qué vas a hacer?

      ¿Te hace sonreír esta pregunta? Puedes pensar que la respuesta es obvia, pero las personas que no son sensibles al azúcar responden diciendo «voy a comprobar si tengo mensajes en el teléfono» o «subo las escaleras y me pongo el chándal». Algunas se detendrán y pensarán si van a comer una galleta. Otras pensarán, sin ninguna carga emocional, que podrían probar una. Quienes no son sensibles al azúcar tampoco tienen una respuesta emocional ante la idea de oler galletas con chispas de chocolate recién horneadas.

      Las personas que sí son sensibles al azúcar se ríen cuando les hago la pregunta. Su cuerpo responde de inmediato a la sola idea de las galletas. Saben que devorarían una galleta; ¡probablemente más de una! De hecho, podrían comerse todo el plato, incluso sin tener hambre. En el caso del individuo sensible al azúcar, la motivación no es el hambre; lo que le suscita el deseo de comer es el olor de las galletas, la anticipación de las sensaciones que producirán en su boca y el calor y la dulzura del chocolate derretido. Incluso la sensación de tener una galleta en la mano le inspirará una asociación potente. Esas galletas significan amor y consuelo; son amigas y amantes.

      Las personas que no son sensibles al azúcar piensan que esta respuesta a la pregunta de las galletas es extraña, tal vez incluso estúpida: «¿De qué demonios estás hablando? ¿Por qué iba a comer una galleta sin tener hambre?». Pero las sensibles al azúcar siempre saben perfectamente lo que significa esa pregunta.

      Les he hecho esta pregunta a muchísimos grupos, y en todas las ocasiones he recibido las mismas respuestas. Mientras que una parte del grupo está esperando la frase final tras haberles preguntado si comerían una galleta, todas las personas sensibles al azúcar ya se están riendo. Su cuerpo está respondiendo a la imagen del plato lleno de galletas calientes que hay en la cocina. Haz este experimento con tus amigos y observa qué tipo de respuestas obtienes.

      Esta es otra pregunta que hago, también muy potente:

      Cuando eras pequeño y tomabas arroz inflado para desayunar, ¿comías el cereal por sí mismo o lo hacías para poder llegar a la leche y el azúcar que había en el fondo del tazón?

      Las personas que no son sensibles al azúcar piensan que la leche y el azúcar que hay en el fondo del tazón son desagradables; en cambio, las que son sensibles al azúcar sonríen. Recuerdan que su verdadero objetivo era llegar al residuo de leche y azúcar. Conseguían su «subidón» al inclinar el tazón de cereales hacia su boca y tomar el azúcar acumulado en el fondo.

      Tu respuesta a estas dos preguntas tal vez te sirva para confirmar lo que ya sabías. Algunas personas están muy apegadas a los alimentos dulces, y es posible que seas una de ellas.

      Hay muchas otras formas en las que puedes obtener pistas sobre tu sensibilidad al azúcar. Puedes recordar el tamaño que tenía la bolsa para los dulces que llevabas en Halloween. Los niños que no eran sensibles al azúcar llevaban unas pequeñas calabazas de plástico de color naranja. Otros llevábamos fundas de almohada. Los dulces de los primeros duraban hasta Pascua. Nosotros habíamos terminado los nuestros en tres días.

      Si aún te preguntas cómo puedes saber con certeza si eres sensible al azúcar, echa un vistazo a los problemas centrales asociados con la sensibilidad al azúcar. Pon una marca de verificación al lado de cada una de las declaraciones siguientes que puedan aplicarse a tu caso:

      p Me gustan mucho los alimentos dulces.


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