Antequera, 1808-1812. De la crisis del Antiguo Régimen a la Ocupación Napoleónica. Francisco Luis Díaz Torrejón

Antequera, 1808-1812. De la crisis del Antiguo Régimen a la Ocupación Napoleónica - Francisco Luis Díaz Torrejón


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acuerdo de asesor a suspenderle de su oficio [...]. Posteriormente le fue formada causa al citado conde por haber extraído de los mismos fondos públicos del pósito tres mil reales»[27] .

      A la vista de los numerosos establecimientos religiosos existentes en Antequera, no puede negarse su significación en el mundo de la Iglesia andaluza y aun española. La ciudad antequerana es, en el orden eclesiástico, el segundo enclave más notable de la diócesis de Málaga –tras la sede episcopal– porque en sus calles y plazas se asientan las pruebas de una nutrida representación del clero secular y regular. Jalona el casco urbano un conjunto patrimonial sacro que asciende a una iglesia colegial, cuatro iglesias parroquiales, dos ayudas de parroquias, doce conventos de frailes y ocho de monjas, además de varias ermitas y capillas.

      El clero secular incluye a un buen número de presbíteros y entre ellos destacan los titulares o curas propios de las cuatro parroquias antequeranas: Miguel Jiménez, de Santa María; Francisco Galán, de San Sebastián; Pedro Ponce, de San Juan; y Francisco Martín, de San Pedro. Súmense también los correspondientes de las dos ayudas de parroquias: Juan Muñoz Pescador, de San Miguel; y Fernando Domínguez, de Santiago.

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      El clero regular es, con diferencia, la entidad eclesiástica más presente en Antequera porque la mayoría de las órdenes religiosas tradicionales –tanto masculinas como femeninas– tienen casa en la ciudad. Franciscanos en sus profesiones observantes, terceros, capuchinos y alcantarinos; dominicos; mínimos; carmelitas en sus versiones calzados y descalzos; agustinos; y hospitalarios; tienen allí establecimientos por fundaciones pretéritas. De todos los inmuebles religiosos existentes en Antequera, hay algunos con un destacado protagonismo en la historia que se cuenta en las páginas siguientes, como es el caso del convento franciscano de San Zoilo, el hospital de San Juan de Dios y el monasterio de agustinas recoletas bajo la advocación de Nuestra Señora de Loreto.

      La visión de la Antequera de principios del ochocientos quedaría incompleta sin atenderse a otro de los pilares fundamentales de la realidad local: la Justicia. Su administración corresponde en primera instancia al corregidor como justicia mayor de la

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      Cabe decir, por último, que la inseguridad que secularmente padecen las tierras de Antequera se agrava en 1808 con la ruptura definitiva del Antiguo Régimen y la Justicia, embotada por la crisis, no alcanza a controlar la delincuencia –lacra


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