El vínculo primordial. Daniel Taroppio

El vínculo primordial - Daniel Taroppio


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Pues bien, un aspecto fundamental de las máquinas es que están constituidas por piezas, las que a su vez son fácilmente reproducibles, intercambiables y no pueden trascender nunca su función específica y por cierto limitada. En el ámbito de las partes que componen una máquina es inconcebible la vida, y mucho más aún la creatividad y la libertad. Un sistema holístico, en cambio, no se compone de partes aisladas.

      La característica fundamental de cualquier sistema orgánico-holístico es que cada una de sus partes contiene la información del todoII. Una sola de nuestras pestañas, si contáramos con la tecnología adecuada, sería suficiente para producir un clon de nuestro cuerpo. Cada una de nuestras células sintetiza la sabiduría de millones de años de evolución universal.

      Una nueva mirada del Universo, que abrace los aportes de la psicología, la física y la biología modernas con la profunda sabiduría de las tradiciones espirituales, puede devolvernos el recuerdo de nuestro origen y de nuestra naturaleza primigenios. De allí la importancia de acercarnos a esta nueva perspectiva del Cosmos, una perspectiva desde la cual sentirnos uno con la totalidad de la vida en el tiempo, en el espacio y más allá. Una mirada que deje de ser considerada como un tema romántico, una nostalgia primitiva o una regresión infantil y pase a ser comprendida como una realidad concreta, empíricamente verificable y absolutamente necesaria, tanto para la evolución del ser humano como de su sociedad.

      ALGUNAS DISTINCIONES PREVIAS

      Antes de trabajar en pos de esta integración, debemos ser muy cautelosos de no caer en ciertos errores que podrían tergiversar nuestro trabajo. Para ello es preciso establecer algunas distinciones previas, evitando confusiones que se han generalizado acerca de la espiritualidad, la física y la relación siempre problemática entre ciencia y religión.

      Procuraré aquí diferenciarme tanto de las visiones románticas que le hacen decir a la física lo que no dice, forzando sus planteos, como de las cientificistas, que la limitan y empobrecen.

      ESPIRITUALIDAD NO ES DOGMATISMO RELIGIOSO

      Como ya hemos visto, la ciencia lleva mucho tiempo enfrentada con el dogmatismo religioso y, al menos por ahora, parece no haber solución para este conflicto. En tanto el dogmatismo religioso siga reclamando la aceptación de sus afirmaciones sólo por considerarse la autoridad en la materia, no habrá posibilidades de un acercamiento entre ciencia y religión. Sin embargo, algo muy distinto ocurre con la espiritualidad, en cuanto búsqueda de la verdad interior mediante la actividad contemplativa. Como afirmamos anteriormente, nuestra búsqueda se dirige hacia el espacio de la contemplación, no del dogma. Por lo tanto, nuestra inclusión de las tradiciones espirituales en este enfoque lo hace desde la perspectiva de considerarlas descripciones respetables del mundo interno, por cuanto llevan siglos de comprobación en la práctica de la mayoría de los linajes contemplativos de la humanidad.

      LA FÍSICA MODERNA NO PUEDE DEMOSTRAR LA EXISTENCIA DE DIOS

      Afirmar que la física puede brindarnos evidencias de la existencia de los planos espirituales y pruebas “materiales” de la existencia de Dios se ha convertido en un lugar común en nuestros días. Se suele sostener que la física podrá aportarnos una comprensión acabada de nuestras experiencias espirituales junto con evidencias verificables en el plano material, y se afirma que las teorías de grandes autores que han procurado acercar la física a la espiritualidad están totalmente demostradas, verificadas y aceptadas por el establishment científico actual.

      Por más que muchos libros y películas que circulan en estos días lo aseveren, estas dos afirmaciones son falsas o, cuando menos, parciales.

      En primer lugar, la espiritualidad constituye una experiencia interior que puede tener correlatos en el mundo material estudiado por la ciencia, pero no puede ser demostrada por medios científicos. Como ya hemos visto, hoy sabemos que el amor, la compasión y hasta la experiencia mística están sustentados en procesos neuroendocrinos que pueden ser estudiados y descritos muy claramente, lo cual es muy importante para comprender su lado material. Pero esto no constituye una prueba de la existencia material de las realidades a las que accedemos en estos estados. La validez de las experiencias interiores es interior y su naturaleza esencial sólo es accesible por medios también interiores. El sustrato neuroendocrino de las experiencias místicas ni invalida (como pretenden los materialistas) ni demuestra (como pretenden los religiosos) la existencia de Dios. Sólo demuestra que lo biológico, lo psicológico y lo espiritual operan en forma integrada, lo que no es poco.

      El intento de pretender dar validez a las realidades psicológicas y espirituales mediante pruebas materiales equivale a sostener, por ejemplo, que el valor del mensaje cristiano está supeditado a que algún día se encuentre el Santo Grial o los restos del Arca de Noé. El mensaje de Jesús no necesita de ninguna prueba material para ser validado, pues su valor es interior, moral y espiritual. La búsqueda de pruebas materiales que “demuestren” las realidades espirituales tiene más que ver con la inseguridad, el temor y la falta de fe que con la auténtica experiencia espiritual. Quien vive en el espíritu no necesita demostrarlo. Y algo parecido ocurre, desde el lado de los cientificistas, con la búsqueda de pruebas materiales que demuestren lo contrario. Estos proyectos esconden también motivaciones y aversiones inconscientes que se ocultan tras un manto de aparente rigor científico. En ambos casos, un buen proceso terapéutico brindaría a estas personas resultados mucho más saludables que encarar una cruzada, sea esta religiosa, seudocientífica o materialista.

      Y en segundo lugar, la física moderna cuenta con grandes autores que están haciendo enormes esfuerzos para acercar los estudios físicos a la búsqueda espiritual, pero aunque mi propio trabajo se inspira en parte en el de ellos, no puedo afirmar que sus teorías han sido demostradas y aceptadas por el mundo académico. Es decir que estamos caminando en un terreno absolutamente novedoso e incierto.

      No debemos presumir de haber encontrado lo que apenas estamos empezando a buscar. Sin embargo, esto no le quita méritos ni valor a nuestra búsqueda, por el contrario, la hace más apasionante aún. En este sentido, hay una afirmación que voy a repetir insistentemente en este trabajo: los modelos que voy a tomar de la física y la biología son teóricos, no cuentan aún con una comprobación empírica, pero es fundamental tener en cuenta que han sido concebidos por muchas de las mentes más brillantes de la ciencia contemporánea. Si bien estos modelos no cuentan con comprobación experimental, poseen sí una sólida consistencia interior y, en muchos casos, han sido demostrados matemáticamente. Es decir que, si bien no estamos tratando con datos completamente verificados, tampoco estamos jugando con ideas alocadas provenientes de mentes febriles, fantasiosas o poco serias.

      Pero debemos considerar algo mucho más importante aún. Los modelos físicos a los que voy a recurrir no demuestran absolutamente nada acerca del espíritu en términos positivistas. No constituyen ni pretenden constituir pruebas positivas de la existencia de los reinos espirituales. Con seguridad, en poco tiempo, todas las teorías físicas que presentaré en este libro serán superadas o incluso refutadas. Sin embargo, eso no afectará en absoluto lo que aquí intento demostrar, pues no se trata de usarlas como pruebas empíricas (que no lo son) sino como modelos de pensamiento que, en cuanto han sido creados por mentes humanas, encarnan principios cósmicos, pues del mismo cosmos que intentamos comprender surgen estas mentes. Esta es precisamente la intención de este trabajo: mucho más allá de las pruebas positivas puntuales, intentaremos comprender la consciencia que las busca, a fin de observar si podemos encontrar patrones, principios básicos que nos hablen de la


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