El vínculo primordial. Daniel Taroppio

El vínculo primordial - Daniel Taroppio


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pues hace al fundamento de este trabajo: todos los modelos biológicos, físicos y psicológicos que aquí compartiremos serán seguramente superados en pocas décadas. Descubriremos principios biológicos y sobre todo formas de comunicación entre los seres vivos que aún ni imaginamos; con nuevas tecnologías aparecerán ante nosotros realidades mucho más pequeñas que las hoy inconcebiblemente pequeñas supercuerdas de las que habla la física; el inconsciente humano irá revelando dimensiones más y más profundas, y de este modo todas nuestras teorías serán, tarde o temprano, refutadas. Sin embargo, ninguna de estas refutaciones afectará al núcleo, al corazón de nuestro planteo; por el contrario, lo fortalecerán, pues no estamos buscando pruebas materiales de lo espiritual sino procurando develar pautas, “hábitos cósmicos”, memorias universales que se despliegan en formas siempre nuevas de concebir la realidad. Todo cambio en las ciencias biológicas, físicas y psicosociales no hará más que desplegar en forma siempre nueva la búsqueda del Universo por comprenderse a sí mismo.

      NO ES POSIBLE EXTRAPOLAR MODELOS DE LA FÍSICA Y LA BIOLOGÍA DIRECTAMENTE AL CAMPO DEL CRECIMIENTO PERSONAL Y LA ESPIRITUALIDAD

      Es muy tentador pretender que, con sólo extrapolar modelos de la física y la biología a las ciencias humanas y sociales, bastará para comprender el fenómeno de la conciencia. Considero que esto sería caer en un grave error. Sin embargo, podemos extraer tanto de la física como de la biología modernas importantes intuiciones, metáforas e inspiraciones que iluminen nuestra búsqueda.

      Estamos empeñados en comprender un Universo compuesto por dimensiones que son infinitamente diversas en su complejidad y que, por lo tanto, no pueden ser confundidas las unas con las otras (como las dimensiones física, biológica, psicológica y espiritual). Pero intuimos, también, que más allá de esta maravillosa diversidad existen pautas, principios y configuraciones de carácter universal que, de ser comprendidos, pueden arrojar luz sobre todas estas dimensiones y su entramado con la conciencia. Es decir que, al igual que Hermes, seguimos intuyendo que “como es arriba es abajo”.

      Las referencias a observaciones provenientes del campo de la física son instrumentadas en este enfoque como uno de los recursos para intentar dar soporte a nuestras intuiciones. Sin embargo, este no es un libro de física aplicada a las relaciones humanas, sino un libro sobre las relaciones humanas que, en algunos aspectos y pasajes, busca inspirarse y sostenerse en observaciones provenientes de la física y la biología modernas. Lo único que pretendemos de estas disciplinas es que nos brinden inspiración, a la hora de ensanchar la mirada de los fenómenos humanos para ubicarlos en una dimensión universal, y que nos aporten algunos fundamentos básicos para sostener este enfoque.

      Estamos muy lejos de pretender asimilar la psicología y la espiritualidad a la física y la biología. Lo que afirmaremos aquí es que, si bien la interacción constituye un fenómeno universal que se despliega en cada uno de los ámbitos del Cosmos (físico, biológico, psicológico, cultural y social) manifestando configuraciones comunes a todos ellos, existen también patrones específicos de cada nivel que exigen una mirada adecuada al plano particular que estemos abordando. Ninguna mirada integral de la ciencia puede terminar eliminando las disciplinas que la componen y sus respectivas miradas peculiares. Por el contrario, la nueva ciencia irá hilvanando todas ellas en un marco más amplio y profundo que, antes de integrar, comience por honrar sus respectivos aportes y diferencias.

      Sintetizando, afirmo que para comprender el modelo de las Interacciones Primordiales es preciso sostener en todo momento una mirada que integre estas dos consideraciones:

      1) El Universo se despliega constituyendo ámbitos de complejidad y profundidad variables (físico, biológico, psicológico, cultural y social). Cada uno de estos reinos responde a leyes específicas que, en muchos casos, determinan realidades que no pueden ser comprendidas extrapolando las leyes, las distinciones y los criterios que permiten la comprensión de otros reinos. Por lo tanto, la física no puede convertirse en fundamento de la biología, la psicología, la sociología ni mucho menos la teología.

      2) Todos los ámbitos del Universo emanan de una Fuente única y reproducen configuraciones comunes a todos ellos. Esta Fuente (“lo anterior al Big Bang”) no constituye un reino más (que en la lista anterior vendría después del social) sino el Fundamento Único de todo lo que existe, es decir, lo que hemos denominado como Lo Primordial. Explorar y procurar comprender estas pautas universales puede brindarnos un sustento que nos permita esclarecer fenómenos pertenecientes a todos los reinos, siempre y cuando no perdamos de vista las leyes particulares que le corresponden a cada uno.

      Es decir que lo que estaremos buscando aquí será la forma en que lo universal se manifiesta en lo particular, el modo en que los principios cósmicos se evidencian, tanto en el comportamiento de las galaxias como en las relaciones humanas. Lo infinitesimalmente pequeño y lo inconmensurablemente grande. Unidad y diversidad desplegándose a nuestro alrededor en su eterna danza.

      Descubrir pautas de carácter universal nos permite percibir la naturaleza compartida de todo lo que existe, más allá de la profundidad o el ámbito en el que cada cosa se despliega.

      Descubrir las leyes particulares de cada ámbito nos habilita a operar en el mismo, honrando sus cualidades propias e irrepetibles, lo que incrementa la efectividad de nuestras acciones.

      Y por sobre todo, buscaremos profundizar al menos un poco nuestra comprensión del más profundo e inabarcable de los misterios: la relación entre la conciencia y el Cosmos, basándonos en la observación del funcionamiento de esta conciencia en nuestra vida cotidiana y sobre todo en nuestras relaciones interpersonales.

      PAUTAS Y PRINCIPIOS UNIVERSALES NO IMPLICAN CONCEBIR UN UNIVERSO INMUTABLE

      En esta búsqueda de pautas y principios universales que nos permitan integrar la experiencia humana a la evolución cósmica y recuperar nuestro sentido de pertenencia a un origen común, no estoy aludiendo a la idea de un Universo inmutable, estático; ni a principios dados completamente a priori, que puedan regir la evolución de un modo determinista; ni a una definición previa y esencialista de lo que es el ser humano, a la cual debamos ajustarnos para realizarnos como tales. Al hablar de principios universales, no estoy pretendiendo demostrar la existencia de patrones inmutables que terminen llevando esta concepción a un determinismo fatalista o a un esencialismo. De hecho, una de las polaridades más importantes mediante las cuales se despliega la creación es la del orden y el caos, comprendidos como las dos caras de una misma moneda. Los principios universales a los que aquí me refiero constituyen el orden en el caos y el caos en el orden. La realidad fundamental sobre la que se asienta la totalidad del Universo se manifiesta en cada punto del espacio y el tiempo en una forma única e irrepetible, en un despliegue de creatividad apabullante. Se trata de la dinámica fundamental a partir de la cual se posibilitan la libertad y la creatividad humanas. Por lo tanto, no estoy postulando un esencialismo a partir del cual todo está predefinido, sino explorando la conexión y los elementos comunes entre el Todo y las partes. Y estos elementos comunes constituyen un espacio abierto, un campo de probabilidades.

      Ilya Prigogine ha sostenido que la distinción entre ciencias duras (entendidas como aquellas que se dedican a explorar “lo cierto”) y ciencias blandas (es decir, aquellas que se dedican a explorar lo incierto, las posibilidades) constituye una falacia. En la actualidad, todas las ciencias hablan de probabilidades. Asimilar la razón a las certezas constituye una visión muy limitada de la realidad y de la ciencia.

      Concibo entonces los principios universales como campos probabilísticos, “ordenadamente caóticos”, abiertos, indefinidos e impredecibles.


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