El vínculo primordial. Daniel Taroppio

El vínculo primordial - Daniel Taroppio


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es una invitación a terminar con esta agonía en forma inmediata, no en un futuro, sino aquí y ahora, mediante la simple y súbita comprobación del profundo absurdo, de la enorme ignorancia que sustenta a toda persona cuya vida se base en una carrera centrada en la expansión del ego. “La vida es eso que nos pasa mientras estamos ocupados haciendo otra cosa”, afirmaba John Lennon. No permitamos que la muerte nos sorprenda distraídos, “perdidos en las cosas”, como nos advertía Heidegger; preocupados, alienados, desperdiciando la maravillosa oportunidad de respirar el éxtasis del aquí y ahora. Tal cual lo recordaba el Buda, caminemos “instante a instante, hasta la eternidad”.

      Como ya hemos visto, esto no se logra mediante teorías, creencias o dogmas, sino mediante la vivencia directa. Nuestro cuerpo, nuestro corazón –como decía Ramana– es el Universo concentrado. En él podemos encontrar todos los fenómenos cósmicos y recuperar nuestras energías más profundas. En esto consiste específicamente la práctica de la Meditación Primordial. Y nuestra mente, cuando está armonizada, puede abrirse al espacio infinito que constituye su naturaleza esencial, y allí podemos recuperar la unidad original con la totalidad de la existencia. Pero esto no es posible dentro de una existencia neurótica, y menos aún en una cultura que niega la dimensión cósmica del ser humano. Sanar a la persona liberándola de sus patrones de sentimiento y pensamiento restrictivos, y sanar a la sociedad liberándola de paradigmas obsoletos que restringen la trascendencia, constituye una única tarea. Veremos ahora la forma en que la física y la biología modernas pueden resultar una fuente de inspiración en nuestra búsqueda, al mostrarnos que cuando afirmamos que somos Flujo Primordial humanizado no estamos recurriendo a una licencia poética, sino intentando describir un proceso accesible a la experiencia inmediata.

      Intuiciones provenientes de la física y la biología

      “El Tao que puede conocerse no es el Tao.

      La sustancia del Mundo es sólo un nombre para el Tao.

      Tao es todo lo que existe y puede existir;

      el Mundo es sólo un mapa de lo que existe y puede existir.

      Las experiencias externas sirven para sentir el Mundo,y las experiencias internas, para comprenderlo.Los dos tipos de experiencia son lo mismo dentro del Tao.Son diferentes sólo entre los hombres. Ninguna experiencia puede contener al Tao, el cual es infinitamente más grande y más sutil que el Mundo”.

      Del “Tao Te King” de Lao Tse

      Manteniendo siempre en mente los recaudos acerca de forzar la integración entre física y espiritualidad que expuse en el capítulo anterior, me he inspirado en y he procurado integrar una serie de intuiciones que considero apasionantes, y que están presentes de uno u otro modo en el pensamiento de varios científicos contemporáneos. Todos ellos se caracterizan tanto por su rigor científico como por su apertura a integrar la ciencia con la espiritualidad. Son ellos, entre otros, David Bohm, Rupert Sheldrake y Vincent Vuillemin, un físico del CERN (el más grande y uno de los más prestigiosos laboratorios de estudios físicos del mundo, perteneciente a la Comunidad Europea) que es además monje zen.

      Estas intuiciones nos servirán para ir acercándonos al descubrimiento de principios de carácter universal, conscientes de que, si logramos encontrarlos, nuestra capacidad de armonizarnos con el Universo se verá enormemente facilitada y expandida.

      Veamos estas intuiciones:

      1. EL UNIVERSO PROVIENE DE UN MISTERIO INSONDABLE

      La teoría acerca del origen del Universo más aceptada en la actualidad ha aportado impresionantes evidencias y ha motivado extraordinarias intuiciones acerca de la madre de todas las preguntas: ¿de dónde proviene todo lo que existe? Me estoy refiriendo a la teoría del Big Bang. Sin embargo, pese a este extraordinario avance, el origen del Cosmos sigue constituyendo el más profundo de los misterios. La teoría del Big Bang sostiene que todo lo que existe, en su inconmensurable magnitud y complejidad, estaba contenido en lo que se ha dado en llamar “la singularidad”, algo así como un pequeñísimo punto primordial, una extraordinaria concentración de masa tan difícil de concebir que, al estallar y comenzar a diferenciarse y complejizarse, terminó produciendo la totalidad del Universo. Tan impresionante fue este evento que se afirma que, en sólo segundos, la masa primordial se había diferenciado ya en incontables millones de átomos que interactuaban entre sí generando más y más diversidad y complejidad. Es decir que esta increíble concentración de masa contenía de alguna forma todas las galaxias conocidas y desconocidas; todos los soles, los planetas y los sistemas ecológicos que puedan existir en el Universo; y dentro de ellos todas las especies; los individuos y todo lo que ellos puedan albergar en su interior y expresar. En esa “nada” se escondía “todo”. De alguna forma, desde el Gran Cañón del Colorado hasta las pirámides de Egipto estaban contenidos allí potencialmente. Y lo más extraordinario: de alguna forma que aún no podemos comprender, la mente humana y lo que concebimos como consciencia existían potencialmente en ese “vacío” primordial.

      Como la mayoría de los aportes que tomaremos de la física, la teoría del Big Bang es simplemente eso, una teoría. Existe mucha evidencia que la soporta, pero no ha sido demostrada. De lo contrario, no sería una teoría sino una leyIV. Sin embargo, aun en el caso de que esta extraordinaria concepción sea exacta, no logra explicar el origen de esta misma masa originaria de la que todo emergió. La sola idea de que el Universo entero, con todos sus planos de profundidad, provenga de algo tan pequeño como una cabeza de alfiler suena tan extraordinaria como cualquier antiguo mito sobre la creación.

      ¿Qué existía antes del Big Bang? Recordemos nuevamente a Karl Popper, cuando afirmaba que el acercamiento a la verdad describe una curva asintótica, es decir, una curva que está siempre acercándose a su destino pero que nunca lo toca. El origen primordial del Universo sigue siendo el más profundo de los misterios.

      2. EL UNIVERSO CONSTITUYE UN FLUJO ORGÁNICO Y CONSCIENTE

      Como ya lo he explicitado, el elemento central del modelo que estoy presentando aquí es que tanto la sanación e integración personal y social, así como nuestras posibilidades de trascendencia, dependen de que podamos recuperar nuestras raíces universales. Al afirmar esto, me estoy poniendo a mí mismo en el compromiso de expresar cómo concibo el Universo, puesto que frente a ciertos modelos del Cosmos esta integración es imposible. Si el Universo es una máquina regida por leyes deterministas, no hay ninguna posibilidad de que los seres humanos encontremos allí nuestras raíces vitales y nuestra libertad. Las piezas de una máquina no pueden acceder a la experiencia de la unidad orgánica y jamás tendrán libertad para operar creativamente sobre su entorno. Esto no implica, obviamente, que debamos “inventar” una concepción del Universo que sí nos permita proyectar nuestros anhelos de libertad. Si queremos avanzar con cierto sentido de “realidad”, habremos de procurar ser coherentes con la información que la ciencia actual nos brinda.

      Tanto la física moderna como muchas tradiciones espirituales asumen que la totalidad del Universo emergió de una Fuente, que para ambas formas de mirar la realidad constituye un misterio aún inexplicable. La pregunta más importante no es entonces si Dios existe o no existe, y menos aún si Dios existe en la forma en que cada uno lo concibe. Ya demasiadas guerras se han producido al enfrentar una concepción de Dios contra otra. A mi entender, la pregunta fundamental es cómo podemos intentar concebir la existencia de esa Fuente. Para algunas tradiciones, se trató de un vacío que, paradójicamente, lo contenía todo. Para la física, se trató de una masa absolutamente oscura e indiferenciada de la cual, paradójicamente, emergieron todas las diferencias que constituyen el Universo. Se me ocurre entonces que, como ese vacío-masa-indiferenciado nos resulta inaccesible, sólo


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