El vínculo primordial. Daniel Taroppio

El vínculo primordial - Daniel Taroppio


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como supuesto origen y fundamento de la vida sin conexión con forma alguna de principio integrador, comienza a perder el atractivo que hipnotizó a la ciencia materialista durante tanto tiempo. La distinción tajante entre materia inanimada y vida sólo es posible en el plano de las abstracciones, que detienen el flujo universal como una foto que, por más sofisticada que sea, estará siempre muy lejos de acercarse a la realidad. En el holomovimiento, materia y vida constituyen sólo matices difícilmente discriminables de una única realidad universal.

      Evidenciando claramente la influencia que ejerció sobre su obra el haber conocido al gran sabio hindú Jiddu Krishnamurti, Bohm considera que, en la absoluta mayoría de los casos, el pensamiento constituye una actividad mecánica sostenida fundamentalmente por la memoria. Desde esta mirada, lo que ampulosamente solemos llamar “trabajo reflexivo” no suele ser más que mera asociación de contenidos del pasado a los que simplemente les cambiamos el orden para que parezcan novedosos. Por el contrario, afirma Bohm, la inteligencia centrada en el aquí y ahora, lo que quizás sea otra forma de denominar a la meditación, puede contactarnos directamente con el orden implicado (del cual proviene) y de esta manera posibilitar la auténtica creatividad. De este modo, el arte y la ciencia dejan de aparecer como actividades esencialmente distintas en sus métodos y finalidades. Toda captación inteligente e inmediata de la realidad, centrada en el aquí y ahora, constituye un proceso creativo que puede manifestarse en la producción de obras (científicas, literarias, plásticas, etc.). Estas producciones en ningún caso constituirán el mero reflejo de una supuesta realidad objetiva, externa e independiente del observador. El mismo observador es siempre una manifestación más del holomovimiento que pretende captar y expresar.

      Dado su evidente compromiso con la evolución de la humanidad y honrando sus intuiciones, David Bohm no dudó a la hora de incluir la conciencia no como uno, sino como el elemento esencial del Universo. De este modo, no sólo reivindicó el rol crucial de los estudios sobre la realidad interior en el marco de la ciencia sino que, además, extendió la responsabilidad de la ciencia al marco de los fenómenos personales, sociales y globales. Afirmó que el pensamiento analítico exacerbado, que sólo busca comprender la realidad mediante el estudio de las partes, estaba llevando a un callejón sin salida no sólo a la ciencia, sino a la humanidad en su conjunto. El mundo escindido, partido en piezas desvinculadas de todo principio interno ordenador y de todo fin trascendente, no sólo puede terminar llevando a la ciencia a una grave disociación conceptual, sino que puede terminar llevando a todo este mundo a una esquizofrenia pandémica. Cualquier periódico brinda día a día pruebas contundentes de este lamentable proceso.

      Como lo insinuábamos en el apartado “La justificación de los estudios sobre la consciencia ante la crisis actual”, sólo en el plano de las abstracciones podemos distinguir la crisis psicológica de la crisis social; la crisis económica de la ecológica y la crisis geopolítica de la religiosa, pero en todo análisis último terminaremos por descubrir que la crisis fundamental es la de la conciencia fragmentada. Afirma Bohm que esta fragmentación conceptual se sostiene en nuestro lenguaje, también fragmentado por su excesivo acento en las distinciones y en separaciones tales como sujeto, verbo y predicado. Ante esto propone un intento de desarrollo de un nuevo lenguaje: el reo-modo. Esta forma de comunicación procura trascender la descripción de una realidad mecánica y estática, concebida como algo que existe allí afuera, con prescindencia del observador, para percibirla como un proceso viviente, dinámico y fluido del que todo emerge y forma parte indivisiblemente. Por ello, todo trabajo destinado a rescatar el sentido de la unidad intrínseca del Universo adquiere enorme relevancia social en los tiempos que correnV.

      Al abordar la quinta intuición, expondré un experimento de la física cuántica que podría brindar alguna evidencia empírica a esta intuición sobre la conciencia inherente del Universo. Sin embargo, es justo reconocer que el pensamiento de Bohm, así como el de todos los autores que iremos citando, es fundamentalmente teórico y carece por el momento de comprobación experimental, aunque también es justo tener en mente que estos postulados teóricos provienen de brillantes investigadores científicos, mundialmente reconocidos por la profundidad y la seriedad de su pensamiento. Es decir que, aunque estemos tratando con teorías, dado su origen, estas merecen nuestra mayor atención y respeto.

      3. EL UNO SE CONVIERTE EN LOS MUCHOS MEDIANTE UNA DANZA DE POLARIDADES

      Según la teoría del Big Bang, lo primero que ocurrió al estallar el vacío-masa primordial fue la aparición de la polaridad. Lo que era uno, o quizás deberíamos decir ceroVI, súbita e inexplicablemente para nuestros conocimientos actuales se convirtió en dos. Este 2 se convirtió en 4, el 4 en 8, y en sólo milésimas de segundo la unidad primigenia se había convertido en incontables partículas, y todas ellas manifestaban una cualidad en común: poseían una carga polar. Mediante la dinámica de esta polaridad la unidad original se convirtió en la multiplicidad; el Cosmos se particularizó, se convirtió en los muchos. Todo lo que existe en el Universo conocido constituye la manifestación de esta polaridad primigenia y la sigue expresando.

      Dado que esta polaridad existía en el comienzo y no ha dejado de manifestarse hasta el presente, podemos inferir que constituye la manifestación de dos principios originales, opuestos, interactuantes y complementarios.

      A estos dos principios mediante los que se expresa el Flujo Primordial los he denominado la Trama Integradora y el Movimiento Diferenciador.

      La Trama Integradora se manifiesta como la pauta que conecta, la red de la vida, la malla sutil que todo lo integra, lo comunica, lo acerca, lo vincula. Constituye la red invisible que se despliega entre las partes manifestadas y sostiene su interacción. Se manifiesta en la fuerza de gravedad, el electromagnetismo, la cualidad integrativa de los organismos, los sistemas ecológicos, la sexualidad y muy probablemente en lo que la física moderna denomina materia oscura, sobre la que volveremos muy pronto. La Trama Integradora constituye la urdimbre interior del Cosmos.

      El Movimiento Diferenciador constituye la esencia de la variedad, del colorido, de las infinitas formas, del devenir, de la mutación, la expansión y la diferenciación. Su característica fundamental está dada por su dirección hacia el desarrollo de individualidades. Mediante este principio, la energía universal se convierte en partículas, en individuos aparentemente separados los unos de los otros. La inconmensurable potencialidad de la Fuente Primordial se convierte aquí en separación, manifestación, diversidad, cambio.

      La danza de estos dos principios determina la aparición de todo lo que existe y, por lo tanto, podemos descubrirlos en todos los planos del Universo. En lo físico aparecen como la carga polar (positiva y negativa) de las partículas subatómicas o en la polaridad del electromagnetismo; en lo biológico aparecen como el catabolismo y el anabolismo; en lo neurológico, como los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro; en la humanidad, como los géneros femenino y masculino; en la comunicación, como lo digital y lo analógico; en lo social, como la dialéctica individuo-sociedad; en la filosofía, como tesis y antítesis; en la teología, como la Diosa Madre y el Dios Padre.

      Comencé a formular mis concepciones sobre estos dos principios en la década de los 80, inspirado por tres órdenes de observaciones, provenientes de los tres campos del saber que nos interesan aquí: la práctica clínica y el desarrollo humano; la física


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