Álvaro d'Ors. Gabriel Pérez Gómez

Álvaro d'Ors - Gabriel Pérez Gómez


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sobresalir en lo ordinario»[66]. Torroba destaca la talla intelectual de su amigo, a pesar de que en la misma clase estudiaban otros niños muy sobresalientes: «[En el instituto] no nos clasificaban a los alumnos, como en otros colegios, por orden de méritos, es decir, no había un ‘primero de la clase’. Sin embargo, la realidad es que, de hecho, Álvaro d’Ors lo fue a lo largo de todo el bachillerato (…) Lo mismo le ocurriría en la Universidad y en el ejercicio de su profesión, y siempre sin ningún alarde por su parte, pues cualquier tipo de exhibicionismo era totalmente ajeno a su personalidad»[67].

      Un personaje que resultaba muy atractivo para los estudiantes de aquel momento, por su idiosincrasia y el celo que ponía en el trato con sus alumnos, era el catedrático de Filosofía Martín Navarro Flores; un hombre que salió de Cuevas de Almanzora (Almería) para trabajar como conserje de la Institución Libre de Enseñanza y al que Giner de los Ríos tomó bajo su amparo, lo animó a que cursara estudios superiores y consiguiera llegar a una cátedra de Filosofía de Segunda Enseñanza. Con su barba, prematuramente blanca, parecía que quería asemejarse a su maestro.

      Sin que sepamos las causas, hay un momento en estos años del Instituto-Escuela en el que Álvaro d’Ors es expulsado de clase por un día. La noticia la proporciona él mismo años más tarde, en plena guerra civil, cuando se acuerda de aquellas circunstancias porque el día en que fue castigado comenzó a redactar un diario:


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