A tu lado. Cristina G

A tu lado - Cristina G


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pero no escuché nada, mi mente estaba en otra parte. San Francisco. Después de más de cinco años, iba a volver.

      

      —Así que irás a San Francisco —se alegró mi madre al otro lado del teléfono.

      —Sí.

      —Eso es genial, mi amor, cada vez vais más lejos. Y podrás ver a tus antiguos amigos.

      —Lo sé.

      Escuché a mi madre suspirar.

      —Cielo. Sé lo que debes de estar pensando, pero aquello pasó hace mucho tiempo. Todo irá bien.

      Mi madre me conocía más que nadie en el mundo, y evidentemente sabía lo que pasaba por mi cabeza cuando pensaba en San Francisco: Emma. Lo primero que pensé, antes incluso que mis amigos, mi antigua casa o mi antiguo hogar, fue en ella. Me molestaba que después de tantos años todo continuara girando a su alrededor, alrededor de su recuerdo más bien. Y a pesar de que por fuera parecía hacer pasado página y haber continuado con mi vida como si nada, era una espina dolorosa que tenía clavada. Y tampoco hacía mucho por extraerla.

      —Tranquila, mamá, estoy bien. Solo iré a hacer mi trabajo y me marcharé de nuevo. Puede que solo tenga un rato para ver a los chicos, estaré demasiado ocupado para pensar en eso.

      —¿No vas a verla? —preguntó con precaución.

      La pregunta adecuada. Por lo que sabía gracias a los chicos, ella continuaba viviendo allí, en el mismo piso de hecho, ahora sola, y trabajaba en el hospital que siempre quiso. Son datos que Luke me daba, aunque yo no preguntara. ¿Iría a verla? ¿Haría algo para ponerme en contacto con ella? No lo había hecho en años, ¿qué sentido tenía que lo hiciera ahora? Ella seguramente me mandaría a la mierda o sería totalmente indiferente y fría conmigo. Lo mejor para los dos era no remover el pasado, y dejar las cosas como estaban.

      —No —respondí.

      Días después, los chicos estaban alterados por el espectáculo, practicando la coreografía hasta el último aliento. Era un espectáculo importante, puede que más para mí que para los demás. Después de mucho tiempo iba a ver a mis antiguos compañeros y amigos. Me moría de ganas de dar un enorme abrazo a esos locos y rememorar viejos tiempos en San Francisco. Tenía que llamarles, quería llamar a Daniel, pero me sentía demasiado nervioso por algún motivo. Había algo que debía decirle. Pasara lo que pasara, no podía dejar que mis sentimientos interfirieran en mi trabajo. Bailar era en lo único en lo que debía pensar.

       3 EMMA

      Caminé deprisa por el pasillo como un tigre que hubiera estado enjaulado. Apreté los puños e intenté relajarme un poco antes de llegar a mi destino. Miré entré los enfermeros que se encontraban en la zona de urgencias y localicé a mi primo. Me acerqué y le despegué de un chico con el que hablaba mientras escribía.

      —Eeeh… qué maneras, prima. ¿Qué te…? Joder, qué cara.

      Suspiré lentamente para no clavarle un bisturí cercano. Pero ¿por qué estaba tan enfadada? Sabía que debía tranquilizarme porque mi estado alterado no tenía ningún sentido.

      —¿Por qué no me lo habías contado?

      Él frunció el ceño, totalmente desconcertado. Buscó en mi mirada, esperando encontrar de lo que hablaba, pero no parecía verlo.

      —¿El qué?

      Cuando fui a decirlo me sentí incómoda. Ni siquiera me gustaba el hecho de pronunciar su nombre.

      —Que Kyle va a venir —siseé, nerviosa.

      En el rostro de Daniel se dibujó la comprensión, seguida por el miedo y la cautela.

      —¿Quién te lo ha dicho?

      —¡Así que lo sabías! —exclamé.

      Carraspeó y miró alrededor, algunas enfermeras nos estaban echando el ojo.

      —Bueno, sí. Emma, es mi amigo desde hace años, claro que lo sabía.

      Le miré molesta, y dolida. No sabía por qué, pero lo estaba.

      —Y preferiste ocultármelo —murmuré, entornando los ojos en su dirección.

      —¡Pues claro! ¿Era mejor que te lo dijéramos y removiéramos la mierda? Estabas mejor sin saberlo.

      Mi cerebro rápidamente captó el plural en sus palabras.

      —¿Dijéramos?

      Daniel chasqueó la lengua, dándose cuenta de que había hablado de más. Suspiró y metió las manos en los grandes bolsillos de su camisa de uniforme azul.

      —Los chicos, Eveling y yo lo sabíamos —respondió, mirándome como si esperara que le golpeara.

      Me lo imaginaba. Sabía que ellos habían mantenido el contacto con Kyle a lo largo de los años, y seguramente se verían cuando él estuviera aquí. Sin embargo, saber que me lo ocultaron y que era la única idiota que no lo sabía, me irritó. Y me decepcionó.

      —Vaya —dije—, gracias por vuestra confianza.

      Me di la vuelta y comencé a alejarme de él.

      —¡Vamos! ¡Lo hicimos por ti!

      Miré sobre mi hombro, Daniel levantó los brazos y los dejó caer con impotencia. Me observó aturdido, sin saber qué decir para arreglarlo.

      —Si no lo sabías, y él venía y se iba sin que te enterases… pensamos que era lo mejor. No quería que sufrieras.

      Una punzada de culpa me atravesó el pecho y bajé la mirada. ¿Qué rayos me pasaba? Daniel tenía razón, ellos sabían que era difícil todavía para mí, evidentemente no quisieron preocuparme. La verdad, habría estado mejor sin saberlo. Asentí hacia mi primo, avergonzada.

      —Ya lo sé, lo siento.

      Giré sobre mis talones antes de que él se diera cuenta de mi expresión afligida y quisiera venir a consolarme, y salí de la sala.

      Cuando al fin terminó mi jornada y llegué a casa, estaba agotada mentalmente. Me duché, y cuando estaba preparando la cena tocaron a la puerta. Suspiré y caminé hasta ella para abrirla, encontrándome a Liam al otro lado.

      —Hola —saludó, alegre.

      —Hey. Es tarde para visitar mujeres solas, ¿sabes? —Él soltó una carcajada. Le hice un gesto para que pasara—. ¿Qué te trae por aquí?

      Pasó y se sentó en un taburete frente a la encimera mientras yo terminaba de preparar mi pasta.

      —Tenía algo en mente y quería saber qué te parecía.

      Sonreí mientras daba vuelta a la pasta en la olla y le hablé de espaldas.

      —Eso no puede ser bueno.

      Todavía estaba molesta por el hecho de que incluso él sabía de Kyle y no me lo dijo, aunque había decidido no tomarla con ninguno de ellos, ya que solo estaban preocupados por mi bienestar.

      —Estaba pensando que podríamos ir al cine el sábado. Echan esa de Nicholas Sparks que querías ver.

      Le miré sobre mi hombro gratamente sorprendida.

      —¿Serás capaz de no llorar? —me burlé.

      Liam estiró una de las comisuras de sus labios, viéndose divertido y herido en su ego al mismo tiempo.


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