A tu lado. Cristina G

A tu lado - Cristina G


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de tramitar todas las pruebas de Kyle, decidí pasar por el vestuario, limpiar mi cara con agua fría y beber un poco. Abrí mi taquilla y saqué mi teléfono móvil, me sorprendí al ver varias llamadas perdidas. La mayoría de Luke, Liam, y mi primo. Abrí un mensaje de Luke.

      Luke: Kyle ha tenido un accidente en el espectáculo, ¡lo han llevado a tu hospital! Estamos en la sala de espera.

      Maldije internamente. Ese mensaje me habría venido muy bien una hora antes. Escribí una respuesta con la indignación corriendo por mis venas.

      Yo: Sí. Ha sido un paciente muy molesto.

      Antes siquiera de poder guardar el teléfono, llegó una respuesta.

      Luke: ¡¿Lo has atendido tú?! ¿QUÉ HA PASADO? CUÉNTAMELO TODO.

      Su excesivo y nada disimulado interés me hizo dibujar una pequeña sonrisa. Sin embargo, no contesté. Sería difícil describir lo que había pasado. Kyle había detectado rápidamente la coraza que llevaba puesta nada más entré para reconocerle. Era consciente de lo extraño que habría sido para él que yo ignorara fácilmente el hecho de que nos habíamos reencontrado después de años, y no hiciera ningún comentario al respecto. Tuve que tragarme mi preocupación por su estado y fingir que no me incumbía. Pero ver lo que le había ocurrido, de algún modo, provocaba una presión en mi pecho. Rayos, jamás un reconocimiento habitual me había resultado tan difícil. Tocarle después de tanto tiempo, con su mirada inquisitiva clavada en mi rostro, casi hizo que saliera corriendo de nuevo. Maldito Kyle, no estaba cooperando. Además, cualquiera diría que el tiempo no había pasado para él, seguía siendo el mismo, con su pelo oscuro alborotado y piel bronceada. Aunque ahora era un hombre y Dios, qué hombre. ¿Cómo era posible que estuviera igual o más guapo que cuando se fue? Me daba rabia incluso admitirlo en mi mente. Pero no podía demostrar nada de eso. Kyle continuaba siendo parte del pasado, una persona ahora desconocida para mí, y necesitaba continuar así, no estaba preparada para tener una conversación casual, ni de ningún tipo, con Kyle. La relación médico-paciente era la única que íbamos a tener.

      Al salir del vestuario alguien me abordó, cogiéndome por los brazos como si hubiera encontrado un tesoro. Miré a Daniel a la cara, confundida.

      —Al fin te encuentro —suspiró—. Me tenían secuestrado en la planta de ingresados y la bruta de la jefa de enfermeras no me dejaba ni irme un segundo.

      —¿Qué pasa? —pregunté.

      —Kyle está aquí —dijo serio, esperando mi reacción.

      Pero mi única reacción fue… ninguna. Me mantuve impasible y asentí.

      —Ya lo sé. Está en observación de urgencias.

      Él me miró sorprendido.

      —¿Lo sabías? ¿Y qué…? —Supongo que no sabía qué debía preguntar.

      Me encogí de hombros e intenté no reír por la preocupación de todos.

      —Es mi paciente ahora.

      Daniel abrió los ojos como platos y se pasó una mano por el pelo, silbando.

      —Madre mía, tu mala suerte no conoce límites, ¿eh? —Se quedó pensativo—. O puede que sea buena suerte.

      Era mala. ¡Malísima!

      —Como sea. —Hice un gesto de desdén con la mano.

      —¿Y cómo está?

      —Bueno, tiene un brazo roto, y en la pierna puede que un esguince, no está claro. Algunos cortes aquí y allá por el cristal del foco.

      Mi primo asintió lentamente.

      —¿Y tú qué… tal?

      Sabía que lo preguntaría, pero yo preferí ignorarlo. No me sentía con fuerzas para hablar sobre ello.

      —Parece que los chicos están en la sala de espera, iba a ir. ¿Vienes? Creo que necesito apoyo moral.

      —Claro, ellos me avisaron de lo que había pasado ya que yo estaba aquí currando. Pero quise buscarte a ti primero.

      Los dos cruzamos el hospital hasta llegar a la sala de espera. Mierda, estaba nerviosa. Sabía perfectamente que me abordarían con miles de preguntas y no tenía ganas de enfrentarme a eso, la verdad. Al pasar por la puerta, Luke se levantó rápidamente de su asiento y corrió hacia nosotros. Eché un vistazo, y vi a Scott, Damon, y Christian. Liam no estaba, a pesar de que pensé que lo estaría. Todos se acercaron, y al verme rodeada de sus miradas inquisitivas me sentí abrumada. ¡Atrás! ¡Un poco de relax!

      —¡Emma! —Luke me abrazó y yo le respondí. Se le notaba realmente preocupado—. ¿Cómo está? ¿Qué ha pasado? —preguntó, alterado.

      —Tranquilo, está bien. No es nada grave, solo un brazo roto. Ahora le estarán haciendo pruebas.

      Luke suspiró, aliviado. Me explicaron cómo había ocurrido todo, cómo el foco cayó de sus riendas y le dio a Kyle, dejándolo incluso inconsciente. Cómo lo trajeron aquí y los chicos, que habían ido a ver su espectáculo, le habían seguido hasta el hospital. Cuando intentaba tranquilizarles reparé en un chico sentado casi en el borde de la silla, escuchando la conversación sin ningún tipo de disimulo. Fruncí el ceño, ¿quién era? Al ver que le miraba, se frotó las manos en la pernera del pantalón y se levantó. Luke se giró siguiendo mi mirada.

      —Ah, Eric, ven —le dijo.

      ¿Eric?

      El chico se acercó, era muy alto y fuerte. Bronceado, pero no tanto como Kyle, cabello rubio oscuro. Su mirada de un tono muy claro se clavó en mí de una forma extraña, como si me estudiara. Llegó a nosotros e hizo un asentimiento con la cabeza a modo de saludo.

      —Es un compañero de trabajo de Kyle. Estaba actuando con él cuando pasó.

      Entiendo.

      —Hola, soy la interna Parks. Atiendo a Kyle —le tendí la mano. Al menos sería educada, pero él la ignoró. Le miré confundida.

      —Sé quién eres —dijo, mirándome fijamente.

      Vaya.

      Alcé una ceja y entonces entendí que, si era amigo de Kyle, seguramente él le había contado todo lo que ocurrió entre nosotros. Y por lo visto no me había dejado en muy buen lugar. Ese imbécil, le haría daño cuando le curara a propósito. Aparté la vista, dispuesta a dejarlo pasar y me giré hacia Luke. Yo ni siquiera debería estar dándoles un informe sin las pruebas finales, y menos sin un diagnóstico de Jase, de modo que no le debía nada a ese rubio idiota.

      —¿Entonces él está bien? —preguntó el rubio fornido.

      Le miré mal sin cortarme un pelo, aunque me relajé al ver la expresión preocupada y recelosa de su rostro. Suspiré.

      —Sí. Podréis verle cuando le suban a una habitación.

      Me despedí de los chicos y Daniel y yo volvimos al trabajo. Debía ir a ver a Kyle. Odiaba que ese fuera mi trabajo. Cuando corrí la cortina, él estaba dormido en la camilla. Los analgésicos que le habían puesto le habían dejado KO. Caminé hasta estar a su lado y comencé a preparar en la mesita de metal lo que necesitaba. Al terminar levanté la mano para despertarle, pero la dejé en el aire. Sería mejor si le curaba estando inconsciente, haciendo un esfuerzo por dejar de lado mi malvada venganza. Además, estaba demasiado… tierno, dormido allí.

      Mierda, Emma, pero ¿qué estás pensando? Ni tierno ni nada.

      Con una nueva determinación cogí su brazo y lo coloqué como necesitaba, dejando a mi vista los cortes. Agarré el desinfectante, y al echar un chorrito diminuto sobre la herida, Kyle pegó un respingo y se despertó de golpe.

      —¡¿Qué pasa?! —exclamó, mirando alrededor. Me vio, sobre su brazo, con el bote quieto y mirándole sorprendida—. Joder, ¿sabes cómo escuece eso?

      —Me hago una idea —respondí,


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