A tu lado. Cristina G

A tu lado - Cristina G


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ambas cejas, atónita. Estaba de broma, ¿no?

      —¿Que… qué? —balbuceé.

      Entonces Chris y Damon salieron de la casa colocándose sus abrigos. Los miré a la desesperada buscando una explicación. Al llegar a nosotros sonrieron.

      —Buenos días, Emma, ¿llegas ahora del trabajo? —preguntó Damon.

      —Sí —contesté y señalé a Eric—. ¿Habéis alojado a est… a Eric?

      Damon asintió.

      —Es amigo de Kyle, por tanto, nuestro también. Quería estar aquí con él y como tenemos sitio le ofrecimos quedarse con nosotros hasta que Kyle saliera del hospital —aclaró Chris.

      Oh, sí. Muy bonito por parte de mis vecinos, y muy tierno por parte de Eric para con su amigo. Sin embargo… esa noticia no mejoraba en absoluto mi día. Me sentí como cuando descubrí quién vivía frente a mí al mudarme a San Francisco. No me hacía ni pizca de gracia tener tan cerca a ese chico. Tan solo hacía horas que le conocía y ya me repateaba su sola presencia. Era evidente que tenía algo contra mí, pero decidí ignorarlo y hacer como si no me importara.

      —Es genial —respondí en un vano intento de parecer alegre.

      Eric me lanzó una mirada hostil, evidentemente nada convencido de mi actuación. Le miré con altanería.

      —¿Cómo está Kyle? —preguntó Damon.

      —Bien, estable. Y hasta arriba de calmantes todo el tiempo, pero irá mejorando —expliqué.

      Los tres me contemplaron fijamente, como si estuvieran intentando penetrar en mi cerebro y descubrir mis pensamientos. Tosí y cambié el peso de un pie a otro. Entonces me acordé de alguien:

      —¿Habéis visto a Liam? —inquirí.

      Él me había llamado por la noche y yo no le había podido dar señales de vida todavía… o no había querido, más bien. ¿Sabría lo que había ocurrido con Kyle? ¿O me llamó por otra razón?

      —No ha dormido en casa —Damon miró a Chris—. O eso creemos, pero nos ha dicho que está bien por mensaje.

      ¿No había dormido en casa? ¿Entonces dónde? ¿Qué había estado haciendo?

      —Vale, después le llamaré… —contesté, pensativa.

      Pude ver cómo Eric me observaba con suspicacia, yo aparté la vista de él.

      —Nosotros vamos a ver a Kyle ahora —dijo Chris.

      Mi oportunidad.

      —Estupendo. Yo me voy a casa que estoy muerta, necesito dormir.

      Asintieron y se despidieron de mí, por suerte pude escapar hacia mi casa, no sin antes llevarme una miradita malhumorada de Eric. Justo antes de entrar me giré para mirar la puerta de los vecinos, ¿debería llamar a Liam? Estaba demasiado agotada para mantener una conversación tensa con él respecto a lo sucedido por la noche con Kyle, pero me tenía preocupada, de modo que decidí enviarle un mensaje:

      Yo: ¿Dónde estás? ¿Va todo bien?

      Al entrar en casa suspiré y descargué toda la tensión de mi cuerpo. Parecía que siempre que Kyle llegaba a mi vida, iba unido a infinidad de problemas. Me metí en la cama tan solo quitándome los vaqueros y me dormí en menos de diez segundos.

      

      A la tarde tenía que estar de nuevo en el hospital, aunque por suerte ese día terminaría de madrugada y no en pleno día. Recibí una respuesta de Liam varias horas después de haberle enviado mi mensaje:

      Liam: Estoy en casa, lo siento si te he preocupado. ¿Tú estás bien? Me gustaría hablar contigo cuando puedas.

      Yo: Ok. Tranquilo, estoy bien.

      Contesté, y continué trabajando.

      No me gustó nada cómo sonaba aquella petición de hablar después de todo lo sucedido. Algo me decía que no podía ser bueno.

      Mis ánimos para pisar el hospital eran inexistentes, y más todavía si tenía que visitar a mi querido paciente: Kyle. Pasé toda la tarde evitando ese momento, fingiendo estar ocupada y sacando trabajo de donde no lo había con tal de quitarme el tiempo. Pero, al fin y al cabo, fue inevitable. Jase le había visitado por la mañana y me había comentado sus progresos, tan solo tenía que vigilar su medicación y sus vendajes. Parecía tarea fácil, pero no lo era. Volver a ver a Kyle después de la discusión que tuvimos me carcomía por dentro de vergüenza. No dejaba de recordar la frase que le dediqué, admitiendo que todavía me importaba de alguna manera. Mierda, ¿por qué tuve que decir nada? ¿Es que no podía estarme calladita? Estaba tan avergonzada, había perdido totalmente mi temple profesional en ese momento. No podía permitir que volviera a pasar.

      Inhalé una gran bocanada de aire y abrí la puerta de su habitación. Kyle estaba despierto, por desgracia, sentado en la cama leyendo en una tablet. Estuve tentada de mandar a alguna enfermera que le pusiera dosis extra de analgésico o somnífero, cualquier cosa era mejor que enfrentarme a él. Caminé lentamente hasta estar dentro de la habitación, Kyle rápidamente alzó la vista y dejó la tablet en la cama a su lado. Maldije a lo que fuera que estuviera leyendo por no ser lo suficientemente interesante como para ignorarme. Me acerqué a él y carraspeé, intentando adoptar mi faceta profesional.

      —Buenas tardes, ¿cómo te encuentras? —pregunté sin humor en mi voz.

      La mirada intensa que Kyle me dedicó me mantuvo absorta durante un momento.

      —Me siento mejor, ya no tengo tanto dolor de cabeza. El del brazo y la pierna todavía jode bastante, pero es soportable.

      Asentí con la cabeza y anoté en su carpeta. Mi corazón latía rápido y eso me estaba poniendo de mal humor.

      —Voy a comprobar cómo vas —le dije.

      Levanté la sábana para dejar libre su pierna y palpé muy flojo guiándome de los quejidos de Kyle. Todavía estaba muy hinchada, pero no iba a tomármelo como una mala noticia. Tendría que ir poco a poco. El brazo parecía ir mejor, su mano no estaba tan morada como la noche anterior. La cogí para moverle los dedos suavemente. Cuando me di cuenta, tenía la mirada oscura de Kyle fija en mí, que me hizo sentir un escalofrío al notar una corriente eléctrica por nuestras manos. La solté y Kyle se quejó del dolor.

      —Perdona —dije rápidamente.

      —No —murmuró—. Eso no deberías decirlo tú.

      Fruncí el ceño sin comprender.

      —No has hecho nada, ha sido algo… Da igual.

      Continué con lo mío intentando olvidar el tema, le miré los puntos y apunté lo último.

      —Emma —me llamó. Le miré—. No hablo de eso.

      —¿Y… entonces?

      Kyle bajó la mirada unos segundos a sus dedos medianamente morados y los movió lentamente.

      —Siento lo de esta mañana. —Levantó la vista hasta mí de nuevo y clavó sus ojos en mi rostro—. No sé qué me pasó, estaba enfadado y la pagué contigo. Fui un imbécil, lo siento.

      Parpadeé. No sabía qué decir. No esperaba que se disculpase conmigo, y por alguna extraña razón me sentí aliviada. Tenía razón en que fue un imbécil, al menos sabía por qué se comportó de ese modo conmigo.

      —¿Estabas enfadado por lo que dijo Jase… quiero decir, el médico?

      Kyle asintió.

      —Tú debes de saber mejor que nadie


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