Corrientes de psicología contemporánea. Martín Echavarría
“¿Por qué deberíamos hacer eso? ¿De qué nos valdría? Pero, sobre todo, ¿cómo llevarlo a cabo? ¿Cómo sería posible? Mi amor es algo valioso para mí, no puedo desperdiciarlo sin pedir cuentas. Me impone deberes que tengo que disponerme a cumplir con sacrificios. Si amo a otro, él debe merecerlo de alguna manera. (Prescindo de los beneficios que pueda brindarme, así como de su posible valor como objeto sexual para mí; estas dos clases de vínculo no cuentan para el precepto del amor al prójimo). Y lo merece si en aspectos importantes se me parece tanto que puedo amarme a mí mismo en él; lo merece si sus perfecciones son tanto mayores que las mías que puedo amarlo como al ideal de mi propia persona; tengo que amarlo si es el hijo de mi amigo, pues el dolor del amigo, si a aquél le ocurriese una desgracia, sería también mi dolor, forzosamente participaría de él. Pero si es un extraño para mí, y no puede atraerme por algún valor suyo o alguna significación que haya adquirido para mi vida afectiva, me será difícil amarlo. Y hasta cometería una injusticia haciéndolo, pues mi amor se aquilata en la predilección por los míos, a quienes infiero una injusticia si pongo al extraño en un pie de igualdad con ellos. Pero si debo amarlo con ese amor universal de que hablábamos, meramente porque también él es un ser de esta Tierra, como el insecto, como la lombriz, como la víbora, entonces me temo que le corresponderá un pequeño monto de amor, un monto que no puede ser tan grande como el que el juicio de la razón me autoriza a reservarme a mí mismo” (S. Freud, “El malestar en la cultura”, en Obras completas, vol. XXI, Amorrortu, Buenos Aires 1996,106-107).
68 S. Freud, “Cinco conferencias sobre psicoanálisis”, 43.
69 Cf. J. Laplanche – J. B. Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis, 66: “En su Ensayo de exposición de la teoría psicoanalítica (Versuch einer Darstellung der psychoanalytischen Theorie, 1913) Jung introduce la expresión ‘complejo de Electra’. A este respecto Freud manifestó, en principio, que no veía el interés de tal denominación; en su artículo sobre la sexualidad femenina se mostró aún más categórico: el Edipo femenino no es simétrico del niño. [...] Lo que Freud mostró acerca de los distintos efectos del complejo de castración en cada sexo, de la importancia que para la niña tiene la inclinación preedípica hacia la madre, de la preponderancia del falo en los dos sexos, justifica su rechazo del término ‘complejo de Electra’, que presupone una analogía entre la posición de la niña y la del niño respecto a sus padres”. En realidad, más allá de la explicación de Jung, incluso desde la perspectiva freudiana se podría aceptar el término para referirse a la atracción sexual de la hija hacia su padre. Con la expresión no se sugiere ningún paralelismo. Sólo que hay un complejo de representaciones y afectos que tienen un buen ejemplo en Electra. Sospechamos que el rechazo del término tiene más que ver con la rivalidad latente entre Freud y su aventajado discípulo, para lo que, visto desde el lado del padre (Freud) que envidia y teme a su hijo (Jung), podríamos sugerir la expresión “complejo de Layo”.
70 S. Freud, “Nuevas conferencias sobre psicoanálisis”, en Obras completas, vol XXII, Amorrortu, Buenos Aires 1993, 123.
71 Cf. S. Freud, “Nuevas conferencias sobre psicoanálisis”, 124: “El hecho de que haya que atribuir a la mujer escaso sentido de la justicia tiene íntima relación con el predominio de la envidia en su vida anímica, pues el reclamo de justicia es un procesamiento de la envidia, indica la condición bajo la cual cada uno puede desistir de ésta. También decimos acerca de las mujeres que sus intereses sociales son más endebles que los del varón, así como es menor su aptitud para la sublimación de lo pulsional.” Cf. J. Laplanche – J. B. Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis, 118 (Voz: Envidia del pene): “Elemento fundamental de la sexualidad femenina y móvil de su dialéctica. La envidia del pene surge del descubrimiento de la diferencia anatómica de los sexos: la niña se siente lesionada en comparación con el niño y desea poseer, como éste, un pene (complejo de castración); más tarde, en el transcurso del Edipo, esta envidia del pene adopta dos formas derivadas: deseo de poseer un pene dentro de sí (principalmente en forma de deseo de tener un hijo); deseo de gozar del pene en el coito”
72 Ibidem, 58: “Complejo centrado en la fantasía de castración, la cual aporta una respuesta al enigma que plantea al niño la diferencia anatómica de los sexos (ausencia del pene): esta diferencia se atribuye al cercenamiento del pene en la niña. La estructura y los efectos del complejo de castración son diferentes en el niño y en la niña. El niño teme la castración como realización de una amenaza paterna en respuesta a sus actividades sexuales: lo cual le provoca una intensa angustia de castración. En la niña, la ausencia de pene es sentida como un perjuicio sufrido, que intenta negar, compensar o reparar”.
73 Aun Aristóteles considera que el hombre y la mujer tienen una misma naturaleza. Para Aristóteles la mujer se genera per accidens, pues la naturaleza tiende a una sola cosa y es a generar varones. Pero aunque la generación de la mujer no sea intentada por la naturaleza particular, es intentada por la naturaleza en su conjunto, porque si no hay mujeres no hay generación. Freud supone un retroceso de 2.500 en su concepción de la mujer.
74 S. Freud, “Nuevas conferencias sobre psicoanálisis”, en Obras completas, vol XXII, Amorrortu, Buenos Aires 1993, 125. Para su desgracia, la mayoría de sus discípulos fueron mujeres y la mayor parte de sus pacientes fueron mujeres y neuróticas. ¡Pobre Freud! La providencia da sin dudas a cada uno lo suyo...
75 S. Freud, “Cinco conferencias sobre psicoanálisis”, 41-42.
76 S. Freud, “La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna”; en Obras completas, vol IX. Amorrortu, Buenos Aires 1996, 171-172.
77 Cf. J. Laplanche - J. B. Pontalis, Diccionario de psicoanálisis, 35 (voz Asociación libre -método o regla de-): “Método que consiste en expresar sin discriminación todos los pensamientos que vienen a la mente, ya sea a partir de un elemento dado (palabra, número, imagen de un sueño, representación cualquiera), ya sea de forma espontánea”.
78 Ibidem, 355 (voz Regla fundamental): “Regla que estructura la situación analítica: se invita al analizado a decir lo que piensa y siente, sin seleccionar nada y sin omitir nada de lo que venga a la mente, aunque le resulte desagradable comunicarlo o le parezca ridículo, carente de interés o inoportuno”.
79 El subrayado del texto es nuestro.
80 Cinco conferencias sobre psicoanálisis, 27-28.
81 Cf. “Esquema del psicoanálisis”, 174: “Celebramos un pacto. El yo enfermo nos promete la más cabal sinceridad, o sea, la disposición sobre todo el material que su percepción de sí mismo le brinde, y nosotros le aseguramos la más estricta discreción y ponemos a su servicio nuestra experiencia en la interpretación del material influido por lo inconsciente. Nuestro sabe debe remediar su no saber, debe devolver al yo del paciente el imperio sobre jurisdicciones perdidas de la vida anímica. En ese pacto consiste la situación analítica.”
82 Cinco conferencias sobre psicoanálisis, 28.
83 Cinco conferencias sobre psicoanálisis, 29.