Corrientes de psicología contemporánea. Martín Echavarría
en Obras completas, vol. XIII, Amorrortu, Buenos Aires 1994, 158: “En el complejo de Edipo se conjugan los comienzos de la religión, la eticidad, sociedad y arte, y ello en plena armonía con la comprobación del psicoanálisis de que este complejo constituye el núcleo de todas las neurosis, hasta donde hoy ha podido penetrarlas nuestro entendimiento”.
85 G. Groddeck, “El libro del ello. Cartas psicoanalíticas a una amiga”, en G. Groddeck, Obras selectas, RBA Coleccionables S. A., Barcelona 2006, 351-352: “Yo sostengo la opinión de que el hombre es vivificado por lo desconocido. En él hay un Ello, algo de todo punto admirable, que rige y gobierna todo lo que hace y todo lo que le acontece. El enunciado ‘yo vivo’ es solamente correcto bajo determinadas condiciones, expresa solamente un aspecto parcial de la realidad básica, a saber, de que el hombre es vivido por el Ello. [...] De este Ello solamente sabemos lo que se halla dentro de nuestra conciencia. La mayor parte, y con mucho, es zona inaccesible. Pero nosotros estamos en condiciones de ampliar los límites de nuestra conciencia investigando y trabajando, y podemos penetrar en las profundidades del inconsciente con tal que nos decidamos a no pretender ya saber, sino fantasear. Así, pues, querido doctor Fausto, la capa está dispuesta para el vuelo... al país del inconsciente”. En esta obra aparecen muchos temas característicos del último Freud, como el narcisismo y el sadismo congénitos. Sobre la evolución del concepto de narcisismo en la psicología, ver el Anexo 1.
86 S. Freud, Das Ich und das Es (1923), trad. esp. “El yo y el ello”, en Obras completas, vol XIX, Amorrotu, Buenos Aires 1997, 25 (nota 12): “El propio Groddeck sigue sin duda el ejemplo de Nietzsche, quien usa habitualmente esta expresión gramatical para lo que es impersonal y responde, por así decir, a una necesidad de la naturaleza, de nuestro ser”.
87 Cf. F. Nietzsche, Más allá del bien y del mal, Alianza, Madrid 1997, 38. En realidad, Nietzsche se inspira en Kant, porque para este autor el yo trascendental es una especie de Ello, porque no es algo de lo que tengamos experiencia, no hay conciencia del yo trascendental. Cf. I. Kant, Crítica de la razón pura, II parte, segunda división, libro 2, c. 1: “Por ese YO o ÉL, o ELLO (la cosa) que piensa, nada es representado, sino un sujeto trascendental de los pensamientos que son sus predicados y del cual separadamente nunca podemos tener el más mínimo concepto”.
88 Cf. S. Freud, “Esquema del psicoanálisis”, 146.
89 Ibidem, 199; 143 (nota 2): “Esta parte más antigua del aparato psíquico [el Ello] sigue siendo la más importante durante toda la vida”.
90 Cf. J. Laplanche – J. B. Pontalis, Diccionario de psicoanálisis, 369 (voz Representación de cosa, Representación de palabra): “Términos utilizados por Freud en sus textos metapsicológicos para distinguir dos tipos de ‘representaciones’ un (esencialmente visual) que deriva de la cosa y otro (esencialmente acústico) que deriva de la palabra. Esta distinción tiene para él un alcance metapsicológico, caracterizándose el sistema preconsciente-consciente por la ligazón de la representación de cosa a la representación de palabra correspondiente, a diferencia del sistema inconsciente, que sólo comprende representaciones de cosa”.
91 En la jerga psicoanalítica, cc, prcc e icc son las abreviaturas de “consciente”, “preconsciente” e “inconsciente”, respectivamente.
92 “El yo y el ello”, 22.
93 Ibidem, 23.
94 Desde una perspectiva tomista es perfectamente concebible que haya procesos cognoscitivos infraconceptuales, como lo son las imágenes (incluso las acústicas), o las intentiones, es decir las valoraciones particulares de la cogitativa y la memoria. Que las representaciones acústicas de las palabras juegan un papel importante en el desarrollo del pensamiento conceptual, es algo manifiesto, pero no se pueden identificar, porque el lenguaje que es representación sensible es un signo que encarna una concepción propiamente intelectual que tiene inteligibilidad e independencia ontológica respecto de la palabra-imagen. Entender esto en profundidad, llevaría a comprender que los procesos de pensamiento no iluminados conceptualmente, y por ello inconscientes, no son más profundos ni más primarios (en el sentido de primeros), sino más periféricos, respecto del verdadero centro de la persona.
95 “Esquema del psicoanálisis”, 144.
96 Ibidem, 146.
97 Cf. S. Freud, “El malestar en la cultura”, en Obras completas, vol. XXI, Amorrortu, Buenos Aires 1996, 136-137: “La analogía entre el proceso cultural y la vía evolutiva del individuo puede ampliarse en un aspecto sustantivo. Es lícito aseverar, en efecto, que también la comunidad plasma un superyó, bajo cuyo influjo se consuma el desarrollo de la cultura. Para un conocedor de las culturas humanas sería acaso una seductora tarea estudiar esta equiparación en sus detalles.”
98 Cf. J. Laplanche – J. B. Pontalis, Diccionario de psicoanálisis, 191 (voz Imago): “Prototipo inconsciente de personajes que orienta electivamente la forma en que el sujeto aprehende a los demás; se elabora a partir de las primeras relaciones intersubjetivas reales y fantaseadas con el ambiente familiar”; ib.: “El concepto de imago lo debemos a Jung (Metamorfosis y símbolos de la libido [Wandlungen und Symbole der Libido, 1911]), que describe la imago materna, paterna, fraterna”; ibidem, 192: “Con frecuencia se define la imago como una ‘representación inconsciente’; pero es necesario ver en ella, más que una imagen, un esquema imaginario adquirido, un clisé estático a través del cual el sujeto se enfrenta a otro”.
99 Y no, como escribió una alumna mía en un examen ¡“el yo es amo de tres clavos”! Lo que parece confirmar la tesis de la pedagogía y la psicología educativa moderna según la cual lo que importa no es conocer lo que las cosas son, sino para qué sirven, “aprender a aprender”; y a esta chica le servía, para aprobar el examen, memorizar una sentencia cuyo significado desconocía completamente, y que carece de todo significado racional.
100 Cf. S. Freud, “Análisis terminable e interminable” (1937), en Obras completas, vol. XXIII, Amorrortu, Buenos Aires 1996, 247-248: “Los dos principios básicos de Empédocles, filία y neῖkoς son, por su nombre y por su función, lo mismo que nuestras pulsiones primordiales, Eros y destrucción, empeñada la una en reunir lo existente en unidades más y más grandes, y la otra en disolver esas reuniones y en destruir los productos por ella generados”.
101 Cf. S. Freud, “Esquema del psicoanálisis”, 146.
102 Ibidem.
103 Ibidem.
104 El mundo psíquico pintado por Freud, con toda su simbología, es sólo aparentemente rico. En realidad, en su fondo, es un mundo frío y cuantitativo, en el que todos los símbolos remiten a lo mismo: a lo inerte, a la muerte. Cf. P. L. Assoun, Introducción