Futbolera. Brenda J. Elsey
de baile. Además se les recordaba a los profesores que debían ser conscientes de la limitada capacidad de atención y fuerza que tenían las niñas. Los manuales también sugerían evitar la competencia porque la psicología de las niñas era frágil y no podían manejar la presión de ganar o perder. Al argumentar a favor del trato diferencial, los expertos con frecuencia hacían analogías con las diferencias entre las especies animales. Si bien un artículo admitió que había poca investigación en humanos, se podía ver en el reino animal que la hembra era más débil en todas las especies110.
A pesar de la ambivalencia de la comunidad de educación física hacia las mujeres deportistas, el básquetbol femenino tuvo un auge dentro y fuera de las escuelas. De hecho, coincidió con el apogeo de los deportes aficionados, en términos más generales. Esta efervescencia fue el resultado del aumento de los recursos estatales bajo el gobierno de centro izquierda del Frente Popular para proyectos deportivos dirigidos a la clase trabajadora. Los grandes clubes como Colo-Colo incorporaron el básquetbol femenino a fines de la década de 1930, al igual que los clubes de inmigrantes, los pequeños clubes de vecindario y los de fábrica111. El éxito del básquetbol femenino a nivel internacional emocionó a los periodistas. Estadio se entusiasmó con la actuación de las campeonas de Santiago de 1949, Famae (Fábrica y Maestranza del Ejército), un equipo de una fábrica de armas de propiedad estatal. Famae viajó a Perú ese año para el tercer campeonato sudamericano y los fanáticos peruanos quedaron maravillaron con su habilidad, según la prensa chilena112. Sus fanáticos estaban seguros de que el equipo femenino de básquetbol era “sin duda” el mejor talento del continente, lo que ya habían demostrado en Argentina, Bolivia y Perú113.
La popularidad del básquetbol femenino atrajo a atletas de todas las clases sociales, pero las jugadoras de clase trabajadora dominaron las mejores listas de equipo. La biografía de la jugadora estrella Natacha Méndez ofrece una perspectiva sobre las mujeres que lideraron las primeras selecciones nacionales de Chile. Méndez creció en la población Pedro Montt, donde comenzó a jugar en el Club Deportivo Pedro Montt. Sus padres eran directores del club, que había producido varias jugadoras nacionales. Cuando su talento se volvió conocido, Famae la reclutó y Natacha se transfirió a su nuevo equipo. Las historias populares del barrio de Pedro Montt enfatizaron su belleza y habilidad, señalando que fue elegida Reina de la Primavera y también Reina del Pacífico en los campeonatos sudamericanos de 1951114. La prensa local se mostró firme en establecer la feminidad de Méndez. Según el periódico La Cuarta, Natacha era tan atractiva que el público en Lima se volvió loco por ella. Este tipo de adulación era objetivante, pero también perturbaba los ideales conservadores sobre las actividades que eran apropiadas para las mujeres. Natacha permaneció activa dentro de la comunidad deportiva mucho después de que terminó su carrera como jugadora, y luego dirigió una instalación deportiva bien conocida.
A medida que el básquetbol femenino fue creciendo, y las mujeres chilenas se destacaron a nivel continental, ganó aceptación. El aumento de la cobertura de la prensa deportiva llevó a un mayor conocimiento de las jugadoras. El auge del deporte culminó en 1953, cuando los directores de las asociaciones y los periodistas deportivos nombraron a la estrella del básquetbol femenino Hilda Ramos la atleta chilena del año. Era la primera vez que una mujer recibía ese premio115. Ramos fue capitana del equipo de 1953 que terminó segundo en el Campeonato Mundial, después de perder la final con Estados Unidos. Sin embargo, este progreso fue de corta duración. A pesar del éxito de las mujeres chilenas, el equipo de básquetbol femenino recibió menos recursos la siguiente temporada y las directoras de la Federación de Básquetbol Femenino fueron reemplazadas por hombres. Según Georgina Oyarzún, entrenadora de básquetbol de la época, el Campeonato Mundial de 1953 marcó el comienzo del declive del básquetbol femenino chileno116.
La idea de que el básquetbol femenino chileno decayó, en parte, porque los hombres se hicieron cargo una vez que alcanzó cierto nivel de éxito tiene sentido dadas las actitudes de los involucrados. Por ejemplo, el entrenador del equipo nacional femenino en la década de 1950, Osvaldo Retamal, declaró que “el básquetbol no era un deporte para mujeres”117. Retamal no solo era entrenador, sino también profesor del Instituto de Educación Física. El técnico creía que el básquetbol era un juego demasiado rápido y difícil para las mujeres. Cuando se le preguntó cómo podía tener estas creencias y aún entrenar al equipo femenino, respondió que creía que la educación física era una “verdadera ciencia” que desarrollaba cuerpos sanos. Que las mujeres, en su opinión, no pudieran empujar a sus rivales o lanzar un codo demostraba su incapacidad para el juego.
A nivel internacional, las mujeres latinoamericanas participaron en la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) en la medida de lo posible. De los siete miembros de la Comisión de Mujeres de FIBA, cuatro eran hombres y tres eran mujeres, entre ellas la chilena Amelia Reyes Pinto118. Para 1960 había incluso menos mujeres trabajando en la comisión, de once miembros Reyes era la única mujer restante. La única otra mujer latinoamericana que figura en los órganos de gobierno internacionales fue la representante de la Federación Internacional de Voleibol, “Miss de la Fuente”, quien fue Secretaria-Tesorera de la Federación Mexicana119.
Si bien la participación deportiva femenina creció principalmente en el básquetbol y el voleibol, los clubes de clase trabajadora comenzaron a integrar el fútbol femenino en la década de 1950120. Los primeros equipos de fútbol femenino en atraer la atención fueron Las Atómicas y Las Dinamitas de San Miguel. Al igual que con otros equipos femeninos pioneros en la región, las dos escuadras recorrieron Chile, y jugaron partidos preliminares antes de los encuentros masculinos. Los asistentes a un partido femenino en Limache quedaron maravillados con la presentación121. Como resultado, la revista deportiva Gol y Gol, que estaba más centrada en el amateurismo que Estadio, recibió docenas de cartas de mujeres que esperaban organizar partidos122. A pesar de su popularidad entre las chicas, el fútbol femenino generó controversia en las páginas deportivas. Los periodistas conservadores expresaron hostilidad hacia las jugadoras y fanáticas. En 1952, la revista Estadio mencionó el fútbol femenino y el boxeo como una “invasión”123. De hecho, el debate ofrece una mirada a una práctica clandestina más amplia: los periodistas indicaron que las mujeres jugaban al balompié en todo el país, no solo en las principales ciudades124. En defensa del fútbol femenino como tradición, algunos lectores enviaron fotografías de equipos de la década de 1920125. Los lectores de Gol y Gol enviaron detalles de equipos provinciales como Colo de Iquique126. El club escribió a la revista nuevamente en la ocasión de su primer aniversario con fotografías del directorio del club, compuesto por tres hombres y dos mujeres127. Otros equipos surgieron rápidamente en las provincias a lo largo de la década de 1960, incluidos “Las Malulas” y “Latino” de Vallenar. Los partidos a menudo eran a beneficio de organizaciones benéficas femeninas tradicionales, como las salas de maternidad de los hospitales128.
A pesar del crecimiento del fútbol femenino, los expertos en educación física continuaron rechazando sus beneficios. En el Instituto Nacional de Educación Física de la Universidad de Chile, los estudiantes podían especializarse en gimnasia, atletismo, básquetbol, natación o fútbol masculino. Solo los hombres podían participar en las clases de fútbol. El plan de estudios también requería que las mujeres tomaran dos cursos sobre cuidado infantil y danza. Curiosamente, entre 1945 y 1955, asistieron más mujeres que hombres al Instituto, lo que probablemente refleja el mayor interés que tenían las mujeres de ser profesoras. Esta tendencia comenzó a cambiar a mediados de la década de 1950. Mientras eran excluías de la posibilidad de poder entrenar y dirigir, las profesoras de educación física continuaron organizando comunidades y contribuyendo en publicaciones académicas129. Marta Briceño Vásquez, profesora del Liceo de Niñas no. 3, escribió un breve artículo editorial en 1951 sobre el estancamiento de la educación de las mujeres chilenas. Briceño consideraba que los congresos panamericanos sobre educación física eran pasos preliminares para conectar a las mujeres dentro del campo. La docente escribió un resumen sobre el Congreso Internacional de Mujeres Interesadas en la Educación Física Femenina, el que se reunió por segunda vez en Copenhague en 1949, aunque Argentina parece haber sido la única delegación sudamericana que participó. Briceño comentó que no hubo declaraciones formales en el Congreso, simplemente un intercambio vibrante de ideas sobre el papel del deporte y la danza en la educación física, la formación del profesorado