Futbolera. Brenda J. Elsey
de su experiencia en la Alemania nazi, pero sentía un tremendo orgullo de representar a su país adoptivo, indicó su hija años después51.
Figura 1.1. Fútbol femenino temprano en Argentina, 1923 Fray Mocho, 2 de octubre de 1923
El papel de las mujeres en los clubes deportivos sigue siendo más esquivo que su participación en clubes o eventos olímpicos. En 1923, un artículo en la revista Fray Mocho publicó fotografías de tres equipos de fútbol femenino en Buenos Aires52. Las imágenes serían del primer club de fútbol femenino, llamado Río de la Plata, que consistía en al menos tres escuadras de fútbol femenino. En las fotos de los equipos, las criollas parecen enfrentar a sus contrapartes británica y alemana: el “equipo Argentina” versus el “equipo Cosmopolita”. Se nota que las futboleras tenían experiencia, vestían los uniformes adecuados y las imágenes de su juego indican que sabían lo que hacían. Además, la revista mencionaba a los directivos del club, por lo que parece que las mujeres adoptaron una estructura similar a los clubes de hombres. El número de futboleras que jugaban en los equipos de fábrica empezó a aumentar con la industrialización en la década de 1930. Sin embargo, muchos de estos lugares de trabajo, como las plantas empacadoras de carne, las fábricas de cigarrillos y las refinerías de azúcar estaban segregados por líneas de género. Las fábricas tuvieron que lidiar con la tensión que generaba la movilidad de las mujeres en la fuerza laboral. Incluso cuando había secciones de trabajo separadas, cada vez era más frecuente que los hombres terminaran trabajando con mujeres53.
La difusión del básquetbol, impulsada por grupos como la YMCA, ayudó a las mujeres a hacerse un espacio en los clubes de barrio y sindicales. Vélez Sarsfield, un club deportivo fundado en 1910 como club de fútbol masculino en el barrio de Linier de Buenos Aires, comenzó un equipo de básquetbol femenino en 1954 y se convirtió en una potencia nacional en el deporte. El importante sindicato de trabajadores textiles, la Asociación Obrera Textil, también tenía un programa de básquetbol femenino muy activo54. Considerando cómo se juega el básquetbol hoy en día, no pareciera haber razón que explique por qué era más aceptable que el fútbol. Sin embargo, a principios y mediados del siglo XX, el juego era mucho más lento, lo que requería que las jugadoras lanzaran desde una posición fija. El contacto físico entre las jugadoras estaba más regulado y el básquetbol se jugaba en interiores. A pesar de estos factores, creemos que la mayor aceptación del básquetbol femenino en todo el continente derivó de la popularidad y el poder incomparables del fútbol como símbolo de identidad nacional.
Figura 1.2. Juan Perón en un partido de básquetbol femenino, 1952 Cortesía de la Biblioteca Nacional de Argentina
A medida que aumentaba la actividad deportiva de las mujeres, también aumentaba la preocupación por su impacto. Los debates de salud pública sobre las actividades físicas apropiadas entrelazan el sexismo con la homofobia desenfrenada. Mientras que los futbolistas eran vistos como modelos de virilidad y destreza heterosexual, los periodistas, funcionarios y fanáticos ponían en duda la feminidad y la heterosexualidad de las atletas. Entre los psicólogos, el lesbianismo generalmente estaba subordinado a la discusión sobre la homosexualidad masculina en Argentina. Los expertos médicos caracterizaron el lesbianismo como una perversión incomprensible, supuestamente causado por experiencias sexuales inadecuadas con hombres, “hermafroditismo”, o un desajuste psicológico por el cual las mujeres adquirieron rasgos de personalidad masculina55. Por lo tanto, los expertos advirtieron que adoptar la ropa y el comportamiento de los hombres podía influir en la orientación sexual y psicología de las mujeres. Como los deportes se consideraban fundamentales para construir y exhibir una masculinidad adecuada, constituían un terreno peligroso en términos de su potencial masculinizador. Por esto, expertos médicos, funcionarios estatales, periodistas, entre otros, comenzaron a vigilar los espacios que congregaban a varias mujeres, como las cárceles, los hospitales y las escuelas, pues sospechaban que eran comunidades subterráneas donde reinaba un lesbianismo desenfrenado.
Las deportistas chilenas, las maestras y el auge de la “experiencia”
La historia de la educación física y el deporte femenino en Chile manifiesta interesantes superposiciones y diferencias con Argentina. Las ideologías dominantes de los clubes deportivos amateur se basaban en una idea compartida sobre la masculinidad, que excluía a las mujeres del club y la cancha. Los deportistas aficionados recurrieron a los ideales deportivos británicos como una forma de cultivar la masculinidad restringida, el control emocional y el “juego limpio”. El balompié dominó la escena deportiva y los clubes de fútbol fueron esenciales para la integración de los trabajadores en la política local. Además, estos sirvieron como espacios de democratización y, en los años cincuenta y sesenta, radicalización política56. La marginación extrema de las mujeres del fútbol creó más obstáculos para su participación en ámbitos sociales relacionados, como los sindicatos y los partidos políticos. Aunque estaban excluidas del fútbol organizado, crearon espacios para la competencia atlética en básquetbol, particularmente, pero también en voleibol, atletismo, tenis y natación. En ocasiones, los medios de comunicación le prestaron atención a estos equipos deportivos debido al éxito internacional que tuvieron. Estos equipos recibieron apoyo esporádico de sus clubes matrices, los que eran dominados por hombres. Sin embargo, no hubo recursos gubernamentales, en comparación con Argentina o Brasil. Además, a pesar del fuerte contingente de mujeres en el campo de la educación y el éxito de estas deportistas, los clubes deportivos y los medios de comunicación establecieron importantes barreras informales para el fútbol femenino.
A comienzos del siglo XX, Juana Gremler, la profesora que mencionamos al principio del capítulo viajó por toda Europa en busca de un plan de estudios adecuado para las niñas chilenas. En ese momento, la formación de los docentes de educación física era bastante equilibrada en términos de género. Se alentaba a los niños y a las niñas a realizar actividad física, y tanto hombres como mujeres recibieron formación en escuelas normales para convertirse en profesores de educación física. En Chile, Joaquín Cabezas desempeñó el papel más importante al estructurar las instituciones y la dirección de la educación física. En 1888, el gobierno chileno lo envió a Suecia para que estudiara el programa de educación física basado en el método Ling57. A su regreso, Cabezas estableció el Instituto Superior de Educación Física y Manual en 1906, que adoptó explícitamente la educación física como una forma de preparar a los niños para el trabajo y la ciudadanía en lugar de la vida militar. El instituto aceptó a las mujeres de inmediato, probablemente debido a la influencia del sistema sueco. Además, brindó formación profesional para profesores de educación física, así como formación vocacional. La primera cohorte de profesores de educación física del instituto incluyó a 17 mujeres y 19 estudiantes varones. Cabezas también era cercano a las asociaciones de docentes liberales, con el apoyo de políticos como Manuel Salas y Arturo Alessandria. Posteriormente abogaría por expandir la educación pública a las niñas y las comunidades pobres, ayudando a crear el Comité Pro Deporte Popular, respaldado por el Frente Popular a fines de la década de 1930. Las profesoras de educación física formadas en el instituto moldearon los deportes femeninos más allá de la sala de clases. Por ejemplo, las profesoras formaron centros deportivos independientes, no solo para estudiantes, sino también para ellas y sus antiguas alumnas. En la década de 1920, el Liceo Paula Jaraquemada, en Recoleta, estableció un club deportivo, donde diversas generaciones practicaron deportes en equipo fuera de la escuela58.
En Chile, la prensa deportiva se inició a principios del siglo XX. En la década de 1920, Los Sports dominó el panorama deportivo, hasta ser reemplazado por Estadio, desde la década de 1940 hasta la década de 1980. Sin embargo, cientos de pequeños periódicos, boletines comunitarios, boletines laborales y medios provinciales proporcionaron cobertura deportiva en cualquier momento dado. Además, la radio era un importante componente de los medios de comunicación deportivos59. Los medios deportivos desarrollaron dos caricaturas opuestas de la feminidad, las que dominaron la cultura visual popular durante gran parte del siglo. Las fotografías, los anuncios y los cómics tendían a retratar a las mujeres como seres etéreos, como ángeles y ninfas,