Los miedos de Ethan. Darlis Stefany

Los miedos de Ethan - Darlis Stefany


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exacto? En respuesta, él me observa con sospecha.

      —¿Eres virgen?

      —Ethan, tú no sabes hablar con mujeres —señalo—. No, no lo soy. Pero nunca me ha gustado.

      —¿El qué no te ha gustado?

      —El sexo… ¿No me sigues en las respuestas?

      Me ve como si yo hubiese cometido algún pecado, o como si yo fuera una criatura mitológica. Alguien de quien ha escuchado hablar.

      —¿Cómo no te gusta?

      —No me gusta y ya. Es incómodo y solo te frustras pensando en si todo está sucediendo bien o cuándo va a acabar.

      Recuerdo que cuando salí de la clínica me reencontré con Anthony y perdí mi virginidad con las luces apagadas, temerosa de exponer a mi nueva yo. No resultó terriblemente doloroso como esperaba, pero sí muy incómodo y solo pensaba en cuándo iba a terminar. Queriendo convencerme lo dejé hacerlo varias veces más hasta decidir que quizás no teníamos química.

      Luego intenté con otro chico y odiaba toda la cosa de ser consciente de lo que sucedía y cuáles partes de su cuerpo tocaban la mía.

      Decidí que no me gustaba el sexo o no era necesario para mí. Claro, me gusta ver a los chicos que son ardientes para hacer cumplidos y calificar en bromas cómo imagino podría ser su potencial sexual. También parece que cuando estoy ebria crítico y alabo pollas, ni siquiera puedo creer que yo dijera esa palabra tantas veces en una misma noche.

      —No lo has hecho con la persona adecuada.

      —¿Contigo? —Enarco mi ceja.

      —Tú amarías cada segundo de piel rozándose entre nosotros.

      Lo admito, eso causa un poco de cosquilleo. Excitarme nunca ha sido el problema, digo, los chicos lo lograban, pero cuando comenzaba el asunto real, no lo disfrutaba.

      —Grace… A mí me gusta el sexo. Me gusta practicarlo y si vamos a fingir esto por un tiempo… ¿Cómo sobrevivo yo?

      —Bueno, tienes dos manos. Si se te cansa una siempre está la otra —es mi respuesta—. O terminamos con esto. No voy a ser la cornuda, ni luego vendrás a fingir que me amas con un beso cuando no sabré en dónde estaba tu boca.

      —Qué dura. —Muerde su labio y recuesta su espalda de la silla—. Pero… ¿Tú no sientes pena de «mi polla grande»? ¿De Ethan «Polla Grande»?

      —¡Dios mío, cállate! —Cubro mi rostro con mis manos y lo escucho reír de manera ronca—. Deja de recordarme cada cosa que dije.

      —Y aún me quedan muchísimas cosas más por citar de esa noche.

      —No lo recuerdes. Olvídalo.

      —Eso no sería divertido.

      Doy el último bocado de mi dulce y bebo mi delicioso batido. Él se cruza de brazos.

      —Muy bien. Estoy absteniéndome al sexo por serte fiel en esta falsa relación —masculla—. A cambio tú debes dejar que te vea los pechos de nuevo.

      Mi boca se abre y algo de batido cae, rápidamente lo limpio con una servilleta.

      —Estaba bromeando, al menos claro que quieras hacerlo. Si estoy haciendo algo que dije nunca haría, mentir a mis fans y a todos, entonces que esto funcione, Grace. Porque algo peor que estar mintiendo a tantas personas sería que se descubriera la verdad, entonces, habladora, nadie, ni siquiera yo, podría protegernos de la mala cosa que sucedería.

      Me estremezco. A nadie le gusta un mentiroso. Y a ninguna Fiver va a gustarle saber que yo soy una farsa. Pueden llegar a molestarse con él, pero es a mí a quien van a odiar.

      Desliza su mano hacia la mía, la toma y la lleva a sus labios.

      —Será mejor que sonrías si quieres que la cámara de los indiscretos capten lo bonita que eres.

      Para ser alguien que siente aberración por las relaciones, Ethan tiene buenas palabras para hacer sentir a una chica especial.

      No confundas la ficción con la realidad, Grace. No te quemes en este juego de fingir. Me lo repito una y otra vez hasta creerlo.

      Mis ojos luchan para abrirse, son pesados y escucho murmullos. Siento dolor, mucho dolor y estoy tan desorientada.

      ¿Qué ha sucedido?

      Logro abrir un poco mis ojos, la luz lastima, por lo que los cierro, pero intento de nuevo abrirlos. Todo luce borroso, siento mucho dolor y mi cabeza palpita. Todo luce tan impersonal en este lugar.

      Abro un poco mis labios, pero tan solo el respiro que tomo causa dolor en mi garganta, cierro los ojos. Lo intento de nuevo y ninguna palabra sale, mi lengua se siente pesada. Cierro los ojos una vez más intentando calmarme.

      Recuerdo que tuve una grandiosa cita. Anthony me pidió que saliéramos oficialmente. Baje del auto y…

      Creo que alguien entra a la habitación.

      —¿Cómo todo esto pudo suceder? —La voz hace que mi cabeza retumbe. Como si fuera conocida y, a la vez, estuviera en un recuerdo lejano.

      —No lo sé. —Alguien llora—. Cheryl recibió dos disparos, uno en su cabeza y… ¡Oh, Dios! No puedo creer que no estén.

      Chase está cubierto de sangre, sus ojos abiertos, su cuello degollado. Cheryl corre, Jorge me arroja contra la mesa de vidrio.

      Oh, Dios.

      No. No. No.

      Abro mis ojos sin importarme la luz lastimándolos. Mi frecuencia cardíaca aumenta y lo que parecen ser la tía Olivia junto a Tyler me observan entre alarmados y aliviados.

      Abro mi boca e intento hablar, nada sale. Eso me frustra. Intento arrancar las cosas conectadas a mis brazos y la tía Olivia me detiene.

      —Calma, Grace, tranquila, cariño. Respira.

      Respiro varias veces, mi vista es borrosa y sin darme cuenta estoy llorando. Intento de nuevo hablar y nada sale. Llevo una mano a mi pecho.

      —Los… —La palabra arde en mi garganta—. Los…

      —¿Qué, cariño? Tyler, llama al doctor.

      Tyler sale de la habitación. Tomo un profundo respiro, las imágenes van llegando con rapidez a mi mente. Cada una de ellas me hace estremecer.

      —¿Los… Me… Me…? —gimo de dolor.

      —No tienes por qué…

      —Me… Melli… Melli —creo que lo entiende, pero no dice nada—. ¿Melli… zos?

      Me observa con fijeza antes de que sus hombros se estremezcan y comience a llorar con fuerza. No. Niego con mi cabeza.

      La imagen de Chase solo fue un mal sueño. Cheryl ha de estar en clases de ballet. Seguro.

      —No —susurro.

      —Grace…

      —No… No… No.

      Mi cuerpo se sacude mientras niego con mi cabeza y no soy consciente de mis manos intentando quitar cada cosa pegada a mi cuerpo. Mi espalda arde y por alguna razón comienzo a sentir líquido caliente correr por ella. La sábana se mancha de sangre.

      No puedo controlarme.

      No puedo gritar.

      Me siento atrapada mientras varias personas intentan tocarme. No quiero, no quiero que me toquen.

      Quiero a mis hermanos.

      —No… No… —Llevo una mano a mi garganta y pataleo sin importarme el dolor.

      Una mujer tiene una jeringa, me sacudo lejos y me lastima. Ella maldice y es reprendida. Intentan de nuevo y lo logran. Pero no me ayudan,


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