Los miedos de Ethan. Darlis Stefany
pies duelen. Él se incorpora y pasando sus brazos alrededor de mi cintura me alza y deja mis pies unos centímetros lejos del piso.
No sé cómo lo hace, pero camina de ese modo hasta la recepción del hospital. Dándole un descanso a mis pies.
La enfermera un poco mayor parece brevemente sorprendida antes de indicarle a dónde ir. Siento alivio de que su abuela esté en el pasillo de personas estables o en recuperación. Cuando estamos llegando al pasillo creo que se cansa y me deja sobre el suelo.
—Lo siento…
—Ethan, eres humano, te cansas. Ya puedo caminar mejor.
Sigue doliendo pero no como antes. Toma mi mano y entrelaza nuestros dedos mientras pacientemente espera a que camine de a poco. Cuando llegamos a la habitación, fuera de ella está la pareja adulta que vi el día del cumpleaños de los mellizos: los padres de Ethan.
La madre de Ethan me observa de arriba abajo, hace lo mismo con él y luego niega con su cabeza.
No hay abrazos. Un te extraño, preguntas sobre si condujo con cuidado. Todo lo que hay es una mirada seria sobre Ethan. Me estremezco.
—Te dignaste a venir.
—Mamá, no ahora, por favor.
—Solo señalo un hecho.
—¡¿Cómo quieres que me digne a venir si esperas al último momento para decirme que la abuela no estaba sintiéndose bien?! —cuestiona con los dientes apretados. Suelto su mano para pasar mi brazo alrededor de su cintura.
Es terriblemente incómodo este momento, pero es aún peor ver los fríos que ellos son.
—Tú estás muy ocupado jugando a ser la estrella. ¿Cómo captamos tu atención cuando estás más que ocupado recibiendo otro tipo de atenciones? —Me ve y vuelve la atención a él—. No necesito un recuerdo de que somos la última cosa en la lista de prioridades de mi hijo.
Lo sorprendente es que el papá de Ethan no dice nada, pero su mirada para él es mucho peor que la de su esposa. Un silencio cruel.
—Por favor, no ahora… Por favor.
—¿Nunca es el momento, Ethan? No puedes culparme por recordar todo lo que eres cuando te veo.
—¿Un excelente músico? ¿Alguien amado y admirado por muchos? —no puedo evitar preguntar—. ¿Un hombre que ayuda a organizaciones sin fines de lucro? ¿Un escritor y compositor magnífico? Suenan como grandes cosas para recordar de un hijo.
Ella le da una mirada a Ethan, quien besa de manera distraída mi frente.
—Esta es Grace… Mi novia.
—Bueno… ¿Qué más se puede esperar de ti? —le pregunta, niega con su cabeza y suspira—. Tu abuela está bien, fue un susto. Puedes volver a jugar a ser famoso y dejarnos aquí.
—Voy a quedarme aquí para ver cómo se recupera. Quiero hablar con ella.
—Haz lo que quieras, Ethan, siempre lo haces.
Ella y su esposo se sientan bastante lejos, por lo que sigo a Ethan cuando se sienta en los bancos más cercanos de la habitación. Él ubica sus codos sobre sus rodillas abiertas y esconde su rostro entre sus manos.
—¿Tu papá es mudo? —Me encuentro preguntando mientras paso una mano arriba y abajo en su espalda. Como si buscara calmarlo, es algo involuntario.
Retira las manos de su rostro, es increíble lo tenso y frustrado que luce. Sus ojos han pasado a estar rojizos.
—Él no es mudo, Grace. Él solo no me habla —susurra—. No desde que estoy en BG.5. No lo ha hecho en años. Solo me da esa mirada jodida de decepción y rechazo. Cada maldita vez desde entonces.
Cristo, eso es terrible. Casi hubiese sido mejor que a Ethan lo criaran unos lobos, seguro ellos hubiesen sido más amorosos.
Me acomodo mejor de tal modo que puedo atraerlo hacia mí para un abrazo. Porque algo me dice que Ethan necesita de muchos abrazos. Me deja abrazarlo mientras suspira.
—¿Nos conocemos más, Grace?
Por un momento estoy desconcertada de su pregunta, luego recuerdo el modo en el que fuimos dejando caer secretos antes de lo de novios falsos.
—Nos conocemos, Ethan.
[no image in epub file] Capítulo diez [no image in epub file]
—Hola…
Alzo la vista y una chica demasiado pálida con unas grandes ojeras me observa desde la puerta de mi habitación. Solo la observo.
—No imaginé que fueras rubia —dice sonriendo. Cuando entra arrastra con ella uno de esos aparatos que sostienen una bolsa con lo que sea que hace su viaje por sus venas. Luce cansada, pero sigue sonriendo.
—Te he escuchado… Gritas fuerte, quise venir antes a abrazarte, pero no me dejaban salir de mi habitación.
Sigo sin responder. Ella estira su mano y toma la mía. Mi piel es increíblemente clara en contraste con la suya, aun cuando ella está pálida.
—No experimentamos el mismo tipo de dolor, pero podemos compartirlo. No me gusta escucharte sufrir. ¿Cómo te llamas?
Más silencio. El calmante ya no hace efecto, siento el terrible dolor comenzar a aparecer recordándome que estoy viva. Siento los pinchazos y el ardor comenzar en mis hombros trasladándose. Llevo la mano que ella no toma a mi abdomen, en el agujero sanando en donde un trozo de cristal atravesó.
—No quiero que te sientas sola. Quiero recordarte que estás viva.
—No lo pedí —digo, ella se sobresalta de que haya hablado.
—Hay muchas cosas que no pedimos en esta vida, pero debemos aprender a vivir con ellas. Te lo dice la chica en la fila para un trasplante de médula.
Una enfermera se detiene en la habitación y parece aliviada de verla.
—Aquí estás, cariño. Tu chico encantador ha llegado a visitarte.
—No es mi chico —ella ríe, se inclina hacia mí, aprieta mi mano—. Ethan las trae a todas locas.
No me importa, Ethan, no me importa si trae a todas locas. No me importa nada.
—¿Quieres que le diga que venga a conocerte?
—No.
—Vamos, preciosa, dejémosla descansar y no dejemos que el chico se impaciente… ¿Puedo felicitarlo por esa presentación que tuvieron? —pregunta la enferma haciéndola reír.
—Apuesto a que su ego lo agradecería. —Ella da otro apretón a mi mano y se levanta lentamente comenzando a irse.
El que se vaya me alarma. Me hace sentir vacía y aún más sola.
—Soy Grace.
Ella se gira y me da una sonrisa de alivio y feliz.
—Yo soy April, prometo volver.
20 DE ABRIL, 2014
Por más que Ethan insiste, Cecilia Jones no lo deja pasar la noche cuidando a su abuela. Ella asume la responsabilidad y deja caer algo sobre cómo ahora es que quiere hacer algo. Tengo que morder mi lengua para no decirle en dónde puede meter su actitud de mierda.
¡Es su hijo! Un hijo sano, centrado y triunfador… ¿No es suficiente eso? Tengo mis problemas con mi mamá desde el accidente, pero nunca me ha tratado así ni siquiera yo a ella después de saber las razones locas de Jorge.
Por ello me sorprendo cuando Ethan se detiene frente a una casa exageradamente grande, con un pasto cortado a la perfección. Todo en la casa es perfección desde afuera.
—Esta es la casa donde crecí —baja del auto y abre la puerta para mí—. Te dije que tardaron en dejarme volver a entrar, pero lo hicieron. No es que