Los miedos de Ethan. Darlis Stefany
abuela glamurosa y coqueta a la vista.
—¿No es genial? —me pregunta Ethan sosteniendo el espejo para ella—. Ni pensar que tiene 79 años.
—Abrahams, nadie te preguntó mi edad, aprende a callar cuando es necesario —dice, elevando la barbilla. Me espanto, pero entonces ella ríe—. No te asustes, solo estoy imitando a mi nuera.
—Pensé que era la mamá de la señora Cecilia.
—No, le hubiese dado de beber ácido al nacer —ríe—; estoy bromeando, cariño. Pero es mi nuera, el terco es mi hijo. Bueno, y mi bebé Ethan… ¿En dónde me dejaste a Andrew?
—Haciendo cosas de la banda.
—¿No deberías estar tú ahí, cielo?
—Tú me importas y no voy a dejarte. —Guarda el espejo y la pintura labial cuando ella termina. Besa su frente—. Lamento haber llegado tarde, mamá.
—Todo está bien, niño. No dejes que te controlen… ¿De acuerdo? Hemos trabajado mucho para que estés en donde estás y la carta de la culpa ya se está haciendo demasiado vieja para que ellos la usen.
Ella voltea a verme y vuelve a sonreír. Se ve sana, dejando toda la emergencia de la llamada en un mal susto.
—¿Cierto que tenemos un chico grandioso aquí? —cuestiona pellizcando la nariz de Ethan.
—Muy cierto —aseguro sin poder evitar sonreír.
—Mi más grande orgullo es este chico. Es la razón que me trae sonrisas al despertar y que me hace saber que he hecho algo bien en mi vida.
—Te amo, loquita. Mamá Victoria.
Es refrescante ver el lado cariñoso amoroso de Ethan con ella. Seguro que siempre es amoroso con los chicos, pero con ella es como si tratara a su propio corazón. Se sienta en el otro lado de la cama y presiona sus labios de su sien. La ve con tanto amor, me doy cuenta de que sí tiene una madre que lo quiere.
Victoria ha sido esa madre.
—También te amo, cariño, y porque te amo espero y no estés dejando compromisos pendientes en Londres. Y también espero que estés tratando de maravilla a esta linda rubia que te ha conquistado.
—Ella me adora… ¿Cómo no va a adorarme? Estamos hablando de mí —asegura él, haciéndola reír—. Difícilmente alguien puede no adorarme. Además… ¿No te he dicho que mi chica es una estupenda Fiver? ¡Soy su BG.5 favorito!
—Entonces, no la dejemos ir.
—Estoy aquí escuchando todo —les recuerdo, señalando mi oreja con mis dedos.
—Vamos a quedárnosla, mamá.
—¡Oye! —Me estiro para darle un empujón—. No soy una mascota, Ethan.
—Es su rara manera de decir que le gustas —asegura su abuela.
—Oh, señora…
—…No. Abuela Victoria para ti.
—De acuerdo, abuela Victoria. Ahora olvidé lo qué iba a decir.
—Seguro que eran halagos para mí, habladora.
Ethan conduce en silencio mientras en un auto detrás de nosotros, Hunter nos escolta. Tras pasar mucho tiempo con su abuela y que esta lo convenciera de volver, estamos regresando a Londres. Puedo intuir que una parte de él está torturándolo con la idea de dejar a su abuela.
Pero la mujer prácticamente nos ha corrido a Londres enviando saludos para todos, incluso para los señores Jefferson.
Amé todo lo que su abuela fue y es. Amé la manera en la que ella le dio todo ese cariño que sus padres no le han dado. Fue algo lindo de ver, además de que fue totalmente diferente ver a Ethan a su alrededor.
—¿Por qué cuando hablas de ella la llamas abuela Victoria y no mamá como cuando está presente? —No puedo evitar preguntar acomodándome mejor en el asiento.
Parece desconcertado por mi pregunta.
—Porque una vez la llamé mamá en una entrevista, lo que llevó a que preguntaran por mi mamá, ya sabes, Cecilia, y luego se hizo un artículo sobre mi mamá no apoyándome. Lo cual es verdad, pero no es algo que quiero que todo el mundo sepa —dice—. Así que la llamó abuela Victoria cuando hablo de ella con otras personas, pero es mi mamá.
»Ella es parte de mi todo. —Sonríe—. Yo bajaría la constelación para ella. Es tan genial, si hay alguna razón para que crea que el amor exista aunque no lo busco, es porque conozco el amor que me ha enseñado mamá Victoria.
—Ella es genial y muy coqueta… ¿Realmente tiene 79? Parece más joven.
—Le gusta cuidarse. Si vieras la cantidad de ropa que tiene y maquillaje. Va a la peluquería a tintarse el cabello y tiene su celular inteligente —ríe—. Pero no te miento con su edad.
—Mi abuela es más de las rechonchas cariñosas que te llenan de comida. Un tanto metiche, amable y comprensiva.
—Suena como una buena abuela.
—Lo es. Ella me ayudó mucho después de…
—¿…Tus hermanos? —se atreve a completar.
—Sí, y de otras cosas.
Como todas las cirugías por las que pasé.
Permanecemos en silencio de nuevo, observo por la ventana y vuelvo mi atención una vez más a Ethan. Estudio su perfil, tiene todo el sentido que diga que es caliente, él es consciente de su atractivo. ¿Quién no lo es? Si cantara fatal y fuera un asco en la música a nadie le importaría, seguirían alabándolo porque él puede generar un caos en las mujeres y posiblemente en algunos hombres.
—No entiendo a tus padres, Ethan.
—Bienvenida al club.
—Has logrado tanto siendo tan joven.
—No he cambiado el mundo, Grace. —Me dedica una mirada fugaz antes de volver su atención a la carretera.
—Sí que lo has hecho. Muchas personas obtienen un cambio después de una canción. Haces donaciones junto a la banda.
—No creo que sea el concepto de ellos sobre cambiar el mundo.
—¿Es tu concepto sobre cambiar el mundo? Porque es tu opinión la que cuenta.
No me responde. Dejo caer mi espalda en el asiento y suspiro.
—Si no crees que cambias de algún modo el mundo, entonces créeme cuando te digo que cambiaste mi mundo. No lo entenderías, pero cuando yo pensé que no quería continuar tú con palabras en una melodía me motivaste a más.
»Espero y sea suficiente para ti saber que cambiaste mi mundo.
—¡Maldita sea! —Detiene el auto, Hunter se detiene a poca distancia. Se gira a verme—. ¿Tienes que ser así? ¿No puedes simplemente callarte y dejar de decir ese tipo de cosas?
—¿Qué hay de malo con ese tipo de cosas?
—Me trae jodidos pensamientos locos sobre cosas que no debería querer hacerte excepto solo para fingir. —Me señala—. Detente.
—Hombre, tienes serios problemas en tu cabeza. —Me burlo.
—Tú estás jodiendo mi cabeza… ¿No puedes solo decepcionarme como muchos más?
Abro y cierro mi boca sin saber qué decir. Sacude su cabeza y pasa una mano por su cabello.
—Uhm… ¿Lo siento? —intento, aunque no sé por qué me disculpo. Se ríe brevemente.
—No, no te disculpo. —Vuelve a encender el auto y lo pone en marcha.
Pasan