Los miedos de Ethan. Darlis Stefany
frente. Para mi sorpresa se acerca y besa la comisura izquierda de mi boca.
—Pensé que llegarías más tarde —señala April.
—La otra entrevista que tenía se canceló. Andrew está en la sala. Vine aquí esperando conseguir una excelente vista. —Me da una sonrisa ladeada—. Una donde no hubiera tanta ropa. Vi tu auto estacionado.
—Lamento decepcionarte, pero ese momento ya ha pasado —digo, hace una mueca que se asemeja a un mohín, no puedo evitar reír.
—Cuán injusta es la vida… ¿Te quedas para almorzar, novia?
—Me gustaría probar tu comida, pero debo ir a la editorial.
—¿Muchas portadas cursis y rosas para hacer? —cuestiona, mientras tomo los tres vestido y April sostiene las tres cajas de zapatos.
—Unas dos, las otras no están tan cursis.
Paso a su lado para salir de la habitación. Él toma la mano de ambos mellizos caminando detrás de mí. Es extraño que la casa de Ethan sea tan grande pero de una sola planta. Sin segundo piso.
—¿Cuál vestido escogiste?
—Lo sabrás cuando lo veas.
Andrew me sonríe desde el sofá, en donde Bucker está muy entusiasta lamiendo su mano. Le devuelvo la sonrisa.
—¿Qué tal todo, Grace?
—Bien, recibiendo excéntricos regalos de mi novio.
—Ah, pero que buen novio el que te gastas. ¿Te quedas a comer? ¡Hola, bella April!
—Mi amado Andrew. Y, no, Grace dice que debe ir a la editorial.
—Siento lástima por ti que te pierdes la comida de Ethan. Zoey, Nathan, vengan a saludar al tío And.
—Nos vemos luego, Andrew.
—Dame que yo la ayudo. —Escucho a Ethan decir.
—¡Nos vemos luego, Grace!
—Gracias por la ayuda, April.
Ethan abre la puerta para mí y luego quita los vestidos de mi mano, llevándolo junto a los zapatos. Me detengo frente a mi auto y abro la puerta trasera para que lo deje ahí. Cierro la puerta y, al girarme, él está observándome.
—Paso por ti mañana a las ocho. ¿Necesitas que envíe a alguien para que te ayude a vestirte?
—No, gracias. Sé cómo vestirme, tengo dos manos que me ayudan a peinarme y sé maquillarme.
—De acuerdo. Entonces, estamos viéndonos mañana.
Asiento con la cabeza y subo a mi auto. Bajo la ventanilla.
—Por cierto, Ethan Jones, tienes muy buen gusto para la ropa.
—Lo mejor para mi chica. —Es todo lo que dice antes de girarse y caminar hacia la puerta de su casa.
Espero y Ethan no acabe por enloquecerme. Ya lo está haciendo.
Siento que lo he perdido todo.
Siento que de nada vale vivir.
Me gustaría cerrar los ojos y estar en un paraíso. El paraíso junto a mis hermanos.
Si abro mis ojos me duele ver la realidad de la que formo parte.
Siento tanto dolor.
Mi espalda duele como nunca antes lo hizo, pero más me duele mi corazón, más me duele el alma.
No quiero enfrentarme a la realidad.
Me siento sola.
Estoy sola.
19 DE ABRIL, 2014
Odio cada minuto de esto. Lo hago.
Más que una fiesta de la disquera. Parece fiesta con modelos que salieron con Ethan.
Tiro una vez más del dobladillo de mi vestido ajustado negro. Medírmelo durante un corto período y ser alabada por April en el área trasera y delantera no me advirtió que este querría subirse todo el tiempo al ser ajustado lo cual es peligroso teniendo en cuenta que siguiendo el consejo de April no llevo ropa interior, solo mi sujetador.
Los zapatos de tacón costosos están maltratando mis pies y odio estar usando más maquillaje del que suelo usar.
Odio estar haciendo esto por alguien que al fin y al cabo hoy me trata como una enfermedad. Esta entra a la lista de los momentos más tensos que Ethan ha tenido alrededor de mí.
Mis dedos se acalambran de estar alrededor de los suyos por tanto tiempo, por lo que retiro mi mano. Ni voltea a verme. Observo a Harry, Kae y Hilary reír mientras Doug parece estar diciendo algo a la vez que abraza a Katherine y Ashton.
No sé a dónde han ido Dexter y Juliet, Andrew conversa con Danck, vocalista y guitarrista de Windfall. Estoy odiando tanto esto que no me da tiempo de deslumbrarme por todas las celebridades que forman parte de la disquera estando aquí.
Esta, además, es la primera aparición pública oficial lo que hace que muchos fotógrafos nos den atención. Me siento incómoda, fuera de lugar y peor compañero no puedo tener.
Ethan me marea.
Un día es alguien y al otro simplemente… No sé quién es. Cambia con tanta facilidad de relajado a tenso que ya no puedo intentar saber quién va a ser cuando me mire. Cuando me dé su atención. Cuando note mí jodida presencia.
Quiero ahorcarlo, quizás asfixiarlo con una almohada, pero recuerdo que sigue siendo Ethan; el de las canciones, el de las pequeñas confesiones. Quizás es el modo en el que funciona con él: Tomas lo que da. Aceptas todo lo que ofrece.
Incluso si ofrece un momento tan de mierda como este en el que solo quiero irme.
Quiero ahorcarlo mucho.
El hombre importante que parece que es coordinador de una revista exclusiva no deja de reír y hablar con Ethan. Observo alrededor una vez más, creo que ya me conozco la cantidad de personas que hay en el lugar de tanto que lo he hecho.
Puedo ubicar con facilidad donde se encuentran cuatro modelos que han sido vinculadas con Ethan, incluida Nanette, esa, mi menos favorita. Aunque todas lucen igual de frívolas.
Estoy segura de que en el mundo de las pasarelas y modas, hay muchas buenas chicas cumpliendo un sueño. Pero también estoy segura de que Ethan es un experto buscando a las del tipo de Nanette:
No profundas, frívolas y queriendo al chico caliente.
No fingiré ser sabia y conocer a Ethan, pero algo me dice que Ethan ha recibido tantos golpes no físicos que ha acabado por protegerse buscando todo aquello que no lo haga quedarse de manera permanente. Al menos todo fuera de la banda.
Cuando el hombre se va, suspiro con alivio y me muevo de un pie a otro. Ethan me frunce el ceño.
—¿Qué sucede?
—¿Has usado alguna vez zapatos de tacones altos nuevos para una ocasión en la que tu súper novio no te deja sentarte?
—¡No hay sillas, Grace! ¿Dónde se supone que vas a descansar tu bonito culo? —me pregunta.
—Quiero tener limones para exprimirlo en tus ojos.
—Eso es bastante escalofriante… ¿Eh?
—Y luego echarte sal para…
Uno de sus brazos pasa alrededor de mi cintura y tira de mi cuerpo hacia el suyo, me sobresalto ante el movimiento y ubico mis manos en sus hombros. No hay que negar que estos zapatos maltratadores de pies me hagan estar a menos distancia de su estatura.
—Relájate… ¿No queremos fotos de nosotros discutiendo, verdad? O que todos escuchen acerca de tus planes