Los miedos de Ethan. Darlis Stefany

Los miedos de Ethan - Darlis Stefany


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escuchan unos ladridos. Cierto que Ethan tiene un perro. Cuando April abre, sonrío. Nathan está entren sus brazos y me da una sonrisa de pequeños dientes.

      Bucker sale a mi encuentro e, inmediatamente, quiere jugar conmigo.

      —Mira, Nathan, la novia de tío Ethan ha venido —dice April con voz infantil antes de abrazarme. Nathan acaricia mi cabello y río.

      Me permite entrar a la casa y Bucker no deja de estar alrededor de mí, acaricio su lomo. Supongo que Bucker es el hijo de Ethan.

      —¿En dónde está la fan número uno de Ethan?

      —Está durmiendo, tiene un poco de gripe. Estamos de pasada, mañana me regreso a Bolton.

      —Solo han venido por un día. —Me dejo caer a su lado en el sofá y ella deja a Nathan en el suelo. Él se para sobre sus pies y estiras sus manos hacia Bucker que parece emocionado de jugar con el pequeño—. Crecieron muy rápido.

      —Así son los bebés. Pero no son traviesos. Zoey es un poco pretenciosa parece que no le gusta compartir a Ethan cuando está alrededor.

      —¿Ethan no está?

      —¿No te dijo? —pregunta—. Está con Andrew en una presentación en la radio.

      —Esa es una de las tantas cosas que mi novio falso no me dice. Pero vamos al grano de la razón por la que he venido.

      —Tenle paciencia, Grace. En el mundo del romance y relaciones, Ethan es un novato. Él va a aprender.

      —No necesito que aprenda romance respecto a mí. Estamos fingiendo.

      Ella ríe y toma a Nathan mientras me pide que la siga a la habitación en la que siempre se hospeda. Tengo la impresión de que esta es una casa muy grande para un hombre que vive solo. Al llegar a la habitación hay tres vestidos de los que ella se encarga de decirme el diseñador. Descarto con rapidez el que tiene el gran escote en la espalda, es demasiado profundo para la poca seguridad que tengo en esa área de mi cuerpo.

      —Grace, pero ese te quedaría precioso.

      —Recuerda mis cirugías.

      —Las recuerdo, recuerda que yo estuve luego tomando tu mano y diciéndote la chica fuerte que eras. También recuerdo que tu cicatriz desapareció casi del todo. Solo unos trazos rosas. No son atroces, Grace.

      —Sé que no es la marca horrible de los primeros meses. Pero no me siento cómoda.

      Mi familia lo ha dicho y sé que actualmente mi cicatriz parece más como profundos rasguños. Pero no me siento cómoda mostrándolo en público. Recuerdo que por un momento me horroricé de los vestidos de dama de honor de Kae, pero tras hablar con ella en privado, modificaron un poco el escote de mi espalda.

      Aunque me sentí terrible de que ella modificara algo por mí, ella me garantizó que no había problema que quería que me sintiera cómoda.

      —De igual forma, Ethan ya ha pagado por los tres vestidos. Son tuyos. Tú solo debes escoger cuál llevar.

      —A veces siento unas ganas terribles de ahorcar a Ethan.

      —¿Y otras veces quieres comerlo a besos? Porque esas fotos de ustedes de la noche en la que todo explotó y la de hace unos días contra su auto, besándose, es bastante caliente. Se ve como que lo disfrutaban… ¿Eh?

      —Si voy a fingir, al menos merezco disfrutar de sus besos… ¿No?

      Vuelvo mi atención a los vestidos, tomo uno ajustado. Me gusta y luce casual con un toque de elegancia justo para la ocasión. La fiesta de la disquera. No hay que negar que Ethan tiene buen gusto para la ropa, eso casi compensa sus malos gustos en mujeres, excluyéndome a mí de esos gustos.

      Después de todo, recuerdo muy bien sus palabras en el ensayo sobre cómo no le gusto ni quiere tener sexo conmigo.

      —Este me gusta.

      —Ese es ajustado, seguro que resaltará de una muy buena forma tu culo y pechos.

      —April, deja de babear sobre mí. —Bromeo. Ella ríe y deja a Nathan sobre el suelo. Inmediatamente, él se distrae con el control remoto del televisor.

      —Aquí tienes un par de zapatos «fóllame» que van con ellos.

      Me saco la ropa con rapidez y me pruebo el vestido. Se ajusta a la perfección lo que me hace preguntarme ¿cómo Ethan sabía mi talla exacta? Eso es un poco raro.

      —Se te notan las bragas. Creo que deberás ir sin ellas.

      —¡¿Sin bragas?!

      —Si usas tanga igual va a notarse los bordes y vas a salir en cada revista como la chica vulgar a la que se le nota la ropa interior. Relájate, el vestido es ajustado, nada va a mostrarse —parece divertida—. Tranquila, no voy a decirle a Ethan que no estás llevando bragas. Ahora prueba con los zapatos.

      Crezco al menos ocho centímetros con los zapatos, incluso, mis piernas se ven mucho más largas. Me gusta como todo luce. April se ubica detrás de mí y toma mi cabello.

      —Suelto o recogido te quedaría genial. Eres muy bella y de ese modo resaltan tus rasgos y cuello.

      —Parece que eres toda una experta con esto.

      —Me gustan este tipo de cosas. Conseguí gracias a Ethan escribir una columna sobre moda en una revista algo conocida.

      —¡Eso es genial!

      —Sí, quiero independizarme. No quiero siempre depender de Ethan, sé que a él no le pesa cuidar de mí y mis hijos, pero no me siento cómoda. Ahora tendré mi propio sueldo.

      —Ustedes tienen una amistad muy bonita.

      —Sí. Él es el hermano que nunca tuve. Amo a ese idiota, no sé qué hubiese sido de mí sin él.

      Me observo una vez más en el espejo antes de quitarme el vestido y volver a mis jeans. Zoey llora y April va por ella. Cargo a Nathan, él me sonríe. A diferencia de Zoey, a Nathan parezco agradarle.

      —Bebé hermoso.

      —¡Cosa! —Es todo lo que él dice antes de reír sin control. Por alguna razón también río.

      Me encantan los niños. Disfrutaba de mis hermanos, puede que como cualquier adolescente a veces solo me encerraba queriendo mi espacio. Pero nunca me pesó cuidarlos, peinar a Cheryl, buscarlos del colegio y llevarlos de paseo.

      Amaba llevar a Cheryl a sus clases de ballet y a Chase a sus clases de futbol.

      Desde que tengo uso de razón, los niños siempre me han gustado. Ellos me dan alegría y esperanza sobre la vida.

      —Vas a llevarte los tres vestidos y los zapatos. Al menos, claro, que quieras que Ethan te fastidie por no hacerlo —anuncia April con Zoey tomando su mano. La niña me observa curiosa y me da una sonrisa mínima.

      —¡Nate! —grita, haciendo que Nathan se revuelva para que lo deje en el suelo. Lo cual hago y ambos corren hacia el otro antes de comenzar a reír sin control.

      —¡Zozo! —La llama Nathan entre risas.

      —Tengo a un par de loquitos por hijos.

      —Así eran mis hermanos, créeme también van a darse unos golpecitos entre ellos al crecer.

      —Amo a mis loquitos.

      Yo también amaba a mis loquitos. Mis duplicados como solía decirles. Me giro hacia April que está acomodando los vestidos dentro de lo que parecen estuches especiales para ellos. Los está ordenando para mí.

      —¿Puedes darle las gracias a Ethan por mí?

      —¿Qué sucede que no puedes dármelas tú?

      Volteo hacia la puerta encontrándome con Ethan recargado del marco de esta. Se estira mientras bosteza y su camisa se eleva revelando la cinta elástica de su bóxer junto al camino de vellos desde su ombligo. Vaya vista la que regala.


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