Transformaciones. Ley, diversidad, sexuación. Mónica Torres
Sancionada en Argentina en el año 2013.
4- Rorty, R., “La prioridad de la democracia sobre la filosofía”, en Vattimo, G., La secularización de la filosofía. Hermenéutica y posmodernidad, Gedisa, Barcelona, 1994.
“No quiero invisibilizarme detrás de una mujer” Entrevista a Marlene Wayar (1)
por Santiago Peidro
¿Cuáles son tus referencias políticas o teóricas y cuáles son los objetivos políticos del movimiento en el cual militás? ¿Cuáles son los objetivos que allí persiguen?
En primera instancia son mis viejos. Me dieron una política concreta en la vida. Yo soy del 68 y eran tiempos donde de esto no se hablaba. Cuando surgió “mi tema”, respecto de mi género y sexualidad, en la adolescencia, sin entender mucho me abrazaron y cerraron la boca porque su discurso era el de la libertad de cada quien en tanto yo no hiciera daño a nadie. También tengo otros pilares como la mujer maravilla, la mujer biónica, la familia Ingalls…
¿Por qué la familia Ingalls?
En su momento eran paradigmas de humanidad, encorsetados en la familia heterosexual, pero ahí siempre triunfaba el bien y las masculinidades eran otras, las mujeres eran muy femeninas. Después me di cuenta de que eso era todo una mentira. Entendí el militarismo detrás de la mujer maravilla, de la mujer biónica, del imperio yanqui, etc., pero digamos que, como punto de partida, fueron referentes. En mi adolescencia, Kunta Kinte (2) fue el referente que más me marcó. La lucha de los afrodescendientes me movilizó mucho. También Nelson Mandela, ídolo de Nadia Echazú, (3) mi amiga dirigente que murió hace bastante y que es la otra referencia política que tengo. También Lohana Berkins, (4) el feminismo en general, Paula Viturro, (5) Josefina Fernández, (6) que son de un feminismo en particular…
¿Cuál feminismo?
El de la tercera ola, pero además, un feminismo dispuesto a construir a partir del diálogo y no de modos radicales, intrusivos. Sobre todo, su misión de estar junto a la otra, al otro, de manera pedagógica, con preguntas. Paula Acuña, la institución de Madres de Plaza de Mayo, también. A diferencia del movimiento gay-lésbico y la política partidaria en general, que intenta crear un sujeto objetivado, un rebaño, del mismo modo que lo hace la Iglesia. El feminismo de esas mujeres, en cambio, nos puso a leer, a responder preguntas que no podíamos responder o lo hacíamos de una manera obvia, como por ejemplo: ¿qué es ser mujer? Y respondíamos que era lo bondadoso, la blandura, la mamá, etc. Y ahí empezamos a desandar paradigmas que estaban actuando a pleno.
¿Qué reclamos unen y aglutinan a los distintos integrantes del movimiento GLTTBI y qué cuestiones separan y diferencian?
Nos une la injusticia, la desigualdad que se vive concretamente en los cuerpos. Y radicalmente nos separa la clase social. Yo soy de clase trabajadora, pero el hecho de ser travesti me tiró automáticamente a la no-clase. Pero si nos topamos distintas agrupaciones en algún encuentro o taller y hablamos, seguramente las personas que vienen de la villa o de sectores rurales o que portan en su piel características que producen desigualdad, van a confluir con nosotras en pensamientos comunes. Con lo gay-lésbico nos separa eso, la clase. El tema del matrimonio igualitario fue algo que a nosotras las travestis tal como se presentó no nos interesó, no solo porque no nos representaba en relación a no tener un género, sino que ni fuimos invitadas a debatirlo como propuesta cuando se estaba defendiendo una institución como la del matrimonio que fue la que nos apresó históricamente. Es en la familia donde todos y todas hemos sufrido, tanto gays, lesbianas, niños, niñas o travas. Aunque si bien no fue mi caso, yo no puedo hablar desde mí solamente, mi discurso está atravesado por mi enorme experiencia social. Porque si bien soy emergente de clase media y he tenido estudios y eso en relación a mis compañeras me pone en posición privilegiada, estando en situación de prostitución he ido a los mismos calabozos que ellas, mismas cárceles, sufrido el mismo tipo de coimas y abuso.
Planteás la diferencia entre los movimientos gays-lésbicos y los travestis o trans en relación a la clase. ¿Acaso no hay travestis de clase alta?
Es un fenómeno nuevo. Ahora que está todo bien empiezan a transexualizarse. Esto nos pasaba antes a nosotras en nuestro movimiento con respecto a Europa. Cuando con las europeas transexuales, así se llaman ellas, o transgeneristas, nos encontrábamos a hablar, te encontrabas con una profesora de filosofía, de física cuántica, por ejemplo, que recién una vez demostrada su capacidad académica o profesional, recién ahí se transexualizaban. Entonces nadie les podía quitar los logros adquiridos. Nosotras nos diferenciamos en Latinoamérica, el travestismo acá es un fenómeno niño, adolescente. Y de ahí el severo desbarajuste para insertarnos en la cadena social, no podemos terminar ni el colegio muchas veces.
¿Qué te parece que ocurrió como contexto social y coyuntura política en nuestro país para que pudiera darse la sanción de la Ley de Identidad de Género?
Fueron confluencias de cosas, capaz que uno de los emergentes primeros para entender el porqué es la fuerte militancia política que tenemos, el movimiento travesti en Argentina puntualmente. En el resto del mundo hay militancia y hasta nos preexiste, pero más acomodaticia, esperando atrás de gays y lesbianas. Las travestis en Latinoamérica tenemos muy en claro que no somos ni hombres ni mujeres y que esos no son lugares a los que queramos llegar. Quizá cuando una es niña no entiende el mundo, lo que puede ser posible. En la escuela te patologizan y el discurso más fácil para salir de eso es decir que soy una mujer encerrada en el cuerpo de un hombre. Es lo que el otro quiere oír y lo que una persona desesperada dice para poder sobrevivir.
¿No hay quienes sientan eso realmente?
Hay una infinidad de personas que lo dice honestamente y si los vas desandando, hay puntos en los que no pueden sustentarlo. Tampoco una quiere indagar, porque son sujetos librados a sus procesos. Esto es importante que se tenga en claro a nivel político. El lugar u objetivo privilegiado para el travesti sería romper esa dicotomía malo-bueno, hombre-mujer, obrero-terrateniente. Hay muchos caminos intermedios, somos travestis como mismidad.
¿Pero entonces entre travesti y hombre o entre aquel o aquella que se coloque entre travesti y ese o esa, otro y otra, habría infinidad de posiciones?
Sí, hay diferentes planos. Si lo pensás burocráticamente, podés poner H y M, y una T para todos los que no se identifiquen ni con hombre ni mujer. Parafraseando a Nietzsche, decimos que la persona humana es una cuerda tendida entre la bestia y la persona trans. Porque hemos estado trabajando la identidad exclusivamente desde una perspectiva positiva. ¿Qué soy?, ¿mamá adolescente?, ¿pueblo originario?, ¿argentina? Pero no hemos trabajado que a efectos prácticos eso no debería tener injerencia social. Si me encuentro con alguien y me pide una revista (la presente entrevista se realizó mientras Marlene atendía un kiosco de revistas), me pregunta cuánto vale, me la paga y se va. No me importa lo que sea esa persona. Sí es importante una cuestión negativa respecto de la construcción de la identidad. La identidad es inconmensurable si se quiere. ¿Qué es ese aspecto negativo y por qué es trascendental en la convivencia social? Sea barrial, municipal o nacional, lo importante es lo que no somos. Yo no soy Videla, no te voy a torturar...
¿La búsqueda, en el marco de la Ley de Identidad de Género, de un reconocimiento de la identidad trans o travesti es a causa de una cuestión social o de identidad personal?
Si alguien pregunta quién fue Einstein, surge en su identidad que fue físico, capaz que su otro aspecto más claro fue su origen judío. En nosotras, ser travestis es lo más claro que surge. Haber tenido que remar contra el mundo para sostener nuestra configuración subjetiva, ser travestis es lo más claro para sostener el derecho a la propia autonomía. Podríamos haber mentido y vestirnos de mujer y escondernos tras esas categorías, podríamos haber matado heterosexuales, bombardeado comisarías. Pero decidimos luchar y aceptar el peor de los lugares, el de la prostitución, donde socialmente se nos ubicó también, y desde ahí tratamos de construir de a poco, de la mejor manera, lejos del resentimiento, tratando de reparar los lazos familiares de cada una…
Si pensamos en un Estado utópico donde hubiera H, M