Transformaciones. Ley, diversidad, sexuación. Mónica Torres

Transformaciones. Ley, diversidad, sexuación - Mónica Torres


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que cuando digamos persona trans no sea lo que dice Nietzsche del super hombre. La pregunta entonces sería qué contenido podemos darle al concepto de persona trans. Creo que tenemos que nutrir ese concepto desde el lugar travesti. Para concebir el concepto de persona trans no hace falta poner en juego las prácticas sexuales o la genitalidad, se trata de ir aprendiendo qué es cada quien y de entender que siempre seguiremos teniendo problemas en el amor, pero que en esa utopía los padres apoyarán sin prejuicios el objeto de amor de sus hijos. Que seamos familia y nos hagamos cargo de eso y el Estado también. Pero el matrimonio igualitario va contra esto, si indagás entre los gays y lesbianas, de un grupo pequeño de lesbianas podés ir ampliando exponencialmente en relación a todas las que han cogido entre sí. Con los gays pasa algo así también. Y hay gays viviendo en “triejas”, tres personas conviviendo y demás lazos. ¿Por qué no legitimar esas prácticas, esas formas, en vez de luchar por un matrimonio que en lugar de hacerlos crecer los reafirma heterosexistamente?

      ¿Creés que eso fue lo que se pudo hacer en este momento histórico o qué hubiese sido mejor no hacer nada con respecto a la modificación de la Ley de Matrimonio?

      Hubo falta de coraje político. Porque se podrían haber usado los argumentos del conservadurismo, esos que dicen que el matrimonio es de los heterosexuales y que los demás tienen que legitimarse de otra manera. Prefiero que se queden ellos, los heterosexuales conservadores con esos cánceres, esos parámetros que a los sujetos heterosexuales les producen tremendo dolor. Los hombres –nosotras los vemos en la prostitución y no son un número insignificante– que vienen a atiborrarnos la oreja de llanto y lamento a causa de la infelicidad de sus matrimonios y lo más importante que les pasa en los momentos que nos ven, es poder sacarse de encima ese peso pesado por un momento.

      Otro de los puntos insoslayables para decir, porque esto ha sucedido en Argentina ahora y no antes ni después, es la posibilidad de un Estado que ha potenciado sus políticas de derechos humanos y que ha puesto recursos en las organizaciones minoritarias. Pero creo que las organizaciones que hemos dejado emerger no han sido honestas. Desde mi actividad política en general vi como, por ejemplo, la Ley de Medios se fue construyendo desde las bases, hubo foros, y luego el Estado toma lo debatido y queda la Ley que no es ni lo que queríamos unos ni otros, es un consenso. Pero con las leyes de matrimonio igualitario e identidad eso no pasó. Lo que sucedió es que el dinero se usó para ir a decirle a las provincias y organizaciones “esto es lo que hay que hacer”…

      ¿De parte del Estado decís?

      Antes hablabas de la H, la M y la T en el DNI, ¿pero por qué en vez de eso, no dejar tan solo el número y no aclarar allí ningún sexo en particular?

      ¿Pensás que esta Ley así como está es un avance, aunque sea insuficiente?

      Obviamente. Hay diferentes planos de análisis. El primero es que hay un Estado y una sociedad que sostiene el Estado que es heterosexual, que ha sido y será la dueña de todo. Y han tenido el primer gesto de cariño para con una comunidad como la nuestra, tan golpeada y que aún seguirá en situación de prostitución, pero es un gesto, y la posibilidad de que ahora haya nacido una persona intersexual en Formosa y que los papás se pregunten al menos si no querrá ser varón y la estarán haciendo mujer, es importante. El diálogo social que se insertó y propagó es importantísimo. Después la Corte Suprema de Justicia ha dado orden a la Inspección General de Justicia de que le otorgue la personería jurídica a la organización de Lohana Berkins. Es importantísimo.

      Durante el debate de la Ley de Identidad de Género, hubo quienes sostenían que las cirugías estéticas “de embellecimiento” (siliconas, por ejemplo) deberían ser gratuitas al igual que aquellas cirugías que respondieran a una problemática de identidad. ¿Creés que la fundamentación de la gratuidad del segundo tipo de cirugías a diferencia del primer tipo se sostiene considerando que en el caso de los y las trans hay una exposición a situaciones riesgosas en la construcción de sus cuerpos? ¿Se trataría de una medida protectora o de algo más? ¿Podría pensarse que, por ejemplo, un hombre que considerara su pene muy pequeño, o una mujer que sienta sus senos demasiado chicos también lo/a atormentaría su imagen en el espejo y la exposición ante la mirada de los otros? ¿Qué diferencias pensás que hay entre los casos de cirugías de trans y los otros en cuanto a la posición que debería asumir el Estado?

      Primeramente creo que no debería haber tecnología aplicable al cuerpo, a la sanidad que no sea fácilmente adquirible, que no sea pública. Ahora, en las condiciones en las que estamos no es lo mismo una piba que quiere que le regalen las tetas a los 15 años para poder tener mayores posibilidades de conquista, o lo que sea, porque tiene tetas. No es lo mismo un pene pequeño, porque tiene pene. Lo que acá discutimos es poder acercar la imagen física propia. Una travesti no tiene tetas, una masculinidad trans tiene tetas que detesta. Después hay cirugías secundarias, como la depilación u hormonas que no son moco de pavo, tiene que haber recurso, porque están las tecnologías pero no para todos. Como en el caso del aborto, por falta de atención segura y legal, recurrimos a servicios que no son baratos y corren riesgo nuestras vidas.

      Pero pensando en esos casos de quienes no pueden soportar su imagen en el espejo, podría pensarse que pene chico es para aquel que así lo vive, sinónimo de no tener pene…

      ¿Cada uno entonces podría ubicar su sensualidad independien-temente de lo que tenga o no tenga? Porque antes marcabas diferencia entre tener y no tener. Decías que un pene chico no es igual que no tenerlo, o una tetas chicas no es igual a no tenerlas.


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