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alt=""/> El sucesivo aumento de los resultados deportivos, que requieren un importante perfeccionamiento, tanto del nivel de preparación de los atletas como de todo el sistema metodológico y organizativo de la preparación a largo plazo.
La mayor competitividad y cantidad de deportistas, ligadas a la cada vez más alta tensión en competiciones, que ha aumentado en calidad y exigencia de capacidades que en otros tiempos no se consideraban (grado de preparación moral, fuerza de voluntad, estabilidad emocional, etc.).
Los deportistas que se encuentran en la elite han llegado a niveles tan altos en su preparación específica, que el hecho de incrementar su rendimiento sucesivamente se convierte en una tarea cada vez más difícil. Por eso se hace preciso “afinar” mucho más en la eficacia del trabajo, así como en su organización.
Al mismo tiempo, el aumento de volumen de trabajo ha llegado a cotas que hacen cada vez más difícil la progresión por este camino. Es imprescindible profundizar en la distribución de los distintos componentes del entrenamiento a lo largo del ciclo anual.
Ante estas dificultades se ha producido la necesidad de investigar la relación existente entre las cargas de diferente orientación (fisiológica, psicológica, etc.), así como todas las nuevas formas de organización del entrenamiento basadas en la relación entre gasto y restablecimiento de las reservas energéticas.
Se hace cada vez más necesaria la incorporación de la ciencia para la obtención de soluciones a los problemas que plantea la progresión en el entrenamiento. La preparación de los deportistas de alto nivel está ligada a importantes estímulos de los sistemas funcionales, que se ven implicados a unas cotas que, por medio de la intuición y el empirismo, no es posible aumentar si no se profundiza cada vez más en los conocimientos científicos.
De todo lo anterior se deduce la necesidad en la investigación de profundizar en cómo intensificar el proceso de entrenamiento y cómo aumentar la capacidad competitiva del atleta. Esto viene provocando la utilización a gran escala de una metodología que Verkhoshansky (1990) define como: “la reproducción, en forma de modelo, de la actividad de competición en las condiciones de entrenamiento”. Así pues, para poder seguir mejorando, la tendencia en el entrenamiento de alto nivel sigue una trayectoria hacia la especialización en detrimento del trabajo general. Por ello la mejor manera de realizar este tipo de tareas viene dada por la aproximación a las situaciones de competición durante los entrenamientos.
El método científico puede ofrecer pautas muy adecuadas para avanzar en cualquier tipo de problemática, por lo que debe ser incorporado al entrenamiento. No obstante, hemos de matizar que tiene que ser flexible ya que, en lo que concierne al entrenamiento de la resistencia, existen unas características especiales que no pueden obviarse. Sirve como por ejemplo el hecho de que se parte en la mayoría de los casos de conocimientos consolidados a través de la experiencia y del proceso ensayo-error.
Siguiendo a S. Bañuelos (2002), el método científico debe ser aplicado de forma particular si se quiere alcanzar el éxito. Este autor afirma que “la extrapolación del método científico a la preparación deportiva está plenamente en relación con la lógica de la ciencia. No en vano ambos coinciden en su meta última, ya que cada uno pretende, dentro de su ámbito, ir más allá y romper con los límites establecidos”.
Se estima que las directrices dadas por S. Bañuelos acerca de la aplicación del método científico, con algunas extrapolaciones hacia el entrenamiento de resistencia, se ajustan a las necesidades del deportista especializado.
Según el autor, el método científico está determinado por algunas de las siguientes características:
Se basa en una actitud de duda sistemática. No existen descubrimientos ni teorías de los cuales no se deba dudar. Siempre que aparecen nuevos conceptos o teorías acerca del entrenamiento en general, han de ser motivo de duda y cuestionamiento. Tras el éxito de un atleta, no se puede dar por definitiva una programación. Hay que pensar que no todo es perfecto y que se tiene que criticar lo realizado para tratar de mejorarlo y aportar nuevas soluciones.
Lleva consigo un principio de autocrítica, revisión y cuestionamiento constantes. La historia demuestra que los conceptos evolucionan y que lo que eran pautas fijas en el entrenamiento hace unos años se han quedado obsoletas. La duda y cuestionamiento es lo que permite proseguir el avance y evitar el estancamiento. La actitud típica del entrenador de “esto me ha ido bien y no necesito cambiar” puede ser caldo de cultivo para el estancamiento y verse superado por otro entrenador “más valiente”.
Puede ser contemplado como un proceso cíclico mediante el cual las teorías ya elaboradas son sometidas a los controles de los datos empíricos. Esto puede dar lugar a nuevas teorías, que a su vez pueden ser sujetas a nueva revisión. El entrenador crea y experimenta; posteriormente, a raíz de los resultados exitosos, el científico estudia, justifica y desarrolla una nueva teoría. Lo importante es poder crear a partir de las teorías que se van desarrollando. En cualquier circunstancia para el ser humano es imposible crear partiendo de la nada. Con el entrenamiento sucede lo mismo: es preciso partir de unos conocimientos y de unas teorías para desarrollar otras nuevas. La ciencia toma sus datos y basa sus conclusiones en la observación sistemática de la realidad. La gran cantidad de información proveniente del entrenamiento y de la competición debe procesarse de la forma más sistemática posible si se pretende utilizar. En una ocasión quien escribe tuvo el honor de coincidir en una conversación con Peter Coe, padre y entrenador del legendario Sebastián Coe. Aquél hizo un comentario que se puede adecuar perfectamente a lo que se está exponiendo: “la información no es información mientras no pueda ser utilizada”. Esta frase puede resumir este apartado: no sirve de nada conocer cuántos kilómetros, qué tipo de trabajo se ha realizado o cualquier otro indicador que se pueda obtener del entrenamiento si no está ordenado y sistematizado para permitir su empleo.
El método científico tiene como aspecto muy importante la definición precisa de los problemas y la formulación tentativa de hipótesis sobre sus posibles soluciones. Tal vez como reafirmación del punto anterior, la experiencia y la intuición siguen constituyendo aspectos muy valiosos para mejorar el entrenamiento. No obstante, no se puede caer en el empirismo por sí solo, ya que no puede sacarse del contexto metodológico. Se ha visto que la intuición resulta importante para la creación de nuevas teorías, pero no es menos importante que para desarrollar soluciones y mejoras; se hace imprescindible definir a la perfección los problemas y esta definición no es posible solamente a partir de la experiencia.
El entrenamiento es empírico en tanto que los hechos reales son la fuente de información para solucionar los problemas. La ciencia toma los datos de información y basa sus conclusiones en la observación ordenada y sistemática de la necesidad.
Es al mismo tiempo inductivo y deductivo. La ciencia, pese a basarse en la inducción sistemática, utiliza al mismo tiempo la deducción. La inducción es necesaria porque mediante ella se puede interpretar la realidad de forma inmediata a través de los datos contrastados. Generalmente se utiliza la inducción mediante la comprobación reiterativa de resultados, es decir, de las relaciones causa-efecto. Según S. Bañuelos (2002), la inducción debe ser incorporada