Resistencia y entrenamiento. Mariano García-Verdugo Delmas

Resistencia y entrenamiento - Mariano García-Verdugo Delmas


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que el rendimiento es colectivo, el entrenamiento debe enfocarse hacia este rendimiento del conjunto como objetivo prioritario.

       Favorecer o, al menos, lograr que no se deteriore el estado de salud del deportista. El deporte de alto rendimiento, en términos generales, no favorece la salud, pero si ésta se ve deteriorada, descenderá el rendimiento. Por lo tanto, se hace imprescindible potenciarla y protegerla para impedir que las mejoras producidas por el entrenamiento se pierdan por esta causa.

       Prevenir lesiones y sobrecargas. A medida que aumentan las exigencias en el alto rendimiento deportivo al entrenar al límite del ser humano, se eleva el riesgo de padecer lesiones por sobrecargas, por lo que el aspecto profiláctico del entrenamiento cobra suma importancia. Hay que tener presente que a la larga la cantidad de entrenamiento acumulado resulta determinante en el rendimiento deportivo y cada sesión de trabajo perdida por causa de una lesión va disminuyendo la posibilidad de alcanzar la excelencia deportiva.

       Mejorar los conocimientos teóricos del deportista. Cuando el deportista llega a su madurez puede que no le sirvan solamente las instrucciones del entrenador; será preciso llegar a su convencimiento para que asuma las tareas. Para lograr esto uno de los mejores procedimientos consiste en la información: si el atleta posee los conocimientos necesarios para comprender los motivos por los cuales se le encomiendan las tareas, se tendrá un gran camino andado para que éste asuma el entrenamiento.

      El entrenamiento puede enfocarse hacia numerosos objetivos: físicos, psicológicos, etc. De todos, el entrenador debe incidir de forma especial en el acondicionamiento físico y, dentro de éste, tiene que desarrollar y potenciar las capacidades físicas.

      Vollmer (1995) establece las capacidades y subcapacidades sobre las que debe incidir el entrenamiento cuyo objetivo principal sea el de mejorar la condición física (tabla 1.1).

      El entrenamiento de la resistencia puede ser multidireccional. De forma simplificada se puede decir que ha de dirigirse en cuatro direcciones diferentes. Un ejemplo explicativo podría ser el de una mesa con cuatro patas o “factores de preparación”, donde si falta alguna el entrenamiento resultará incompleto y, en consecuencia, el deportista no podrá llegar al máximo rendimiento potencial para el que está dotado (figura 1.3).

      Tabla 1.1. Componentes de la condición física y objetivos del entrenamiento. Vollmer (1995). Modificado.

      Siguiendo el ejemplo, Zhelyazkov (2001) clasifica estos factores, a los que denomina “factores de preparación”, que encajan perfectamente con las direcciones hacia las que se encamina el entrenamiento de la resistencia:

       Factores genotípicos. Se refieren fundamentalmente a los rasgos hereditarios. Coinciden con el talento deportivo. En esta “pata de la mesa” es muy difícil incidir al depender de la herencia y de las capacidades que los progenitores del atleta hayan podido transmitirle. De un diamante se puede sacar un brillante; de un carbón solamente un carbón tallado. Si el atleta dispone de factores hereditarios determinados (talento deportivo), podrá desarrollarlos y alcanzar niveles muy superiores a los de un atleta peor dotado genéticamente.

       Factores fenotípicos. Incluyen todas las circunstancias y capacidades sobre las que se puede incidir en el individuo. Son más susceptibles de mejora. En este apartado se engloban tanto el proceso de entrenamiento como el de competición.

       Factores materiales y técnicos. Aseguran el funcionamiento del sistema: financiación, instalaciones, condiciones de vida, etc.

       Factores de regulación. Garantizan el funcionamiento óptimo del sistema e incluyen a su vez el potencial de los profesionales de apoyo, el apoyo científico-informativo y los mecanismos de organización.

      Figura 1.3. Representación de los factores de preparación. Si falta o flojea una de las patas de la mesa, se cae o, como mal menor, se desequilibra.

      “El entrenamiento deportivo es un proceso que tiene como finalidad la mejora del rendimiento” (Navarro, 2002).

      El entrenamiento en el contexto de la resistencia tiene componentes intuitivos y empíricos. No obstante, debe ir tomando cada vez más un mayor porcentaje de mecanismos científicos y sistemáticos. La mejora que en los últimos años se ha fundamentado en estas circunstancias está basada en un proceso de búsqueda científica hacia los límites físicos y psicológicos del ser humano, sea en la competición o en su capacidad para tolerar esfuerzos que hace unas décadas ni se plan-teaba que pudieran ser posibles.

      Desafortunadamente, aún en nuestros días existe la tendencia por parte de ciertos entrenadores de caer en la tentación de asumir el “cómo entrenó un deportista determinado” y aplicar al pie de la letra esos entrenamientos a su propio entrenando. Con muchas probabilidades, este método no resulta del todo útil, ya que no se respeta el principio de la individualización. Es muy posible que “lo que era medicina para uno pueda suponer veneno para otro”. Las características de dos deportistas, incluso con idénticas prestaciones, pueden ser muy distintas.

      Otra tendencia también muy extendida consiste en asumir el proceso de búsqueda pero basado en el empirismo y la intuición. Dicho proceso viene mediatizado por la casualidad y el azar, al tiempo que se ve lentificado como consecuencia del largo proceso que supone el método ensayo-error.

      El deportista especialista en resistencia que llega a una final olímpica se entrena continuamente buscando sobrepasar los límites del rendimiento humano. Si no lo hace se verá superado por otros atletas que sí lo hacen. Esta tendencia implica la necesidad de “acertar” lo antes posible con las soluciones correctas y no permite las pérdidas de tiempo y energía del método empírico. Se precisa la utilización de una sistemática que encuentre, lo antes posible, las soluciones más eficaces y, al tiempo, con el mínimo coste de energías, lo que dará ventajas al entrenador que mejor lo aplique sobre otros que se mantengan con el uso exclusivo del método empírico y/o de ensayo-error.

      El método científico ofrece las mejores pautas para avanzar dentro de cualquier problemática y, en consecuencia, en el proceso del entrenamiento de cualquier modalidad deportiva. Pero al mismo tiempo, debido a la urgencia, las mediatizaciones y la concreción de objetivos que implica el alto rendimiento, el proceso de entrenamiento en ocasiones no puede sustraerse de lo coyuntural. Por ello y en líneas generales se parte de conocimientos consolidados y de eficacia probada a través de la experiencia (Sánchez Bañuelos, 2002).

      La aproximación a la metodología científica puede ayudar en el progreso del entrenamiento del deportista de resistencia. El método científico permite la aproximación a la excelencia deportiva con ahorro de tiempo y energía, por lo que se estará en mucha mejor disposición más rápidamente.

      En la actualidad el entrenamiento está llegando a unos niveles que obligan a profundizar en los conocimientos y a la vez en su organización. El aumento de las cargas ha llegado a unos niveles que hacen inviable la mejora del rendimiento por el solo hecho de “entrenar más”. De acuerdo con Verkhoshansky (1990), en la actualidad se producen situaciones que influyen notablemente en la preparación de los atletas y deben


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