Manual profesional del masaje. Jesús Vázquez Gallego

Manual profesional del masaje - Jesús Vázquez Gallego


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4.42b. Decoaptación articular

      C A P Í T U L O

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      EFECTOS FISIOLÓGICOS DEL MASAJE

      Dr. J. Vázquez Gallego / Dra. A. Vázquez Doce / Dra. M. J. Vázquez Doce

      De los efectos generales del masaje, especialmente de sus efectos favorables más solicitados, como son los anal-gésicos, relajantes y emocionales, ya se ha hablado al describir el “masaje, dolor y analgesia”. Los efectos finales del masaje suponen una compleja serie de interrelaciones y mecanismos entrelazados que podrían resumirse como consecuencia de estas acciones que se suman y complementan:

       Acción mecánica directa sobre los tejidos.

       Acción refleja sobre el sistema nervioso.

       Acción refleja sobre diversos órganos a distancia.

       Acción química.

       Acción psicológica.

      Estas acciones se traducen en los efectos mecánicos, químicos, reflejos y psicológicos (Mennell) ya mencionados, si bien se pueden leer opiniones contradictorias sobre este punto.

      Los efectos fisiológicos dependen en gran medida del tipo de masaje, de su duración, intensidad y profundidad, y de las características de la lesión que se trata.

      EFECTOS SOBRE LA PIEL

      La piel es la primera estructura receptora de las maniobras manuales del masaje como consecuencia de su rica inervación, por el elevado número de receptores sensitivos que posee (terminaciones térmicas, táctiles y dolorosas). Los receptores de la piel se dividen en:

       Mecanoceptores de la piel (células de Merkel, corpúsculos de Meissner y Pacini, que son sensibles a las presiones).

       Receptores térmicos o termoceptores (calor: corpúsculos de Ruffini, y frío: corpúsculos de Krause).

       Nociceptores (perciben el dolor). Hay que destacar que existen tres tipos de receptores del dolor: cutáneos, somáticos (huesos, articulaciones) y viscerales (vísceras del cuerpo).

       Receptores pilosos. Perciben el movimiento piloso.

      La acción de las distintas maniobras de masaje sobre la piel es compleja y todavía no está perfectamente delimitada.

      En un principio la acción mecánica de las manos del terapeuta o de los diversos aparatos se traduce en una vasodilatación activa e hiperemia local de mayor o menor intensidad, según el tipo y la intensidad del estímulo aplicado, lo que conlleva un aumento de la temperatura local por mecanismos directos y reflejos.

      Esta vasodilatación se va generalizando posteriormente a nivel regional, produciendo un aumento de la sangre circulante, cuya consecuencia es el aumento de flujo sanguíneo al corazón, en el cual llega a provocar una moderada taquicardia.

      La vasodilatación y la hiperemia consiguiente originan un aumento de:

       Las funciones propias de la piel.

       Las funciones propias del músculo subyacente.

       La transmisión de las sensaciones cutáneas al sistema nervioso central, por el llamado “efecto de transducción” (efecto reflejo vegetativo), que pone en marcha los complejos mecanismos reflejos del masaje.

       Estimulación de las terminaciones nerviosas de la piel, con efectos sedantes o estimuladores, según el tipo y la intensidad de las maniobras realizadas.

      Sobre las funciones propias de la piel, el masaje origina:

       Liberación de histamina, que origina una vasodilatación capilar con enrojecimiento local y posteriormente regional.

       Mejora de la elasticidad y extensibilidad.

       Un aumento de la transpiración (eliminación de líquidos).

       Aumento de la secreción sebácea y sudorípara al desobstruir los orificios excretores y aumentar la acción protectora glandular.

       Absorción de cuerpos grasos; de ahí la utilidad de ciertos preparados utilizados en el masaje.

       Activación de la nutrición de las células dérmicas al mejorar la circulación superficial.

       Aumento de la temperatura local de uno a tres grados (normalmente dos) según la intensidad y el tiempo de actuación del estímulo mecánico.

       Favorece la eliminación de sustancias de desecho acumuladas en la piel, así como la descamación.

      EFECTOS SOBRE EL MÚSCULO NORMAL

      Existen tres tipos de tejidos musculares desde el punto de vista histopatológico:

       Liso

       Estriado

       Cardíaco (éste último como una diferenciación del primero)

      El interés en este caso es la acción del masaje sobre el músculo estriado, también denominado esquelético, que supone aproximadamente un 40% de la masa o tejidos del cuerpo humano y que viene a constituir el soporte motor del aparato locomotor.

      El músculo normal está formado por miofibrillas perfectamente diferenciadas, de dos tipos:

       Fibras de contracción lenta (tipo I o fibras rojas)

       Fibras de contracción rápida (tipo II o fibras blancas)

      Las fibras rojas, con un alto contenido de hemoglobina, están especializadas en la resistencia del músculo (por ejemplo: músculos del abdomen). Las fibras blancas o pálidas, con alto contenido en ATP, están especializadas en la rapidez y la fuerza (p. ej., el bíceps y el cuádriceps). Existe un tercer tipo de fibras “intermedias” capaces de adaptarse a las características de unas u otras dependiendo del entrenamiento de la persona.

      La manipulación ejercida sobre la piel en la zona en que existe tejido muscular estriado, en primera instancia, ocasiona una variación fundamentalmente de sus tres propiedades básicas:

       Tono

       Elasticidad

       Contractilidad

      Al incrementarse el flujo sanguíneo muscular, el tono se reduce, lo que aumenta la elasticidad y contractilidad.

      La vasodilatación y la hiperemia consiguiente con estos estímulos, originada por similares mecanismos desencadenantes, provocan en primer lugar un aumento del nivel de saturación de oxígeno en la sangre arterial, lo que eleva el contenido en hemoglobina y glóbulos rojos con la consiguiente respuesta de drenaje, con salida de catabolitos procedentes de la contracción muscular (ácido pirúvico, ácido láctico, etc.). De esta forma el músculo recupera su capacidad contráctil más rápidamente, aumenta la fuerza muscular, mejora la resistencia al trabajo muscular con disminución de la fatiga, actúa como descontracturante de la fibra muscular, disminuye la sensación dolorosa y se obtiene la relajación final.

      En resumen: el músculo recupera más rápidamente sus propiedades de elasticidad, contractilidad, volumen y fuerza.

      Estas acciones se ven potenciadas al desencadenar las maniobras de masaje una hiperactividad de las arteriolas con vasoconstricción inicial seguida a continuación


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