Manual profesional del masaje. Jesús Vázquez Gallego

Manual profesional del masaje - Jesús Vázquez Gallego


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       Buscar la comodidad del paciente.

       Escucharlo si quiere hablar, pero no forzarlo ni aturdirlo.

       Explicar lo que le vamos a hacer, para qué y qué es lo que va a sentir.

       Observarlo, sobre todo si no es un paciente muy comunicativo. Esta observación nos dará más información que él mismo.

       Personalizar los masajes. Si siempre hacemos las mismas secuencias, será rutinario, aburrido y de muy baja potencia terapéutica. Además, no debería haber dos masajes iguales porque no hay dos personas iguales.

       Recordar que la persona que recibe el masaje es alguien especial que ha puesto su confianza en nosotros. El resultado de lo que hacemos está en relación directa con el paciente, es totalmente dependiente de sus reacciones.

       Estar totalmente relajados durante el masaje. No debemos transmitir nunca al paciente nuestra propia tensión.

       Tenemos que haber sido pacientes alguna vez, porque, de lo contrario, nunca sabremos lo que sienten ellos si nosotros no lo hemos sentido. Me gustaría hacer hincapié en este punto que me parece fundamental. La única manera de saber lo que pasa por la cabeza de la persona que tenemos tendida en nuestra camilla de tratamiento, cuáles son sus miedos y sus sensaciones, es haberlo sentido nosotros antes. Sólo así podremos ayudarles de verdad.

       Hacernos a la idea previamente de lo que queremos conseguir con nuestro masaje.

       Ser muy intuitivos, es decir, “escuchar a nuestros sentidos”, sobre todo el tacto, que debe estar muy desarrollado para poder “leer” en el cuerpo del paciente cuál es la parte que nos necesita más.

       Tener unos conocimientos exhaustivos de anatomía y fisiología para saber qué es lo que estamos tocando, qué es lo que falla, cómo debería estar, etc. Éste es otro de los puntos que me parecen básicos. El masajista debe conocer a la perfección lo que va a tocar, lo que llamaríamos anatomía palpatoria. Es la única forma de que nuestro trabajo sea eficaz. Además de esto hay que estar siempre abierto al aprendizaje y a la mejora. Nunca se sabe suficiente ni se es suficientemente bueno, aunque seas “el mejor”.

       Nuestro lugar de trabajo tiene que estar limpio, aireado y a una temperatura agradable. El resultado de nuestro trabajo depende mucho de la imagen que el paciente tenga de nosotros, por eso es muy importante que nosotros, nuestro vestuario y nuestro lugar de trabajo hablen de limpieza y seguridad.

       Olvídate de anillos, pulseras, reloj (fig. 8.23). Las manos deben estar totalmente despejadas, limpias y no demasiado frías para que el paciente no “salte” cuando lo toquemos.

       Si llevas el pelo largo, deberás recogerlo.

       Si quieres trabajar con música, ésta debe ser suave, relajante y a un volumen moderado.

       Tener a mano todo aquello que creas que puedes necesitar durante la sesión de masaje porque nunca debemos dejar de tocar al paciente. Esto es también un punto importante. Hagamos lo que hagamos -ya se ha mencionado- una de nuestras manos debe estar siempre en contacto con el cuerpo del paciente para que éste no quede en situación de “desamparo”.

       Las partes de cuerpo que no se va a tratar deberán estar tapadas con el fin de preservar la intimidad del cliente y evitar que se enfríe. Cuando se destape una zona se entrará inmediatamente en contacto con ella.

       Se debe seguir siempre una secuencia prefijada y no realizar la sesión de forma anárquica. Ejemplo: si se está tratando una mano o un pie, se debe avanzar con las maniobras hacia el codohombro, o rodilla-cadera. A continuación se pasará a ejecutar las mismas maniobras en el lado contrario.

       En un masaje general seguir un orden programado es fundamental.

       Cuando se aplique un medio deslizante, aceite, gel, etc., se realizará de forma suave, homogénea y superficial a base de rozamientos deslizados. Una vez repartido el medio de forma homogénea, ya se puede iniciar las maniobras prefijadas de la sesión.

       No olvides que existen unos medios fisioterápicos sencillos como son el calor local, baños o duchas calientes, crioterapia, etc., que mejoran los efectos terapéuticos deseados.

      Pero también nosotros tenemos que cuidarnos. El terapeuta está muy predispuesto a sufrir lesiones en las muñecas, la espalda, los hombros, el cuello, problemas depresivos o similares por implicarse demasiado en las dolencias de los pacientes.

      Figura 8.23. Lo que no se debe hacer

      Los problemas físicos se pueden prevenir

       Haz de tu mecánica corporal lo primero (posturología). No te dobles, mantén la columna recta y flexiona las piernas.

       Usa los mínimos músculos necesarios para cada movimiento.

       Usa tu propio peso y no la fuerza de las manos para realizar la presión. Si sólo usas la fuerza de las manos y/o los brazos, te cansarás muy pronto.

       ¡Respira! Un error tremendamente frecuente es contener la respiración cuando se aplican técnicas específicas o profundas, lo que es totalmente contraproducente.

       No te pases con la presión que ejerzas. Trabajar en profundidad no es lo mismo que trabajar con dureza o agresividad, ni hacer daño.

       Haz ejercicios que mejoren tu bienestar. Te ayudarán a mantenerte en buena condición física y a eliminar los efectos del estrés.

       Haz también ejercicios específicos para las muñecas y estira éstas antes y después de trabajar. También sería ideal que pudieses darte baños de parafina.

       Mantén las manos bien cuidadas, con las uñas cortas y redondeadas para evitar hacer daño a los pacientes.

       Ten una dieta equilibrada y bebe mucha agua.

       Tómate tus vacaciones y tus descansos porque también los necesitas.

       Mantén una buena higiene. El mero hecho de lavarte las manos entre cada masaje es muy bueno para ti y dará una buena imagen y confianza al paciente.

       Evalúa diariamente los resultados del tratamiento. Esta valoración te va a dar una idea de la eficacia del tratamiento, de la necesidad de variar la pauta establecida o bien de continuar el programa fijado hasta llegar a un resultado final satisfactorio.

      POSTUROLOGÍA EN EL QUIROMASAJE

       DRA. R. SOLANA GALDÁMEZ

       Medicina del deporte

       BASILIO PÉREZ RIVERO

       Quiromasajista

      Es el estudio de la posición más adecuada, correcta y beneficiosa que deben adoptar tanto el quiromasajista como el cliente en el momento de la aplicación de un masaje.

      Por medio de la posturología tratamos de conseguir unos objetivos fundamentales que son:

       Facilitar la comodidad y la relajación del cliente.

       Facilitar la eficacia y la calidad de las maniobras del quiromasaje.

       Facilitar la movilidad


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