La voz del corazón. Javier Revuelta Blanco

La voz del corazón - Javier Revuelta Blanco


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la esencia nos toca sin previo aviso. La cuestión es que, al formar parte de ti, te puede sorprender en cualquier momento. Si deseas experimentarla solo necesitas estar atento y ser receptivo.

      En todo caso, es importante distinguir entre el conocimiento intelectual, que está formado por una base racional sólida, y el que emerge a la conciencia de forma directa, como una revelación inmanente. El primero sirve de base para que el segundo altere nuestra percepción de manera significativa. Cuando cambias tu forma de ver el mundo, tu vida se transforma por completo. Imagínate que dejas de creer que es un lugar de escasez y limitaciones y comienzas a pensar que es indeterminado y abundante. ¿Qué crees que sucedería? Razonar sirve para preparar el terreno, pero la forma en la que ves la realidad solo se modifica cuando te dejas guiar por el corazón y trasciendes el ego. Tienes que ser osado, salir de tu zona de comodidad y abrirte a la incertidumbre.

      Cuenta la leyenda que, en un reino muy lejano, un rey recibió como regalo dos pollos de halcón. Al cabo del tiempo, el maestro de cetrería le informó con gran pesar de que solo uno de ellos había aprendido a volar. El rey, disgustado, mandó llamar a los sabios del reino, pero nadie le pudo explicar el motivo de tal anomalía. Ofreció entonces una cuantiosa suma de dinero a quien enseñara a volar a su halcón. A la mañana siguiente, se asomó a la ventana y lo vio surcando el cielo a sus anchas. Sorprendido y alegre, hizo llamar a su presencia al autor del milagro. Ante él apareció el jardinero de palacio.

      —¿Eres mago? –le preguntó.

      —No, señor –contestó el muchacho.

      —¿Y cómo lo hiciste? –interrogó el rey.

      —Verá, majestad –dijo el jardinero-, yo solo corté la rama y el halcón se acordó de que sabía volar26.

      La mejor forma de experimentar tu divinidad consiste en moverte por el mundo con una actitud creativa. Los artistas y los científicos obtienen su inspiración cuando conectan con el espíritu. Ser artista o científico no tiene nada de especial, todos los niños lo son. Tú también lo eres y lo único que debes hacer es integrar la experiencia espiritual que vives al hilo de tus creaciones y no dejarte confundir por la ilusión de la fama, el poder o el éxito. Los antiguos mayas afirman que los hombres de ciencia que se separan de su luz interior terminan consumidos por el fuego de su propia sabiduría. Es como si pretendiesen coger el aire con las manos o atrapar en un vaso toda el agua que brota de una cascada. En su intento terminan exhaustos y mueren desfallecidos en medio de una ansiedad infinita. Sobre los artistas dicen que, cuando viven atrapados por el ego, experimentan un estado de egolatría que los conduce a buscar sin descanso el halago, la fantasía o el escándalo. Entonces, su felicidad se torna frágil y quebradiza, pues solo se sostiene en su satisfacción personal.

      En ocasiones, la revelación inmanente llega como resultado de una crisis existencial o de una situación extrema. Muchas personas que han vivido experiencias cercanas a la muerte regresan con una percepción muy clara de su espiritualidad. Por lo general, el resultado suele ser impactante y sus vidas cambian por completo. Otras veces el dolor profundo que deja una crisis nos mueve hacia ese espacio de quietud y silencio del que surgimos renovados. Con mucha frecuencia, el sufrimiento es la única vía de acceso que admitimos a la hora de tomar conciencia de nuestra genuina grandeza.

      La revelación inmanente nos conecta con nuestro núcleo divino interno. Es un acceso directo al amor en su estado más puro.

      Cuando te familiarizas con tu esencia personal y confías en tu sabiduría interna, la intuición te informa con bastante certeza sobre lo que debes o no hacer en la vida. En este estado, todas tus experiencias vitales se tiñen de amor y sirven al propósito de desarrollar las virtudes y los talentos personales que has decidido manifestar sobre la Tierra. Para transitar por el camino del corazón, es muy útil razonar de forma definitiva. Sin embargo, desviarte del propósito esencial que te trae a la vida es muy fácil, pues la mente se distrae con cualquier cosa. Los pensamientos que dejas reposar sobre el cuerpo son muy valiosos y contienen un potencial muy elevado de transformación. No los desestimes.

      A medida que te entrenes en la habilidad de razonar de forma meticulosa sobre un solo aspecto de la vida, te resultará más fácil recordar quién eres. También descubrirás qué has venido a hacer al mundo. Desarrollarás la intuición y abrirás una puerta que te conectará con la Tierra y te dará acceso al espíritu. Si permaneces alerta y eres receptivo, el elixir del amor te tocará en lo más recóndito de tu ser y te despertará al prodigio de la vida.

      Para disfrutar de los beneficios del espíritu es necesario que reconozcas tu dolor interno y lo liberes. Esto no es negociable. La esencia de la que estás hecho tiene una base amorosa. El amor es una energía que se mueve desde ti y hacia ti de forma constante. Viaja desde frecuencias elevadas a otras más densas. Su propósito es llegar hasta tu cuerpo y proporcionarte la experiencia física de la salud y la felicidad. Sin embargo, en su intento por llegar hasta ti se encuentra con tus dramas personales.

      El dolor interno que sentimos en el presente se origina en la infancia. Nace a partir de los traumas que hemos experimentado siendo niños y se va acumulando en nuestro campo de energía, formando bloques de conciencia estancada. La luz del amor empuja estas obstrucciones, disuelve las emociones que están reprimidas e ilumina las ideas erróneas que justifican y perpetúan nuestro dolor interno. Una vez hecho esto, el amor llega hasta el cuerpo y lo sana. Veamos un ejemplo. Si te sientes traicionado por alguien, es muy probable que adoptes el rol de víctima y pienses que él o ella es una mala persona. En esta situación, el amor hacia ti mismo libera el dolor interno y te ayuda a ver la parte de ti que está involucrada en el conflicto. De alguna forma, te fuerza a hacerte responsable de tus «malos funcionamientos» y te invita a soltar el temor que subyace en lo más profundo de tu inconsciente. Quizás tú mismo hayas atraído el engaño con tu forma de ser y comportarte.

      Las personas que tienen miedo a confiar en los demás suelen ejercer un control demasiado férreo sobre su entorno. Viven en una tensión constante, pero no pueden mantenerla todo el tiempo. Llegado un momento, la presión es tan fuerte que acaba por agotarlas. Entonces, en lugar de relajarse y reconocer que tienen un problema de confianza, se sienten derrotadas y se vuelven dependientes de aquellos a los que han estado reprimiendo. Quizás comiencen a demandar un exceso de atención, se quejen de todo el trabajo que hacen o intenten dar lástima para que los demás se ocupen de ellas. El problema es que aquellos a los que han estado reprimiendo, al darse cuenta de su vulnerabilidad, se sienten desconcertados. Lo más probable es que desconfíen de sus intenciones. Para ellos, ocuparse de su opresor es muy complicado. Lo más seguro es que deseen alejarse, se nieguen en redondo a atender sus demandas o incluso aprovechen la ocasión para sacar algún beneficio o para desquitarse del trato recibido. El resultado es que lo «traicionan».

      Estas situaciones son muy comunes. Para salir de este círculo vicioso, necesitamos liberarnos del miedo a confiar en los demás. Conectar con él y soltar el dolor que está oculto es una práctica muy saludable. Sin embargo, no resulta fácil, pues nuestra naturaleza básica es amorosa y lo que deseamos es vivir desde el placer, es decir, de acuerdo con lo que somos. Como hemos encapsulado las experiencias dolorosas del pasado para intentar olvidarlas, cuando intentamos confiar en alguien, el miedo a ser «traicionados» emerge de nuevo a la conciencia. El amor nos invita a liberar el dolor que mantenemos oculto, pero nosotros no deseamos revivirlo. Entonces nos protegemos y oponemos resistencia. En definitiva, el amor nos da miedo.

      El problema es que, si no liberas el dolor, el placer tampoco puede expresarse. El flujo de amor divino que pulsa hacia ti se desvía de su camino y se distorsiona. No te alcanza de lleno. En esta situación vives dividido. Niegas la parte de ti mismo que no te gusta y fabricas una imagen idealizada con la información de lo que sí te agrada. El resultado es parcial e incompleto. Es como si anduvieras cojo o maltrecho.

      Para desplegar tu verdadero potencial sobre la Tierra tienes que amarte a ti mismo y, para ello, necesitas crear un diálogo constructivo con esa parte de tu personalidad que necesita ser sanada y que no resulta evidente, pues subyace en un nivel por debajo de la conciencia. No obstante, está llena de experiencia,


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