Psicoterapia Corporal. Vassilis Christodoulou

Psicoterapia Corporal - Vassilis Christodoulou


Скачать книгу
vivir como si estuviera pasando en el presente. Por consiguiente, cada intervención que realizamos en el aquí y ahora de la sesión terapéutica se experimenta en el mismo tiempo en el que ocurrió el trauma y lo cancela, como si nunca hubiese ocurrido. Nos encontramos con el trauma en el tiempo en que sucedió y es en ese contexto donde se da la terapia, 'cambiando' el curso de los acontecimientos en su inicio. El evento histórico permanece ahí, así como sus recuerdos pero, lo que marca la diferencia, es la energía: la energía que fluye libremente y marca la liberación del paciente del trauma.

      Debemos apreciar que nuestro sistema ontológico nos conduce a la terapia siguiendo, no un orden cronológico de los eventos tal y como han sido registrados en el calendario temporal del paciente, sino como una progresión desde la experiencia menos dolorosa a la más dolorosa. De esta sabia manera nos permite avanzar para poder lidiar con experiencias dolorosas tras haber obtenido fuerza en el camino. De hecho, en algún momento nuestro sistema necesitará nutrirnos conduciéndonos a experiencias positivas con tal de que obtengamos la fuerza necesaria que necesitamos para dar el siguiente paso, que seguramente será muy doloroso.

      A menudo el trabajo progresivo que realizamos con tal de nutrir al paciente y de ayudarles a avanzar, se alterna con trabajo regresivo que ayudará al paciente a obtener aquello que no recibió en el pasado, le ayudará a sentirse seguro y continuar su desarrollo con confianza.

      Me gustaría describir ahora parte de una sesión terapéutica que tuve con C.D. y que tuvo lugar unos tres meses después del inicio de nuestro trabajo juntos. Como siempre, llegó cinco minutos antes. Dijo que se sentía muy cansado, a pesar de no haber hecho nada que justificara tanto cansancio. 'No sé qué me está pasando… Me siento tan rígido y lento y, aun así, no he hecho nada especialmente inusual para sentirme de este modo', me dijo con una expresión de auto-desprecio.

      V.Ch.: Quizá no hayas hecho nada inusual pero aun así te causa cansancio.

      C.D.: No he hecho nada que no suela hacer… no debería sentirme así.

      V.Ch.: ¿No eres quizá un poco duro contigo mismo?

      C.D.: Aprendí a ser así… siempre siento que tengo la culpa de algo. Siento como si no fuera suficiente para alguien… como si de alguna manera me quedara corto… no sé, siempre siento que alguien espera algo de mí…

      V.Ch.: Ahora, en este momento, ¿qué sientes? ¿Sientes que espero algo de ti?

      C.D.: ¿Que espera que yo coopere? No sé…

      V.Ch.: ¿Y cómo te sientes cuando alguien espera algo de ti pero no sabes qué es ni cómo responder?

      C.D.: No lo sé…

      V.Ch.: En este momento, ¿cómo te sientes físicamente?

      C.D.: Cansado. Sí, siento como si alguien me hubiese forzado a cavar un campo entero por mí mismo y no hubiese recibido ni una palabra de agradecimiento…

      V.Ch.: Si te dieran las gracias, ¿te sentirías menos cansado?

      C.D.: Por supuesto.

      V.Ch.: Muy bien, concéntrate en tu estado físico. Te sientes cansado, de acuerdo, sabemos eso… Ahora, intenta hablarme un poco más de ese cansancio que sientes.

      C.D.: Siento tensión en la cabeza… no me duele pero tampoco me siento bien. Siento como si no pudiese ver por claridad… Siento como si tuviese un trozo de madera dónde está mi nuca, siento dificultad al mover la cabeza de un lado a otro. Como si se me fuera a caer… Noto mis hombros como dos bloques de piedra. Los siento pesados y me duelen… Me cuesta respirar profundamente… Me duele el pecho…

      V.Ch.: Tu barriga, tus caderas, tus piernas… ¿cómo las sientes?

      C.D.: Bueno, siento la barriga un poco revuelta… En cuanto a mis caderas y piernas, las veo pero ¡no las siento!

      V.Ch.: Concéntrate por un momento en aquello que sí puedes sentir en tu cuerpo… Si puedes, cierra los ojos y dime qué ocurre… o dime si ves algo.

      C.D.: Sí, veo a mi novia. Veo lo que sucedió ayer… estoy cerca de la cama… me siento en la cama y mi novia se me acerca. Está de pie, en frente mío, y tengo miedo de que quiera sexo y yo no sé si quiero. La amo, la encuentro atractiva, pero ahora mismo no sé si quiero acostarme con ella y no sé qué hacer.

      V.Ch.: ¿Qué pasaría si le dijeras que ahora mismo no te apetece acostarte con ella? Si simplemente le dijeras: 'Cariño, no me apetece', ¿no sería eso suficiente? No importa que no sepas si ella realmente quiere o no.

      C.D.: No es solamente que no sepa si ella quiere o no, sino que, aunque ella quisiera, es tan buena que no se quejaría ni pondría mala cara.

      V.Ch.: ¿Hubo alguien anteriormente que se quejara o te pusiera malas caras?

      C.D.: ¡Mis padres! Nunca estaban contentos conmigo… Nunca… Recuerdo un día después de la escuela cuando era joven… no me fue muy bien en un examen y me sentía desgastado, quería irme a la cama y olvidarme de todo. No mostraron comprensión alguna, me humillaron y me sentí agotado. Y luego, cuando tenía unos quince o dieciséis años, tenía miedo de tener una relación. Tenía miedo de que mis padres me criticaran o criticaran a la chica con la que estuviese… Me uní al ejército y mantuve la esperanza de salir con una chica pero prefería masturbarme… Es por eso que, incluso ahora, siento cierta adicción al respecto. Todavía me cuesta arriesgarme… Voy a lo seguro… ¡Oh Dios mío!, me siento tan agotado… quiero estirarme…

      Se estiró en el colchón y continuó hablando:

      C.D.: No es por casualidad que mintiera a menudo a mis padres. Al mentirles conseguía un poco de amor y afecto… Siempre que les decía la verdad respondían insatisfechos y me rechazaban. En aquellos momentos en que una mentira parecía poder salir a la luz, me inventaba otra para tapar la primera y, al final, me sentía siempre atrapado. Todavía me atormenta, incluso ahora…

      V.Ch.: Ahora, en este momento, ¿cómo te sientes? Concéntrate en tu cuerpo y tus sentimientos.

      C.D.: ¡Siento como si me hubieran quitado un peso de encima! No siento rabia, no quiero golpear a nadie… aunque me siento dolido… Siento como si tuviera que rendir cuentas a alguien, como si me fueran a juzgar… Me siento prácticamente atrapado en un rincón. Me duele la garganta, como si tuviera una masa dentro. Siento la necesidad de acurrucarme…

      Se hizo un ovillo en posición fetal y estuvo en silencio durante un rato. Me tomó de la mano izquierda mientras yo le daba apoyo en la espalda con la derecha. Al cabo del rato continuó:

      C.D.: Tengo diez años… Estoy acurrucado en esta posición en mi cama… Es así cómo me protejo.

      V.Ch.: ¿Te proteges de quién?

      C.D.: De los que me juzgan, mis padres.

      Estuvo en silencio durante un rato.

      V.Ch.: Ahora, en este momento, ¿sientes que te estoy juzgando?

      C.D.: No…

      V.Ch.: Bien. ¿Qué te ayudaría en este momento a sentirte mejor?

      C.D.: Despertar y descubrir que todo esto no es más que un mal sueño. No hay otra manera en la que pueda lidiar con ello. No soy una mala persona… No soporto la idea de que me juzguen y de que esto nunca acabe. Vale, está bien pero… Siempre habrá 'peros'… Ella está bien pero… Él es feliz pero… Siempre temía los 'peros'… Los 'peros' son tan impredecibles… Y tampoco puedes usarlos para ocultarte.

      V.Ch.: En este momento, ¿qué te ayudaría a sentirte algo mejor?

      C.D.: Hablar un poco… sí, eso… y un buen abrazo también me ayudaría.

      Le cubrí con una manta y le sostuve tal y como estaba, en posición fetal, y le insté a que respirara más profundamente. Se dio cuenta, mientras hablaba, que la masa en la garganta había encogido. El contacto físico y la forma en que le sostenía, sin ningún tipo de condición, le ayudaban. Alguien estaba ahí por él, solamente por él, sin esperar nada y sin juzgarlo. Estuvo en


Скачать книгу