El sello y la pluma. Carlos Ibañez
En la Universidad de Córdoba, se concedía gran importancia a las ciencias experimentales a través de la cátedra fundada en 1808 por el Dean Funes, quien sostenía que: “… en las ciencias experimentales, los microscopios y los termómetros son instrumentos más a propósito que los silogismos para alcanzar la verdad”, a la vez que proponía la adquisición de los aparatos necesarios para el estudio de la física. 14
En Buenos Aires, no hubo enseñanza de matemáticas hasta 1771. Desde la instalación del Consulado, en 1794, Manuel Belgrano bregó por conseguir la autorización para fundar escuelas técnicas, en particular Escuela de Geometría, Arquitectura, Perspectiva y toda especie de Dibujo, y la de Náutica, iniciativas que, en general, no eran tenidas en cuenta por la Corona. El gobierno patrio instalado en 1810, también a instancias de Belgrano, abriría la Escuela Militar de Matemáticas, cuyo plan de estudios no era muy amplio, pero era un inicio. Hacia 1816, José Ignacio Álvarez Thomas, por entonces Director Supremo, crea una Academia de Matemáticas, bajo la dirección de Felipe Senillosa. Recién el 24 de agosto de 1821 se inauguraría la Universidad de Buenos Aires.
Posteriormente, entre los años 1830 y 1860, los emprendimientos científicos sufren un colapso debido a las guerras externas e internas. Durante las administraciones de Sarmiento y de Avellaneda se alcanzó el cumplimiento de la ley que permitía incorporar profesores extranjeros —en general provenientes de Alemania—, especialistas en física y matemáticas. Algunos de ellos fueron: Luis Brackebush, quien realizó el primer catálogo de minerales argentinos; Alfredo Stelner, también especializado en mineralogía; Oscar Doering, quien creó un observatorio magnético y fue, además, el primer Decano y organizador de la Facultad de Ciencias de Córdoba. A iniciativa de Sarmiento, el científico estadounidense Benjamín Gould fue convocado para organizar el Observatorio Astronómico de Córdoba, que se erigió en las sierras cordobesas por la pureza de su atmósfera y suavidad de clima.
En 1872 se redactan los estatutos de fundación de la Sociedad Científica Argentina, para fomentar el estudio de las ciencias físico naturales y su aplicación práctica. Su primer presidente fue el ingeniero Luis Huergo. A partir del año 1906, se observa un incremento del estudio de la física, con la creación del Instituto de Física, dependiente la Facultad de La Plata bajo la dirección del físico Emil Hermann Bose, al que sucedería otro físico alemán, Richard Ganz y luego el argentino Ramón Loyarte, físico formado en el mismo instituto.15
A fines de la primera década del siglo veinte, la actividad ingresa en un nuevo impasse de más de tres décadas, para volver incipientemente en 1944 con la creación de la Asociación Física Argentina (AFA). El fin de la Segunda Guerra Mundial y las experiencias bélicas atómicas motivaron una confrontación entre la visión academicista de la recientemente creada AFA y las iniciativas del gobierno de Perón orientadas a promover sectores estratégicos, especialmente la física atómica, diferencias que se amplificaron por las presiones de los Estados Unidos, a pesar de lo cual hubo avances en la creación de un entorno institucional para el desarrollo de la física experimental aunque, inicialmente y hasta el derrocamiento de Perón, desvinculado del ámbito universitario.
12 Texto del Folleto Día de Emisión, Oficina Filatelia, Correo Oficial de la República Argentina.
13 El proyecto originario del actual Instituto Balseiro fue ideado por Ramón Enrique Gaviola (1900–1989), destacado científico argentino que contribuyó con importantes descubrimientos en la física y la astronomía mundial. Entre sus logros más relevantes figuran la recuperación del Observatorio Astronómico de Córdoba, la creación de la Asociación Física Argentina y del Instituto de Matemática, Astronomía y Física de Córdoba. Fuente: página web del Instituto Balseiro.
14 José Martín de Altolaguirre poseía, en su quinta en la Recoleta, todo un gabinete de aparatos de física y química: una máquina eléctrica, otra neumática, termómetros y hasta una linterna mágica, los que pone en venta. Las autoridades de la Universidad de Córdoba desean adquirirlas y piden autorización a su Cabildo, que negó la autorización alegando que: “el colegio se había fundado para que enseñara teología”. La resolución afortunadamente fue modificada por el virrey Del Pino. Fuente: Zuretti Juan Carlos: Historia de la Cultura argentina, Itinerarium 1963, Pág. 121.
15 Fuente: Zuretti Juan Carlos: Historia de la Cultura argentina, Itinerarium 1963
Atentado a Sarmiento
Sello postal: Centenario del nacimiento de Sarmiento
Sello conmemorativo emitido con motivo del primer centenario del nacimiento de Don Domingo Faustino Sarmiento. Viñeta: busto de Sarmiento; tipografía en sepia y negro. Leyenda: “SARMIENTO – 1ER CENTENARIO”. Valor: 5c. Fecha de emisión: 15 de mayo de 1911.
Historia
El 11 de septiembre de 1888, muere en Asunción del Paraguay, serenamente, de muerte natural Domingo Faustino Sarmiento. Dicen que lo último que pidió fue que lo ayudaran a darse vuelta hacia la ventana para ver el amanecer. Este fue su destino final, sin embargo, bien pudo haber sido distinto.
El sábado 23 de agosto de 1873, Sarmiento, por entonces presidente de la República, salía de la casa donde se hospedaba —domicilio de su prima Eloísa Salcedo de Carrié, en la calle Maipú al 700—, en un carruaje no oficial para dirigirse a la casa del doctor Dalmacio Vélez Sarsfield, que vivía en el cruce de dicha calle con la calle Cangallo. Algunos historiadores sostienen que lo hacía con el propósito de visitar a Aurelia, la hija de éste, con quien mantenía una relación sentimental. Sucedió entonces que, al pasar la bocacalle de Corrientes, se escucharon detonaciones de armas de fuego. Como veremos luego Sarmiento no llegó a enterarse.
Algunos vigilantes que estaban en la zona persiguieron a unas personas que se daban a la fuga y los capturaron cuando penetraban a una casa en la calle Corrientes 145. Estos hombres resultaron ser Pedro y Francisco Güerri (que no eran hermanos sino del mismo pueblo, según esta fuente), marineros italianos tripulantes del barco Paulita anclado en la Boca del Riachuelo. Uno de ellos, Francisco Güerri presentaba una herida en la mano y brazo izquierdo, con pérdida de varios dedos. Además, se secuestraron armas que habían sido arrojadas en la persecución: dos pistolas, un puñal y un trabuco estallado, el que habría producido las heridas al mencionado individuo. Cuando el Jefe de Policía, señor O’Gorman, se comunicó con Sarmiento, éste le manifestó que si bien escuchó las detonaciones no pensó que hubiera sido objeto de un atentado.
En su declaración los Güerri confesaron que el domingo previo al hecho, un individuo al que conocían como “Aquiles” les había pagado diez mil patacones para disparar sobre un carruaje cuando él se los indicara y que no conocían contra quién sería. El día previsto “Aquiles” les entregó las armas y se dirigieron al café de Violeta Passadori en la calle Corrientes 147, allí aguardaron instrucciones. Un rato después “Aquiles” los hizo ir a la esquina de Maipú y Corrientes y, cuando apareció el carruaje, les dio la orden de disparar. El destino quiso que el trabuco reventara por exceso de pólvora. Averiguaciones posteriores llegaron a establecer que el tal “Aquiles” era de apellido Segabrugo16 y que habría fugado a Montevideo.
Investigaciones conjuntas con la policía uruguaya dieron como resultado descubrir el lugar donde se hospedaba Segabrugo pero, al llegar al sitio se encontraron con su cadáver que presentaba varias