Formación docente en educación media superior. Ruth Padilla Muñoz

Formación docente en educación media superior - Ruth Padilla Muñoz


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condiciones laborales satisfactorias.

      Aspectos relevantes para incorporar mejores profesores al sistema educativo, en particular a la EMS, son la política salarial y la evaluación del desempeño de los docentes. La remuneración salarial que perciben los profesores de EMS en ocho de los países que se han tomado para el estudio se presenta en la figura 1. Vale la pena aclarar que no fue posible encontrar datos de los otros cuatro (incluido México), por eso no se incluyen en ella.

      Las asimetrías son muy grandes entre Chile (apenas 10,922 USD por año) y los demás países (por arriba de los 26,000 USD por año). Lo sería también en el caso mexicano, del cual podríamos tomar, para efectos de comparación, el salario tabular de un profesor de EMS de tiempo completo asociado C en la Universidad de Guadalajara, que en 2009 era de 11,303 dólares americanos al año; el comparativo sería aún más desfavorable si se tomaran salarios promedio de un profesor de asignatura.

      Figura 1. Salario anual del personal docente de países seleccionados.

      Fuente: Educatión at a Glance 2009: OECD Indicadors. Salario en dólares (UDS).

       Capítulo 2

      La educación media superior en México

      El bachillerato en México ha sido producto de una conjunción de elementos a lo largo de su desarrollo histórico. La influencia de los factores sociales, políticos, filosóficos y pedagógicos han marcado las pautas de su evolución, no sólo de aquellos internos inherentes al propio país, sino también de las influencias externas que han incidido en su conformación. Su origen estuvo signado por el clima cultural y educativo que prevalecía en España en el siglo XVI al inicio de la época colonial, dado que los conquistadores impusieron su modelo de sociedad al pueblo conquistado (Castrejón, 1985). La educación impulsada por los españoles iba a la par que el proceso evangelizador de los misioneros, quienes crearon colegios para la instrucción y, posteriormente, la propia universidad.

      Sin embargo, Castrejón sostiene que las influencias externas se hacen presentes “en el desarrollo de la educación en México hasta muy avanzado el siglo XVIII, en que las ideas francesas, especialmente las filosóficas de la época del enciclopedismo, empiezan a penetrar en el país” (p. 120). La siguiente transformación se produce al concluir las guerras de independencia y convertirse México en un país soberano, donde el nuevo gobierno, identificado con las ideas liberales, conjugó por primera vez “la ideología política con la filosofía educativa” (p. 121) y promovió la corriente positivista. En este contexto nació la ENP el 2 de diciembre de 1862, con la dirección de Gabino Barreda y un plan de estudios que incluía la enseñanza de las ciencias abstractas y el estudio de los fenómenos naturales (Blanco, 2007). A partir de ese momento, los cambios en el bachillerato estuvieron marcados por las distintas corrientes intelectuales y pedagógicas que llegaban a nuestro país y alimentaban la idea del progreso nacional.

      La revolución y el periodo posrevolucionario se orientaron más a atender la urgente necesidad de abatir el analfabetismo que en modificar la enseñanza media —desde entonces integrada a las universidades—, por lo que la orientación socialista que sostenían muchos intelectuales se hizo presente en la educación superior y en el bachillerato. Blanco (2007) sostiene que la siguiente gran transformación del nivel se produjo con la creación del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de la UNAM en 1971, durante el rectorado de Pablo González Casanova, porque hasta ese momento el bachillerato había experimentado modificaciones que lo llevaban del carácter general al especializado y viceversa, sin lograr definir sus objetivos e identidad. Antes de ello, la ENP sufrió un cambio importante, en 1964, al pasar de un ciclo de dos años a uno de tres, con orientación definitivamente propedéutica (Castrejón, 1985).

      Durante todo ese tiempo, y a diferencia de la educación básica, los profesores que atendían el bachillerato universitario provenían del ámbito profesional: abogados, médicos, literatos, pintores e intelectuales constituían la planta magisterial de las escuelas preparatorias en todo el país, sin que para el ejercicio docente se demandara una formación pedagógica específica. No fue sino hasta décadas muy recientes cuando se inició la formación institucionalizada del profesorado en este nivel educativo. Díaz (2007, p. 18) mencionaba en una entrevista, refiriéndose a la educación básica y que muy bien pudiera aplicarse al bachillerato, que “México es el único país que forma a los profesores de la manera más empírica que se haya atrevido cualquier sistema pedagógico, no les da didáctica, no les da psicología del aprendizaje, no les da psicología infantil ¿con qué instrumentos quieren que el maestro se enfrente al salón de clase?”.

      En la década de los setenta, con el impulso modernizador de la creación del CCH y la expansión de la matrícula en el periodo de presidente Echeverría (1971-1976), muchas universidades reformaron sus bachilleratos con una gran presencia de los bachilleratos bivalentes y las modalidades tecnológicas. Si bien estas últimas iniciaron mucho antes de esa fecha (1931, según García y Verduzco, 2008), su evolución se ha producido de manera paralela e independiente al bachillerato general —sea o no universitario— más como un modelo de formación para el trabajo que como antecedente propedéutico para cursar una licenciatura, aunque el egresado cuente con la certificación correspondiente para transitar a la educación superior. Al respecto, Ibarrola y Bernal (1997, p. 151) mencionan:

      La formación para el trabajo, en tanto se dirige a los grupos etarios que corresponden al sistema escolar, se desarrolla como parte de la oferta nacional de escolaridad, por lo que se fue delegando a la responsabilidad pública. Dentro del sistema educativo nacional se ha conformado un subsistema específicamente orientado a esta tarea: el de educación e investigación tecnológicas.

      El subsistema de educación tecnológica se constituyó a partir de 1970 y se orientó a los egresados de la educación secundaria (bachillerato tecnológico y Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica, Conalep); ofrece la alternativa de continuar estudios en licenciatura e incluso en el posgrado:

      La educación de nivel medio superior (grados 10 a 12 de escolaridad) se ha caracterizado por una historia de discusiones acerca de su naturaleza general propedéutica o “terminal” (profesional técnica de nivel medio). El nivel medio superior tecnológico es la entrada y núcleo del subsistema con 69% de la matrícula total. Se ha caracterizado por dos grandes proposiciones curriculares: la propedéutica, bivalente o bachillerato tecnológico y los estudios terminales, profesional media o media terminal que han definido las dos modalidades en que se divide el nivel (Ibarrola y Bernal, 1997, p. 153).

      El subsistema tecnológico no ha estado ajeno a las transformaciones educativas en el plano nacional, siguiendo su propia lógica y lo que ha establecido la política económica, que ha incidido fuertemente en esta modalidad de educación, como en su momento fue la política de “Industrialización para la sustitución de importaciones”, después de la segunda guerra mundial (García y Verduzco, 2008).

      Ibarrola y Bernal (1997) sostienen que los cambios más importantes se produjeron a partir de 1993 con el nuevo modelo curricular del bachillerato tecnológico y la transformación del Conalep (creado desde 1978). A lo anterior habría que agregar los procesos de descentralización del propio Conalep hacia las entidades federativas y la creación de los Colegios de Estudios Científicos y Tecnológicos (Cecyt) en los estados durante 1991 (García y Verduzco, 2008). La dinámica de cambio volvió a presentarse en el subsistema tecnológico en 2004 con el nuevo modelo y estructura del bachillerato tecnológico, que logró unificar en sus aspectos más importantes los currículos de los noventa bachilleratos tecnológicos del país (Sosa, 2008).

      La Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS)

      El disparador de la RIEMS fue “el compromiso (político) del candidato que asumió la presidencia de la república de llevar la cobertura de educación superior,


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