Cómo enseñar ajedrez. Ernst Bönsch
sus súbditos. Como recompensa decidió concederle al brahmán el favor que éste le pidiera, por extraordinario que fuese. Una vez conocida su respuesta, se hizo aconsejar por los nobles ante la bagatela de la demanda. El premio solicitado era cierta cantidad de trigo, que debía calcularse así: un grano por la primera casilla del tablero, dos por la segunda, cuatro por la tercera, ocho por la cuarta, y así sucesivamente. La cantidad debía doblarse a cada casilla. Pronto llegaría a una sorprendente conclusión el consejero del rey, a saber, que el resultado de la operación era de 18.446.744.073.709.551.615
La fantástica cantidad resulta de calcular la fórmula 1+2+22+...+263 = 264. La consecuencia de los cómputos era que para almacenar el trigo requerido se necesitaba un granero que, con una base de unos 80 m2, por ejemplo, tuviese una altura que llegase desde la tierra hasta el sol, y serían precisos unos 300 millones de trenes de mercancías para transportar la harina de trigo que pedía el inventor. Esta inagotable descripción parece encajar en un conocido proverbio indio:“El ajedrez es un mar en el que un mosquito puede nadar y un elefante ahogarse.”
La opinión predominante en cuanto a las raíces históricas del ajedrez lo sitúa en torno a 2.500 años atrás, en la India. En la vieja literatura india hay referencias a un juego de tablero conocido como Chaturanga, cuyas figuras y casillas guardan parecido con las del ajedrez. Chaturanga es una palabra del sánscrito, que podría traducirse como “las cuatro divisiones”. En realidad, guarda una inequívoca similitud con los cuatro cuerpos del antiguo ejército indio (elefantes, caballería, carros e infantería) reunidos. Los creadores indios del ajedrez quisieron representar una batalla, ilustrada por medio de un juego. La atracción de esta lucha lúdica consiste en trazar un plan estratégico e imaginar su realización táctica, anteponiéndose a los planes enemigos. Las tropas en liza disponen de un campo de batalla predeterminado, lo mismo que la posición inicial y los movimientos de cada pieza. La concepción del modelo de lucha le concede al ajedrez una peculiaridad esencial, que lo ha convertido en un juego de mesa en el que se barajan datos objetivos y necesidades estrictamente específicas.
De la India, el juego pasó a Persia hacia finales del siglo V y rápidamente se fue propagando. El famoso poeta Abu’l Kassim Mansur ben Hasan Firdausi hace referencia, por vez primera, al ajedrez en el año 1000, en su conocido Libro de los Reyes, mencionando las reglas por entonces vigentes. Los persas le dieron el nombre de Chatrang y el juego sólo presentaba algunas diferencias en sus reglas. La primera línea se vaciaba de piezas y todas las piezas enemigas podían ser capturadas. Un bando conseguía la victoria cuando el rey enemigo recibía mate o era ahogado. El rey (Shah), el caballo (faras) y la torre (rukh) tenían los movimientos actuales. La captura al paso y el enroque eran desconocidos. La dama (fersan) sólo podía moverse a la casilla inmediata. El alfil (elefante, fil) se movía como el actual, pero saltando sólo dos casillas. El peón (baidag, o soldado de infantería) también, pero no existía el doble avance en la primera jugada. Como puede verse, las reglas no han sufrido excesivos cambios desde entonces.
El Chatrang pasó a los árabes en el siglo VIII, que lo llevaron a la España mahometana, de donde se extendió por toda Europa, excepto Rusia. En la antigua Rusia se encontraron piezas de Chatrang y en la ruta de Asia interior llegó hasta las dinastías mongoles. Una prueba concluyente de que el ajedrez siguió esa ruta surge de la analogía entre los términos ajedrecísticos rusos y las denominaciones orientales, que son prácticamente coincidentes. En todos los demás países europeos sufrieron cambios y modificaciones. El florecimiento del juego se fue haciendo más rápido y más dinámico. A medida que evolucionaba se intercambiaron las funciones de dama y alfil. En el siglo XIII se adoptó el doble avance inicial del peón.Al rey se le permitía, si eso le convenía, saltar a una tercera casilla. Por ejemplo: desde e1 podía jugar a g1, c3, c2, d3, f3, g2 y e3. Por otra parte, en la época del Renacimiento (siglos XV y XVI) el ajedrez recibió un nuevo impulso y adquirió una mayor popularidad. Quizá por esa razón se amplió el movimiento del alfil, pudiendo desplazarse a lo largo de toda una diagonal. La dama pasó de ser una pieza débil a la más fuerte del juego.Torre y alfil vieron entrar en conflicto su respectiva fuerza de juego. Por entonces quedó establecido que la única forma de victoria era el jaque mate. La posibilidad de promocionar el peón introdujo en el final nuevas posibilidades. Hacia la mitad del siglo XVI se adoptó la idea de poner a cubierto el rey, mediante el enroque (corto o largo). La consecuencia de todo esto fue que, durante un tiempo, unos países tenían distintas reglas e interpretaciones que otros. Pero en el siglo XIX las reglas del juego se normalizaron finalmente y se adoptó un reglamento unánime.
Por otro lado, lo más significativo fue el desarrollo teórico y la expansión del ajedrez gracias a la invención de la imprenta. La difusión de las partidas jugadas, las aperturas y los finales teóricos favorecieron una mejor comprensión del juego, elaborándose una teoría del ajedrez. Numerosos trabajos con investigaciones teóricas y notas prácticas sobre el juego anunciaron una nueva época en la historia del ajedrez.
La destreza de los maestros españoles e italianos se caracteriza por ataques directos y combinaciones, con sacrificios de peones y de piezas. Es típico de ese período la predilección por los gambitos de apertura. En el año 1497 el español Luis Ramírez Lucena de Salamanca fue el primero en imprimir un tratado de ajedrez. En su libro define y caracteriza los comienzos de un nuevo juego. En la obra aparecen nombres para las aperturas, como Italiana, Rusa, Española, Juego de Caballo, Juego de Alfil, Francesa y Escandinava. Hoy conocemos la siguiente línea de apertura como una celada: 1 e4 e5 2
El verdadero primer manual de enseñanza fue publicado por el clérigo de Zafra Ruy López, en el año 1561, bajo el título Libro de la invención liberal y arte del juego del Axedrez. López polemizaba acerca de la teoría de aperturas con Damiano. El debate se abría ya, por ejemplo, en la segunda jugada de la llamada ”Partida Española” (antes “Juego de caballo de Ruy López”) 2 ...