Cómo escribir un artículo académico en doce semanas. Wendy Laura Belcher
del día. No hay nada como hacer dos cosas a la vez para hacerte sentir maravillosamente eficiente.
Obstáculo 7. Sólo tengo que leer un libro más. Muchos tendemos a atorarnos en la investigación. Es difícil empezar a escribir porque nos sentimos atraídos al bosque sin retorno, conocido también como la biblioteca. Cada artículo nos lleva a otro, y luego a otro más, especialmente si están en línea. Deambulamos más y más hacia la profundidad de ese bosque y a menudo no encontramos el camino de salida. ¿Por qué lo hacemos? Porque permanecer en el bosque nos salva del riesgo de escribir. La idea de que la lectura de sólo un artículo más nos ayudará a dominar el tema es una ilusión. En caso de ser alcanzable, el dominio proviene de escribir y no de leer. La mejor manera que conozco para extraerte del enredo de la investigación es escribir al mismo tiempo que investigas. No tomes innumerables notas ni subrayes grandes secciones de libros, porque luego te sentirás abrumado(a) al tener que volver a pasar sobre todo eso. Cada vez que leas, escribe un párrafo, aunque sea imperfecto, sobre lo que has leído.
Lo que es crucial recordar es que no tienes que “terminar” tu investigación antes de empezar a escribir. No tienes que esperar a completar la búsqueda de literatura, o finalizar tu análisis de datos, o terminar de leer el libro de tu asesor. No es necesario que sepas todo sobre el tema. Empieza a escribir y averigua lo que te falta por saber. Como lo explica Boice, “Los autores que aprenden a dejar hoyos en los manuscritos, para ser llenados más tarde, adquieren valiosas habilidades de escritura; pueden avanzar en medio de la ambigüedad y la incertidumbre” (1997: 29). Conozco una estudiante de posgrado que afirma haber logrado completar su tesis porque pegó esta cita en su computadora y la veía cada vez que se le ocurría buscar un libro más.
La obra maestra de Erich Auerbach, Mimesis: The Representation of Reality in Western Literature (Mimesis: la representación de la realidad en la literatura occidental) es un buen ejemplo de este principio. Después de haber sido expulsado de la universidad en Alemania por el gobierno nazi, Auerbach emigró a Turquía, donde escribió Mimesis entre 1942 y 1945. En el epílogo, el autor explica que el libro carece de notas al pie y es posible que asevere cosas que “la investigación moderna ha refutado o modificado”, porque las bibliotecas en Estambul no estaban “bien equipadas para realizar estudios europeos”. Luego agrega una nota fascinante: “Es muy posible que el libro deba su existencia justamente a la falta de una biblioteca rica y especializada. Si me hubiera sido posible ponerme al tanto de todo el trabajo que se ha realizado sobre tantos temas, probablemente nunca hubiera llegado al punto de escribir” (1953: 557).
No te sientas mal por no haber llevado a cabo suficiente investigación. En el siglo XXI ya no es posible ser exhaustivos. Tomando en consideración la expansión del conocimiento y la explosión de las maneras de comunicarlo, el aumento acelerado de la ignorancia es inevitable. En el futuro, el mejor investigador será el que aprenda a abrirse paso a través de esa inmensidad sin dejarse abrumar por ésta.
Obstáculo 8. Simplemente no puedo empezar. Muchas personas sienten que sentarse ante la computadora y empezar a escribir es el mayor desafío que enfrentan. Ciertamente, el horror de estar frente a una página en blanco es un tema frecuente en la literatura. El experto literario Richard D. Altick habla del “bloqueo mental del primer párrafo” (1963: 190). Françoise Sagan describe la escritura como “tener una hoja de papel, una pluma y… ni idea de qué es lo que vas a decir” (Brussell, 1988: 618). Comenzar es difícil. Una de las razones de esto, como lo dice tan elocuentemente uno de mis estudiantes, es que “si nunca empiezo, nunca fracasaré”.
Una excelente manera de superar la dificultad de iniciar la escritura es, en términos de los expertos en manejo de conducta, el condicionamiento de tareas preferidas a la ejecución de las menos preferidas. En este caso, escribir sería la tarea menos preferida que debes completar antes de llegar a una actividad que prefieres. Por ejemplo, no te permitas leer el diario en la mañana o revisar tu correo antes de que hayas escrito durante treinta minutos. Decide que llamarás a una amiga o verás tu programa favorito en la televisión después de escribir por una hora. La mayoría de los estudiantes cambian este orden diciendo: “Veré la tv por una hora y luego escribiré”. Pero es mejor hacer de la actividad placentera una recompensa. Convierte tus tácticas de postergación en herramientas productivas.
Tengo una advertencia respecto de esta herramienta. Cada vez que invitábamos a una amiga a socializar, respondía que no le era posible porque tenía que escribir. Cuando la llamábamos al día siguiente, sin embargo, generalmente admitía que había pasado el tiempo viendo malos programas de televisión. Es preferible sentirse culpable por algo que disfrutaste que por haber desperdiciado tu tiempo y sin haber escrito nada. Negarte algo placentero para forzarte a escribir raramente funciona. Pero postergar el placer es efectivo.
Otro método es empezar por escribir otra cosa. Algunos estudiantes empiezan por mecanografiar una cita de su lectura. Otros escriben un plan de lo que les gustaría hacer en esa sesión de escritura. Si realmente te sientes paralizado, es útil empezar por escribir los pensamientos de tu crítica interior. Por ejemplo: “Es pretensioso de mi parte hasta tomar la pluma, ya que no tengo esperanzas de terminar este artículo a tiempo”, etc. Cuando te aburras de esta crítica interna y pienses, “bueno, las cosas no están tan mal”, podrás empezar a escribir tu artículo. Con el tiempo te cansarás de escuchar esa voz, porque no es buena compañía. Finalmente, será preferible escribir y no quejarse. Otro método más consiste en concentrarse en escribir mal. Si eres de los que no pueden empezar a escribir porque necesitas que tu primera frase sea perfecta, este método puede ser provechoso. Escribe durante quince minutos todo lo que piensas sobre tu artículo, sin parar para corregir o editarlo. Sólo deja salir todo al aire. Esto es lo que Ann Lamott ha denominado “un primer borrador de porquería”. El término alude a la sensación de vergüenza y repugnancia que muchos sienten respecto del acto de escribir. Si empiezas escribiendo intencionalmente algo horrible, este obstáculo disminuirá. Después de un tiempo, escribirás una frase o se te ocurrirá una idea que, a pesar de tus esfuerzos por producir un trabajo espantoso, suena bastante bien. Así, emprenderás el camino.
Otro método es trabajar con un(a) socio(a), por teléfono o a través del correo electrónico. Haz una cita con una persona que esté de acuerdo en escribir al mismo tiempo que tú. Fija con ella una fecha para empezar, apóyense mutuamente y empiecen a escribir, sabiendo que alguien más está pasando por el mismo sufrimiento (quiero decir el maravilloso proceso) que tú. Muchos de mis estudiantes reportan que este método les ayuda. Parece ser más útil que hacer planes de reunirse en casa de alguien para escribir juntos, lo que frecuentemente se convierte en una sesión de conversación en lugar de escribir.
Finalmente, está el método de planificar tu próxima sesión de escritura al final de la última. De esa manera, sabrás exactamente qué hacer cuando te sientes a escribir. Esto también te mantendrá enfocado(a) en tu artículo, como una serie de pequeñas tareas. Algunos autores incluso recomiendan que siempre pares de escribir a la mitad de una oración, para tener un lugar dónde retomar el trabajo. Yo prefiero recomendar avanzar un poco a la siguiente sección.
Obstáculo 9. Tengo miedo de escribir porque mi concepto es muy controversial o emocional. De nuevo, ésta es una preocupación real. Un estudiante la describe así: “A veces tengo miedo de que mi idea regrese a morderme”. Otra estudiante había realizado un estudio sobre ingreso y etnicidad, basado en la hipótesis de que los salarios de un grupo minoritario en cierta profesión serían menores. Su análisis de datos reveló que no había una diferencia significativa. Este hallazgo contradecía su propia experiencia y su asesor se sentía molesto. Cada vez que ella pensaba en escribir, su mente se cerraba. Aun si sus hallazgos reflejaban la verdad, no estaba segura de querer asociar su nombre con éstos. Sentía la obligación de decir la verdad, pero también le eran importantes la justicia y su carrera. ¿Cómo podía escribir si estaba atrapada entre esos dilemas? Tal como sucede con frecuencia, ella encontró la manera de continuar escribiendo. Aprovechó las secciones de discusión y conclusión de su artículo para sugerir algunos enfoques alternativos para entender los hallazgos. Luego los usó como plataforma para extender su investigación, incorporando un estudio más detallado sobre ingresos y agregando entrevistas cualitativas a fondo a su enfoque cuantitativo. En otras palabras, ella utilizó un obstáculo para mejorar